Las movidas de las diferentes piezas del enorme ajedrez continental le dan ventaja a las naciones que se mueven por convicción y atienden las demandas de Evo o Chávez, de Lugo o Bachelet, de Lula o Zelaya. Se trata sin duda de aquellas demandas que se apartan del libreto neoliberal, que rompen con el consenso de Washington, y que plantean una visión diferente, con sus matices claro está, ante la globalización corporativa y el pensamiento único que se ha querido implantar.
Es en pocas palabras, la respuesta latinoamericana a las pretensiones ingerencistas de los EEUU. Es la respuesta a los tratados comerciales que solo multiplican la dependencia, es la ruptura con la idea de mandar soldados a servir de carne de cañón a Irak. Es una especie de declaración de mayoría de edad de las republicas latinoamericanas. Ya no mas republiquetas bananeras.
De la intervención norteamericana, no hablo al tanteo, hago referencia a lo que hoy todo mundo sabe y que es admitido por tirios y troyanos. Y en el marco de esta crisis continental la desestabilización en Bolivia luego del referendo que le dio a Evo Morales la mayor legitimidad, con 67% de los votos, y las denuncias de atentados contra Chávez, tienen todas las mismas manos: la reiterada intervención norteamericana.
Los datos son claros. De una parte hay la intentona de secesión en Bolivia, de otra de apoderarse de sus recursos del gas o petroleros que siempre fueron de los norteamericanos y sus aliados. Es lo mismo que en Venezuela, donde quieren las reservas de petróleo y de gas, así como una situación geoestratégica privilegiada.
Mas al sur, no esconden la necesidad de contar con Brasil como aliado, pero este se toma su tiempo y dice por el contrario, que espera que EEUU saque las manos de Bolivia. En suma, es una apuesta por la soberanía del continente. Y ello es el signo nuevo de la época en que vivimos.
Si bien no se puede hablar de la revolución con mayúscula, si asistimos a cambios que son vitales para nuestro futuro. Cambios que tienen como denominador común la idea de mas y mejor soberanía, de mas y mejor desarrollo, y sobre todo, que el mismo sea autónomo del norte y compartido con el sur.
Es la apuesta de la izquierda de imaginar otro mundo posible que tenga asidero en las nuevas relaciones que emergen desde los países de lo que denominamos la Patria Grande. Relaciones de igualdad y respeto, de beneficio mutuo y de responsabilidad compartida. ¿Es el socialismo del siglo XXI?
No es todo pero en la era del capitalismo globalizado es una apuesta de futuro sin parangón en otras latitudes. Y sin parangón en nuestra historia reciente. Los datos más conocidos se encuentran en la decisión soberana de Evo Morales de expulsar al embajador norteamericano de Bolivia por conspirar con la derecha secesionista.
Igualmente la expulsión del embajador norteamericano de Venezuela por las denuncias de eventuales atentados contra la vida de Hugo Chávez, como en el pasado lo hizo contra Fidel Castro, lo cual es hoy admitido por fuentes oficiales de los EEUU.
Y lo que puede ser lo más novedoso, es que Honduras, con el presidente Manuel Zelaya, dice con firmeza y sin aspavientos que no recibirán de momento las cartas credenciales a un nuevo enviado de Washington. En este contexto Brasil dice con serenidad que demanda que no se atente contra la unidad e integridad territorial de Bolivia, y en otros países se invoca la carta democrática de la OEA, previendo otras acciones de mayor desestabilización.
Se trata de algo inédito en el continente. Es la primera ocasión en la cual varios países de manera concertada, de forma totalmente alejada de la dependencia brutal de otros años, que le dicen a los EEUU: alto, aquí somos soberanos.
Es el momento en que tiene lugar una reunión de los presidentes de los países del sur de América con el esquema de UNASUR que el lunes 15 de septiembre desde Chile subrayan el apoyo a Bolivia y su actual gobierno.
Son movidas como en una gran partida de ajedrez en donde no se valen las imposiciones ni las imprecisiones, es el uso de la razón, nada mas que la razón, lo que le dice a los EEUU. ¡Señores, se acabó el ingerencismo! ¡Aquí hay naciones soberanas!
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