Carlos Cáceres R.
El llamado unísono y masivo de ¡Ya basta de violencia! hizo vibrar corazones, almas y calles. En ciudades donde hay mayor narcoviolencia, hombres y mujeres salieron a expresar su objetivo de desarrollarse con seguridad. Puede afirmarse que ningún sector social se marginó de estas expresiones de protesta, aunque en el Distrito Federal hubo mayor presencia de sectores medios de la población. La concentración de la ciudadanía mexicana tuvo el propósito de defender su derecho a convivir en paz.
Fue una marcha -convocada por diferentes grupos sociales, de la iniciativa privada, y algunos medios de comunicación- que no aminoró su volumen en el Distrito Federal por la torrencial lluvia, ni en el interior del país por la colocación de narco-mantas para intimidar o amenazas de atentados. Fue una caminata donde no hubo retaguardia, ni líderes tratando de llamar la atención. Tampoco hubo presencia de oradores. Mexicanos y mexicanas demostraron que no son indiferentes a su entorno social. La emoción se transformó en racionalidad.
No existe en México un día sin que los medios de comunicación informen o den a conocer denuncias de secuestros, “levantones”, robos, agresiones, asesinatos, y toda la parafernalia incluida en el crimen organizado, en especial, de ese cáncer que hoy corroe a la comunidad internacional: el narcotráfico.
En México no se desconocen diferentes esfuerzos para combatir a grupos de delincuentes con entrenamiento moderno, contratando mercenarios para instruir en operativos militares y utilizando acciones de terror propias de la guerra psicológica; sin embargo, una pancarta portada por jóvenes expresaba: Un país sin justicia genera delincuencia.
Esta y otras expresiones relativas a la inequidad social, se refirieron al malestar de amplios sectores de la ciudadanía mexicana en contra de la corrupción y condenando la liberación de delincuentes cuando ha sido probada su acción criminal.
A la marcha concurrieron madres y padres de familia en protesta porque su hija, hijo o algún familiar fueron asesinados, o angustiados porque no aparecen después haberles exigido dinero para dejarlos en libertad. Por esta razón, hubo personas que caminaron con cartulinas donde se encontraban fotos de las víctimas con la leyenda “ayúdanos a encontrarlo”.
Lágrimas al recordar seres queridos, pero también ánimo de lucha. Cuatro días antes de la marcha, la señora Silvia Escalera expresó públicamente: “En nombre de Dios, devuelvan a mi hija”. Fue secuestrada hace once meses por un falso retén -la delincuencia actuando públicamente- en una de las principales calles del Distrito Federal.
Asimismo, hombres y mujeres le expresaban muestras de afecto al empresario Alejandro Martí por el cobarde asesinato de su hijo Fernando, después de haber sido plagiado. Días después de este hecho que conmovió a México, el señor Martí expresó durante la firma del Acuerdo Nacional por
La indignación de ciudadanas y ciudadanos de México se expresó en forma abierta, según las leyes del país. Es una protesta ante la violencia y en contra de las brutalidades de la delincuencia y el narcotráfico. Los antecedentes de esta acción ciudadana se ubican en 1997 y 2004 cuando la sociedad civil salió a las calles para protestar por la violencia. La que se realizó el 30 de agosto incrementó el número de asistentes y logró profundizar sus demandas con relación a la seguridad.
El malestar de la ciudadanía mexicana por homicidios y exigencias de rescate donde la mayoría de los plagiados son asesinados, ha exacerbado los requerimientos de diferentes grupos de la población al demandar la necesidad de legislar para imponer la pena de muerte -su aplicación ha demostrado que no reduce el delito- y lograr sanciones más duras de las ahora tipificadas en las leyes.
Este criterio lo han expuesto, entre otros, gobernadores, periodistas, diputados y organizaciones de la sociedad civil. Pero también el mensaje de los asistentes a la marcha y de quienes no asistieron pero expresaron su solidaridad, es evitar el revanchismo. Se trata de poner fin a la impunidad y lograr la adecuada aplicación de las leyes por funcionarios no corruptos.
Un día después, los convocantes de las marchas se entrevistaron con el presidente de México y le entregaron peticiones para combatir la inseguridad y, juntos, acordaron crear el Instituto de Prevención del Delito. De igual manera, diferentes capas sociales de México exponen con claridad la siguiente afirmación: enfrentar la delincuencia también significa combatir la pobreza y pobreza extrema.
Los factores anteriormente expuestos señalan la exigencia de impulsar una política contra la inseguridad, sin desconocer los factores socioeconómicos, culturales y políticos que originan y desarrollan la violencia, con la aplicación de las leyes y el apoyo de ciudadanos y ciudadanas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario