obstáculos encontrados y quiénes trancaron la vía. Un estudio del economista Jáime Estay (1) de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México, evidencia que además de la tradicional lentitud característica en estos casos, hay un “ritmo-tortuga”del Brasil que “terminará siendo el último de los países fundadores del Banco en ratificar el Convenio Constitutivo”.
Tal reticencia ha sido expresada también “a través de
posiciones públicas de altos funcionarios de dicho gobierno” y básicamente se
explica con la existencia en Brasil del Banco
Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES). Éste, en el 2011 consolidó un
activo de 309 mil millones de dólares,
y asiste únicamente a las empresas brasileñas que se proyectan hacia otros
mercados.
A pesar de que el Banco
del Sur tiene 7000 millones de
dólares de capital inicial y el BNDS cuenta con un patrimonio neto de 30mil millones de dólares, el gobierno de
Brasilia “ha venido agregando fuertes inyecciones de
capital: 55 mil millones de reales, durante el 2012” . Pero mantiene en stand by al Banco del Sur. Capital financiero y también los bancos públicos se resisten y dificultan la operatividad del brazo financiero integracionista.
La voluntad política y los intereses nacionales han sido la
piedra de tranca, y no ha aflojado ni siquiera
frente al embate devastador de la destructiva crisis de los PIAE (países
industrializados altamente endeudados). Es indispensable, por lo tanto, acelerar la creación de
contrapesos geopoliticos efectivos adentro del bloque suramericano. Frente a
la mitad del todo –que es Brasil-
debe desplegarse el factor de re-equilibrio e simetría de la otra mitad del subcontinente.
Venezuela ha venido actuando cabalmente como eje que sedimenta y estructura todas las vertientes de la otra mitad, con una sintonía privilegiada
con Buenos Aires. La necesidad de incrementar los contrapesos disminuye los
riesgos de reiterar las asimetrías que
paralizaron largamente e históricamente al MERCOSUR. Allí, Uruguay y Paraguay eran como pulgas contra el
elefante, y la misma Argentina fue muy cautelosa frente a la invasión de export brasileño.
La burguesía Paulista hará todo para congelar el MERCOSUR
a la expresión mínima de libre mercado, así como detener, desviar o minimizar
la potencialidad de UNASUR. Las fuerzas sociales anti oligárquicas -brasileñas y suramericanas- tienen que contrastar el diseño de utilizar el bloque regional como masa de presión para
conseguir ventajas corporativas, o para negociar intereses nacionales
de largo plazo con el poder post hegemónico del norte.
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