Quizás la más grave por
sus implicaciones para la democracia centroamericana es la decisión del
departamento de estado de reconocer el fraude-golpe electoral de las
elecciones recién pasadas en Honduras, que tiene
el país al borde de una crisis sin precedentes, como lo revelan las
multitudinarias expresiones de codena al fraude y la reelección de Juan
Orlando Hernández.
Ahora nos enteramos de
la decisión de eliminar el TPS para miles de salvadoreños por parte de
la de ministración de Donald Trump. Sin muchas vueltas, ello
significaría un golpe de gracia a la maltrecha economía
salvadoreña y pondría punto final a las aspiraciones democráticas, pues
solo pensar en unos 100 o 200 mil empleos adicionales al momento del
regreso obligado de muchos, pone en que pensar al más pasivo delos
observadores. Ello sin pensar en la caída en flecha
de las remesas que mantienen en pie a la economía de ese país, como
ocurre en sus países vecinos del trifinio o triangulo norte.
Finalmente esta
Guatemala. Con procesos de lucha contra la corrupción y una enorme
resistencia de los factores de poder tradicionales, se avizora para el
país un clima de inestabilidad política de marca mayor.
No es cierto que la gobernanza e encuentre a la orden del día. Por el
contrario, lo que está a la orden es la inestabilidad por múltiples
factores o causas. Como la violencia, el narcotráfico, la desigualdad
que crece, la intolerancia política, el robo de
los recursos naturales, etc.
En Honduras, Guatemala y
El Salvador, la violencia está a la orden del día, y muchas de las
salidas paliativas, tienen hoy por hoy, que ver con las oleadas de
migrantes hacia el norte, que como vemos ahora con
claridad, no apuestan por la estabilidad de la región sino que están
haciendo todo lo posible por generar escenarios de conflictos a plazo
fijo. No hay otra lectura posible.
Los proyectos de factura
norteamericana como el “Plan para la Prosperidad” pierden velocidad y
ya se ubican como perdida de tiempo, recursos, energía. No van a ninguna
parte, especialmente por las medidas que
se señalan en esta nota.
Si se pudo superar la
crisis político-militar de los años 70s y 80s, ahora no parece que ese
sea el caso.
Las sociedades están mucho más vulnerables que otrora.
Ninguno de los tres países ha podido encontrar una
vía al desarrollo después de los procesos de paz de los años noventa.
La región vive con una deuda social impresionante y los escenarios de
crisis y conflicto se encuentran a la vuelta de la esquina.
Especialmente con las
medidas realmente demenciales y profundamente antidemocráticas del
actual ocupante de la Casa Blanca. Estamos avisados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario