¿Por qué se cae el referendo reeleccionista? ¿Es una señal de fortaleza de las instituciones democráticas colombianas como plantean diversos analistas? No lo creemos así.
El fallo de la Corte Constitucional es un acto eminentemente político con formalidad jurídica. Si la oposición democrática y de izquierda fuera en este instante una real amenaza para el establecimiento oligárquico e imperial, el referendo habría sido aprobado. Hoy estaríamos frente al reto de derrotarlo mediante la abstención activa.
Es posible que exista cierto margen de autonomía en ese órgano de control constitucional que le haya permitido valorar los vicios de forma y de contenido de la ley de referendo aprobada ilegalmente en el parlamento colombiano. Vicios que constituyen verdaderos delitos. Pero en lo fundamental, es una decisión jurídico-política que le permite al bloque de poder dominante buscar nuevas alternativas para defender sus intereses estratégicos. Esa es su razón de fondo.
La verdad es que Uribe se volvió un estorbo para la estrategia de contención que impulsa el gobierno de Washington, en su afán por impedir el avance de los procesos de cambio democrático-nacionalistas en América Latina[1]. Su alianza criminal con la mafia es tan visible que la continuidad de ese gobierno se convirtió en un serio problema para los EE.UU.
¿Cómo podrían seguir justificando el golpe contra Zelaya en Honduras o los que ya intentaron contra Chávez y Evo, o el que preparan contra Correa y Lugo, por supuestamente violar la “institucionalidad democrática”, si permitían que Uribe se auto-reeligiera nuevamente? Tenían que sacrificar un peón para colocar otro.
Además, la indisciplina fiscal y el “desorden administrativo” (léase: corrupción generalizada) del gobierno de Uribe había llegado a niveles insospechados. Ha puesto en peligro la “confianza inversionista”; las inmensas inversiones de las grandes transnacionales requieren nuevas reformas que Uribe ya no puede hacer[2]. Lo que acaba de ocurrir con la emergencia social fue una alerta roja para la gran burguesía.
Uribe hizo la tarea (la más criminal) y ahora llegó el momento de buscar una transición “tranquila”. Ya explotaron su debilidad, ya lo exprimieron al máximo y ahora lo desechan en forma discreta. Así lo hicieron con Samper y tantos otros en la historia de Colombia. A esos procedimientos “cortesanos” - aplicación excelsa de su doble moral -, es lo que denominan “la más antigua y estable democracia de América Latina”.
La sentencia constitucional que negó el referendo reeleccionista se cocinó en la embajada gringa y en las alturas del establecimiento oligárquico colombiano. No desconocemos la lucha y presión desarrollada por diversos sectores democráticos de la sociedad colombiana. Pero en esencia, este acto jurídico es un intento por salir de la trampa que ellos mismos se crearon al permitir que la alianza con la mafia llegara hasta los altos niveles del Estado. Por ello, no idealicemos la acción de la Corte Constitucional: ¡No pasemos del cretinismo parlamentario al cretinismo jurídico!
Ahora viene lo mejor. Santos está en la cuerda floja. Para ser presidente debe mostrar independencia frente a Uribe, pero la complicidad criminal se lo impide. Lo más seguro es que las cúpulas dominantes se vayan alineando con Vargas Lleras, Nohemí Sanín, Fajardo o hasta Pardo, según como esos candidatos se vayan posicionando en las encuestas. Si Santos se consolida, forzosamente deberán respaldarlo.
Gustavo Petro los va a meter en calzas prietas de seguir como va. Por lo leído y escuchado en sus últimas entrevistas, ha afinado su posición. Despeja cualquier duda frente a la “seguridad democrática”. Su idea es que una transformación democrática de Colombia crea las condiciones para acabar con el conflicto armado sin darle concesiones a la guerrilla, pero sin hacer interminable la guerra. “Les quitamos su razón de ser”, afirma el candidato del Polo.
Además, ha armado un paquete bien pensado que genera confianza entre el empresariado no monopólico afectado por las políticas neoliberales. Plantea la necesidad de una efectiva legalidad democrática que separe la política del crimen y de la mafia. Presenta también un paquete de transformaciones en la política social basadas en el rescate de la educación y salud públicas, y fundamenta su plan de desarrollo económico en la democratización del conocimiento (educación de calidad), de la tierra rural y urbana (afectar el monopolio de la tierra), y del capital (crédito subsidiado), entre otros temas.
Frente a la división del uribismo puede obtener la mayor votación en la primera vuelta y obligarlos a unirse para la segunda. En esa eventualidad el partido liberal, el proyecto “fajardista” y la “opción centro” quedarían vueltos añicos. La polarización los tritura y se los traga.
La confluencia democrático-alternativa encabezada por Petro, construida en lo fundamental con base en una propuesta política (no tanto en acuerdos burocráticos), se enfrentaría con total nitidez al bloque uribista-oligárquico. Independientemente de que nos alcance o no para llegar al gobierno, esa situación sería un tremendo avance para nuestro pueblo. Crea condiciones inéditas para la batalla de ideas contra el proyecto oligárquico-imperial y contra el neoliberalismo.
Reconocemos que los próximos años van a ser un dolor de cabeza para el gobernante que sea elegido en esta coyuntura. Los problemas económicos, fiscales, políticos y sociales que deja Uribe (déficit fiscal, deuda externa disparada, desempleo, quiebra de la seguridad social, programas subsidiados sin financiación, pobreza y desplazamiento, costos de la corrupción, aislamiento internacional, etc.) no son fáciles de superar. Son 8 años de errores y crímenes acumulados a la sombra del embrujo autoritario. Esa situación exigirá de la izquierda democrática una gran capacidad política y administrativa.
Estamos seguros que Petro, el Polo y el frente democrático que se viene organizando, no van a pasar desapercibidos. Se necesita la más absoluta unidad en torno a nuestro candidato y una confianza infinita en la capacidad de reacción de nuestro pueblo. Todo está en nuestras manos para avanzar. Que no quepa la más mínima duda.[1] Ver: El proyecto uribista está agotado… ¡Hay que derrotarlo! http://www.kaosenlared.net/
[2] Ver: Armando Montenegro. “A cambiar el rumbo”. El Espectador (28.02.2010): http://www.elespectador.com/
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