Franco Vielma Las cartas de lo electoral han sido echadas y el resultado consumado, desfavorable contundentemente contra la Revolución Bolivariana, supone nuevas encrucijadas en la política y el devenir venezolano. Son estas horas en las que es necesario analizar los resultados cuantitativa y cualitativamente.El resultado de las elecciones parlamentarias este 6 de diciembre suponen un replanteamiento total de las formas de concebir la política y
desarrollarla en el hecho social. La lectura obligatoria para las fuerzas revolucionarias se basa en la revisión a lo interno y el reconocimiento a lo externo de una realidad sustantiva hecha números: la opción electoral de la derecha venezolana contó en estas elecciones con un apoyo mayoritario contundente, y es este un entramado de subjetividades que necesariamente debemos interpretar y asumir política y consistentemente.
Hay un desplazamiento político enorme en Venezuela. No sólo amenaza a la Revolución Bolivariana como hecho político desde hace 17 años, más bien coloca la balanza de manera favorable del lado de las fuerzas del coloniaje y el esclavismo, las mismas fuerzas que se han contrapuesto a la aspiración del proyecto patrio. La resolución histórica llega a horas cruciales y así debemos asumirlo con sinceridad y claridad.
Sobre lo que ganó y lo que se perdió
Asumamos una reflexión a partir de los números del 6D. Estos no son datos fríos, son un conjunto de contradicciones hechas números. La contundencia del resultado favorable a la derecha, sin dudas, se debe una situación multifactorial, de amplia gama, que la revolución debe asumir. Pero el Presidente Maduro ha sido claro y enfático en algo: ganó la guerra económica. Su contundencia contra el pueblo ha devenido en la victoria de una "contrarrevolución" en puertas, con el enorme potencial de amenazar a totalidad el terreno ganado en 17 años por el pueblo venezolano.El chavismo pierde las elecciones parlamentarias acudiendo a estas perdiendo la guerra económica. La inflexión profunda de lo económico, su daño inmenso sobre el tejido social, tuvo un desenlace electoral el 6D. A estas horas el chavismo puede caer en la trampa de los señalamientos y la búsqueda de responsables entre nuestras fuerzas. Cuidado. Guardemos distancia del error político, más que pernicioso, de culpar al pueblo o a parte de éste que se ha dejado confundir.
El chavismo y su identidad permanecen preservados como una fuerza impoluta, incuestionable, sólida, que se mantiene con una claridad inédita. Nuestro pueblo, su parte chavista, ha crecido en conciencia, la cuestión es que matemáticamente esta fuerza de conciencia es coyunturalmente una minoría electoral. Con la ferocidad de la guerra económica, el pueblo chavista más bien ha dado una batalla heroica donde la claridad política se ha impuesto de manera incuestionable.
El pueblo todo ha sido víctima de un enorme y siniestro acto articulado de ingeniería social, por la cual se ha volteado coyunturalmente el panorama electoral. En términos elementales desde la ciencia política, la ingeniería social es un término empleado en un doble sentido. Por una parte implica esfuerzos para influir actitudes; relaciones y/o acciones sociales en la población de un país o región y, en su segunda acepción, la ingeniería social es una manera de implementar o aproximar programas de modificaciones sociales. Ambas acepciones implican tentativas a gran escala, sea por gobiernos o grupos privados. Ambas tentativas fueron aplicadas contra la población venezolana, por parte del sector privado venezolano.
Se abordó a la población con la guerra, logrando cambios nocivos en nuestras formas de acceder a los alimentos y demás bienes. Se fortalecieron relaciones perniciosas de hiperespeculación. Se propiciaron formas de modificación del comportamiento social, como el bachaqueo y el fraude de cupos. La guerra actuó contra todos al unísono como un entramado económico y paraeconómico que impuso sus reglas perniciosas contra todos, transformando nuestra cotidianidad económica, enrareciéndola, destruyendo casi todos los eslabones de la vida económica con mayor impacto entre el pueblo y su capacidad adquisitiva.
La destrucción de los sistemas de abastecimiento y precios tuvo su ganancia política. El ejercicio del poder de dominio de la burguesía en los sistemas de importación, producción y distribución consumaron su objetivo puntual. La guerra económica y psicológica contra nuestra gente tuvieron un efecto poderoso de ingeniería electoral, alterando la subjetividad venezolana con la destrucción parcial de condiciones elementales de la vida de la gente a partir de los flagelos económicos practicados de manera articulada por el sector económico privado.
El presidente Maduro ha dicho que este resultado es coyuntural. Pero puede adquirir cualidades de consistencia y prolongación al mediano plazo, en la medida en que continúen las condiciones de asedio económico contra el pueblo. La derecha se ha encontrado con que esta fórmula perversa de la antipolítica les ha funcionado y seguramente la van a seguir implementando con más fuerza y cohesión. Es esa una de las aristas luego del 6D, es parte de lo que viene, es con lo que hay que lidiar, ahora con el parlamento en manos de la contrarrevolución.
Ante la victoria de la guerra económica ¿quién pierde? ¿Pierde el chavismo como proyecto patrio? ¿Se pierde la oportunidad histórica del pueblo de construir una revolución para el futuro? No. La patria no se ha perdido. Se ha perdido una batalla monumental por el parlamento. Pero el ,chavismo a su vez, ha ganado, en palabras del presidente Maduro, una bofetada política que bien debemos recibir para asumir de una buena vez por todas que estamos en guerra, que las guerras no son bonitas, que se libran desde la conciencia y que no hay cuartel alguno.
El chavismo como fuerza
Las fuerzas revolucionarias en Venezuela somos en sumatoria una fuerza de identidad profunda. Eso que hoy llamamos "chavismo" nació de una derrota el 4 de febrero de 1992. Antes de esa encrucijada histórica, concurrimos durante décadas a la derrota del día a día. La fuerza natural del chavismo cuajó desde las derrotas. Las lecciones de la política no debemos aprenderlas todas a expensas de 18 victorias electorales que hemos acumulado en 20 procesos electorales. No. También las derrotas son aleccionadoras si las asumimos con inteligencia colectiva.No corresponde exclusivamente a la dirigencia chavista asumir las lecciones. Un plan nacional de renovación revolucionaria debe consolidarse y ejecutarse colectivamente en estas horas adversas, en las que hay que emprender una carrera contra el tiempo. La derecha ha construido un portaaviones electoral sobre la base del descontento y el triunfalismo del 6D, querrán maximizar su cosecha política e intentarán en apenas unos meses consumar la destrucción de 17 años de chavismo en el poder. Ya tienen más de dos años en franca guerra económica y la llevarán a niveles más cruentos para cumplir con su objetivo.
A estas horas las reflexiones no se hacen esperar. Muchos tienen algo que opinar sobre lo que hay que hacer. Pero a ciencia cierta, a estas horas, ya todo el chavismo sabe lo que hay que hacer. Tenemos la oportunidad de asumir y confrontar la amenaza más formidable contra nuestro proyecto patrio, y tal oportunidad no debemos desperdiciarla. No debemos desviarnos, no debemos confundirnos, la desesperación es una mala consejera. Hay que ser radicales, creativos, perseverantes, críticos y muy, muy rigurosos. Hay que estar mejor organizados.
Ninguna derrota, por grande que sea, debe confiscarnos nuestro derecho a la alegría y al destino. Si lo permitimos, nos negaríamos a nosotros y a los que vienen, nuestro derecho a la historia.
fuente Mision Verdad
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