obra de Dore
Conocer y entender la “racionalidad” de sus actuaciones es vital para derrotarlo. Por ello, no es buena la reacción de algunos sectores y personalidades frente a la “propuesta” de “cese de acciones violentas por parte de los bandidos de las FARC” que planteó Uribe hace una semana en Popayán y Cali. Esa fue sólo una frase provocadora, para medirnos el aceite, que no puede pasar desapercibida. Hay que “cogerle la caña”, pero hay que saber hacerlo.
Pero en el fondo, el combo criminal de Uribe, sabe que una consistente política de reconciliación va en contra de su interés principal que es el de mantenerse en el poder. Insisto, los crímenes lo atan al poder. Además, tienen claro que a la guerrilla tampoco le interesa una negociación a corto plazo.
Que las FARC sólo estarían interesadas en sentarse una vez hayan logrado fortalecer su estructura militar y económica. Son leyes sencillas de la guerra.
Sin embargo si se debe resaltar la actitud del Movimiento de colombianos por la Paz que asume el reto de sentarse con Uribe – en calidad de cabeza del Estado – a hablar de crear esas condiciones para la paz. Hay que llevar a esa reunión – si Uribe la acepta - verdaderas propuestas de Estado. ¿Cuáles podrían ser? Ya hace 2 años el senador Gustavo Petro había planteado algunas ideas en esa dirección. Sería interesante revisarlas. Por ahora propongo las siguientes:
1. Que el gobierno colombiano convoque a todos los sectores democráticos de Colombia, políticos y sociales, económicos, culturales y académicos, víctimas de la violencia, a construir los elementos para pasar de una política de guerra a una política de reconciliación y Paz. Por ahora no es necesaria la intervención internacional para “mediar entre las partes”, dado que la negociación no está en la mira a corto plazo. Primero debemos ponernos de acuerdo entre nosotros, después, es posible que sea necesaria.
2. ¿Cuales serían las funciones de ese gran Frente por la Paz y la Reconciliación?
a) Frente a la guerrilla, exigirle el cumplimiento estricto de las normas del DIH. Entrega de secuestrados y retenidos (que ya perdieron la calidad de prisioneros de guerra, porque se les han violado todos sus derechos). Las FARC deben reconocer sus errores públicamente y pedirles perdón a los colombianos. Sólo así podrían recuperar ante la sociedad su perdido estatus de actor político.
b) En esa misma dimensión, hay que exigir que el gobierno se comprometa a constituir una Comisión de Alto Nivel (allí sí podrían tener presencia organismos internacionales especializados como la Corte Penal Internacional) para profundizar y ofrecer alternativas de solución a la práctica de los “falsos positivos”, infiltración de la mafia a los altos organismos de inteligencia del Estado, y la parapolítica. Esta comisión no remplazaría las funciones judiciales de las altas cortes sino tendría como principal función trazar políticas de saneamiento de las fuerzas militares y demás órganos del Estado.
3. Ese gran frente debe abordar el problema del narcotráfico con toda la profundidad del caso para buscar salidas al problema con una visión geopolítica internacional, diferenciando cada uno de los campos de ese fenómeno: producción de cultivos de uso ilícito, procesamiento de la droga, tráfico nacional e internacional de insumos, armas y estupefacientes, consumo interno y en otros países, y el movimiento financiero nacional y mundial que hay detrás de ese negocio que mueve aproximadamente 500 mil millones de dólares.
Con ese espíritu de reconciliación, con una visión de Estado, la sociedad civil debe hablar con Uribe y hablarle al mundo. Con esa postura se respaldaría con mucha fuerza la carta que la sociedad colombiana les envió a los presidentes de América que se reúnen en Trinidad y Tobago (carta publicada hace 8 días que ha pasado desapercibida).
La sociedad civil hablando con Uribe hablaría al mundo
Crear el Frente por la Paz y la Reconcilación
Fernando Dorado
Llevamos casi 7 años de gobierno de Uribe y pareciera que no hacemos el esfuerzo por conocerlo.
Llevamos casi 7 años de gobierno de Uribe y pareciera que no hacemos el esfuerzo por conocerlo.
A él y a sus asesores. Por ello hay que reafirmar varios criterios que se han venido construyendo para saber enfrentarlo, pero sin dejarnos provocar ni caer en sus trampas.
Uribe - y su combo criminal más cercano - sabe lo que quiere. Lo tiene bien claro desde 1994 cuando le dieron forma a su “profesión de fe”. Ellos no están improvisando, tienen claro su norte y colocan todos sus actos, y hasta sus errores, al servicio de su estrategia. Son capaces de utilizar hasta “su dolor” para ponerlo al servicio de sus intereses y obsesiones.
Uribe - y su combo criminal más cercano - sabe lo que quiere. Lo tiene bien claro desde 1994 cuando le dieron forma a su “profesión de fe”. Ellos no están improvisando, tienen claro su norte y colocan todos sus actos, y hasta sus errores, al servicio de su estrategia. Son capaces de utilizar hasta “su dolor” para ponerlo al servicio de sus intereses y obsesiones.
Conocer y entender la “racionalidad” de sus actuaciones es vital para derrotarlo. Por ello, no es buena la reacción de algunos sectores y personalidades frente a la “propuesta” de “cese de acciones violentas por parte de los bandidos de las FARC” que planteó Uribe hace una semana en Popayán y Cali. Esa fue sólo una frase provocadora, para medirnos el aceite, que no puede pasar desapercibida. Hay que “cogerle la caña”, pero hay que saber hacerlo.
¿Cuál es la intencionalidad de lanzar esa “propuesta”? Él sabe que a nivel mundial se está posicionando un lenguaje la paz y un espíritu de reconciliación. También percibe que la política de “seguridad democrática” se está desgastando, porque las metas que se colocó no se han conseguido (ni acabó con la guerrilla ni erradicó el narcotráfico) y que los costos de sostener esa guerra son enormes. Se ve obligado a enviar mensajes de paz, y dejar la imagen de que es capaz de sentarse a negociar con la guerrilla.
Pero en el fondo, el combo criminal de Uribe, sabe que una consistente política de reconciliación va en contra de su interés principal que es el de mantenerse en el poder. Insisto, los crímenes lo atan al poder. Además, tienen claro que a la guerrilla tampoco le interesa una negociación a corto plazo.
Que las FARC sólo estarían interesadas en sentarse una vez hayan logrado fortalecer su estructura militar y económica. Son leyes sencillas de la guerra.
Por ello, salir como han salido varias personas y sectores de la sociedad civil a solicitar que la “tregua” sea bilateral, es un mayúsculo error.
Que eso lo pida la guerrilla, es su papel. Pero no nos corresponde a quienes estamos interesados en deslindarnos de los actores de la guerra y crear unas condiciones serias y consistentes para un verdadero proceso de reconciliación. ¡No caigamos en la trampa de Uribe! Actuemos con autonomía e independencia. Pongámonos nuestro propio norte.
Que eso lo pida la guerrilla, es su papel. Pero no nos corresponde a quienes estamos interesados en deslindarnos de los actores de la guerra y crear unas condiciones serias y consistentes para un verdadero proceso de reconciliación. ¡No caigamos en la trampa de Uribe! Actuemos con autonomía e independencia. Pongámonos nuestro propio norte.
Sin embargo si se debe resaltar la actitud del Movimiento de colombianos por la Paz que asume el reto de sentarse con Uribe – en calidad de cabeza del Estado – a hablar de crear esas condiciones para la paz. Hay que llevar a esa reunión – si Uribe la acepta - verdaderas propuestas de Estado. ¿Cuáles podrían ser? Ya hace 2 años el senador Gustavo Petro había planteado algunas ideas en esa dirección. Sería interesante revisarlas. Por ahora propongo las siguientes:
1. Que el gobierno colombiano convoque a todos los sectores democráticos de Colombia, políticos y sociales, económicos, culturales y académicos, víctimas de la violencia, a construir los elementos para pasar de una política de guerra a una política de reconciliación y Paz. Por ahora no es necesaria la intervención internacional para “mediar entre las partes”, dado que la negociación no está en la mira a corto plazo. Primero debemos ponernos de acuerdo entre nosotros, después, es posible que sea necesaria.
2. ¿Cuales serían las funciones de ese gran Frente por la Paz y la Reconciliación?
a) Frente a la guerrilla, exigirle el cumplimiento estricto de las normas del DIH. Entrega de secuestrados y retenidos (que ya perdieron la calidad de prisioneros de guerra, porque se les han violado todos sus derechos). Las FARC deben reconocer sus errores públicamente y pedirles perdón a los colombianos. Sólo así podrían recuperar ante la sociedad su perdido estatus de actor político.
b) En esa misma dimensión, hay que exigir que el gobierno se comprometa a constituir una Comisión de Alto Nivel (allí sí podrían tener presencia organismos internacionales especializados como la Corte Penal Internacional) para profundizar y ofrecer alternativas de solución a la práctica de los “falsos positivos”, infiltración de la mafia a los altos organismos de inteligencia del Estado, y la parapolítica. Esta comisión no remplazaría las funciones judiciales de las altas cortes sino tendría como principal función trazar políticas de saneamiento de las fuerzas militares y demás órganos del Estado.
3. Ese gran frente debe abordar el problema del narcotráfico con toda la profundidad del caso para buscar salidas al problema con una visión geopolítica internacional, diferenciando cada uno de los campos de ese fenómeno: producción de cultivos de uso ilícito, procesamiento de la droga, tráfico nacional e internacional de insumos, armas y estupefacientes, consumo interno y en otros países, y el movimiento financiero nacional y mundial que hay detrás de ese negocio que mueve aproximadamente 500 mil millones de dólares.
Con ese espíritu de reconciliación, con una visión de Estado, la sociedad civil debe hablar con Uribe y hablarle al mundo. Con esa postura se respaldaría con mucha fuerza la carta que la sociedad colombiana les envió a los presidentes de América que se reúnen en Trinidad y Tobago (carta publicada hace 8 días que ha pasado desapercibida).
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