Fernando Dorado
Impulsar la más amplia confluencia democrática para enfrentar…
En las pasadas elecciones de octubre/07 la clase política que representa la vieja aristocracia terrateniente del Cauca logró mantenerse en el poder gubernamental de la región gracias a nuestra dispersión. Las fuerzas democráticas y de oposición no supimos leer el momento, fuimos incapaces de superar nuestras diferencias para enfrentar el problema principal, y les dejamos la vía libre.
Los resultados electorales indican que esa clase social en descomposición y sus representantes políticos son una minoría absoluta. Ganaron las elecciones pero no obtuvieron resultados mayoritarios a pesar del apoyo directo que obtuvieron del gobierno nacional.
Utilizaron todo el poder administrativo que había acopiado ilegalmente el gobernador Chaux Mosquera (reestructuración de salud, manejo clientelista del sector educativo, y apropiación ilegal y arbitraria de la CRC, entre otras), y fortalecieron su alianza con toda clase de mafias burocráticas ("casita azul", Salazar y cía., Iragorri y la U, Negret camuflado detrás de Felipe Fabián Orozco y demás compinches) y con bandas de narco-paramilitares encabezadas por el "hombre del maletín" Juan Carlos Martínez Sinisterra, el para-político con más poder en el suroccidente colombiano, y el más protegido de Uribe a nivel nacional.
La ínfima minoría que maneja el poder regional es consciente de su debilidad. Por ello, viene fortaleciendo su estrategia de subsumirse a los intereses de los grandes monopolios nacionales (especialmente a la burguesía-terrateniente agroindustrial del Valle del Cauca, Ardila Lulle y demás grupos económicos) y de entregar el territorio y todas nuestras riquezas naturales a las empresas transnacionales profundizando el desarrollo del modelo neoliberal en todos los terrenos.
Todos los programas de infraestructura, planes energéticos y viales (termoeléctrica de carbón, carreteras, anillos viales, "tren de cercanías" en el norte del Cauca) y de aguas, así como las transformaciones institucionales que ya se han realizado (zonas francas heredadas de la Ley Páez, y demás normas nacionales denominadas en la Agenda de los Pueblos de La Minga como "Legislación del Despojo") están diseñadas para impulsar la producción de agrocombustibles (biodiesel y etanol), la concesión de las minas de oro, carbón, cobre y otros minerales, la entrega de la biodiversidad, bosques, aguas, la titulación de predios campesinos para propiciar su expulsión, y la utilización de la economía del narcotráfico para acabar de descomponer la economía campesina.
Piensan – a corto plazo - aprovechar las crisis que ya están viviendo los caficultores caucanos por efectos del invierno, el impacto de los altos costos de los insumos y la volatilidad de los precios relacionada con la crisis financiera internacional, para apropiarse de su economía y de su territorio.
Paralelamente vienen diseñando nuevas artes para engañar a amplios sectores de la población caucana con aparentes y falsos planes de crecimiento económico. Hacen todos los esfuerzos para convencer a empresarios pequeños y medianos, a profesionales de diversas áreas, a jóvenes líderes políticos y sociales, e incluso a la intelectualidad universitaria, de que esa estrategia de desarrollo (vender al mejor postor nuestras riquezas) es la única opción viable para "sacar al Cauca del atraso".
Ya la anterior administración municipal de Popayán se dejó persuadir de esa visión ilusoria, asumiendo el paquete de "modernización" de la ciudad como cuota inicial de un supuesto progreso (puente sobre la 17, centro comercial Carrefour, centro de convenciones, etc., etc.). [1]
La fórmula de la "confianza inversionista", que se viene aplicando en Colombia desde los años 90 del siglo pasado, es la que sustenta esa propuesta.
"Apoyados en la gran inversión extranjera podremos obtener algunas ganancias" (migajas), afirman sin sonrojarse, sin importarles los costos en términos de pérdida de soberanía, crecimiento de la pobreza y miseria, consecuencias ambientales, sobreexplotación de nuestros trabajadores, desplazamiento y violencia.
Lo que no dicen es que ese modelo está fracasando en la metrópoli estadounidense y en el mundo entero, y que, en nuestro país, esa receta ha creado sólo riqueza para unos pocos mientras que para la mayoría lo que trae es miseria y violencia. Lo que ha sucedido en Urabá, Magdalena Medio, Sur de Bolívar, Valle del Cauca (no es fortuito el paro de los "corteros de caña") y muchas regiones del país y del mundo, son muestras ejemplares de los resultados de esa fórmula neoliberal.
No es casual entonces, el ataque brutal ejecutado en los últimos años contra los pueblos y comunidades indígenas del Cauca, que han sido la principal avanzada de la resistencia social y comunitaria en la región y en la nación.
Tratan de aislar políticamente a los indios intentando reducir su lucha a un problema de tierras. Que el movimiento indígena haya levantado un programa estratégico que se opone al "modelo depredador" con visión integral, es algo fundamental y extraordinario.
Dicho programa, la "Agenda de los Pueblos", desafía no sólo los planes económicos y territoriales del gran capital sino que hace evidente que ese "modelo" requiere de una "política de terror", de una práctica violenta y criminal de copamiento territorial, y de otras estrategias similares que ha venido perfeccionando el sistema.[2]
Quienes asistieron a la reunión con el ministro del interior el día sábado 18 de octubre en Popayán (en pleno desarrollo de La Minga Indígena), realizada para tratar de alinear al pueblo Misak (guambiano) y a sectores de pequeños y medianos productores agrarios en contra las comunidades indias movilizadas en La María, pueden dar constancia del doble juego del gobierno de Uribe. Allí fue evidente la injerencia de la clase dominante del Valle del Cauca en alianza con los exiguos residuos de los terratenientes caucanos y sus imposiciones al gobierno regional.
¿Cual fue la propuesta presentada y avalada por Fabio Valencia Cossio y el gobernador del Cauca?
Primera: Prometerle a los indios la entrega inmediata de todos los recursos comprometidos en los acuerdos (reparación masacre de El Nilo y demás) para desactivar La Minga. La presión internacional era muy grande y esas acciones perjudicaban toda la gestión que hacía el gobierno en torno al TLC con los EE.UU. "Hay que llegar a acuerdos rápidos con la dirigencia del CRIC", fue la sentencia del ministro.
Segunda: Comprometer con los indígenas los recursos que sean (ver Audiencia de Uribe en Telepacífico realizada 8 días después), pero a la vez, impedir por todos los medios que puedan adquirir efectivamente tierras. "No les vamos a entregar las haciendas de La Emperatriz, ni la de Japio ni ninguna otra, y menos en tierras planas y productivas" decía el ministro.
Se utilizarán todas las herramientas legales e ilegales para evitar que los indígenas sigan ampliando su territorio, porque según los asesores vallecaucanos, lo que pretenden los indios es "segregar" al Cauca. "Quieren crear un nuevo departamento como estrategia territorial al servicio de la insurgencia", fue una de las frases que se escuchó.
"En esta tarea necesitamos la colaboración de toda la sociedad caucana", afirmaba el gobernador González Mosquera haciendo eco a la SAC. Desde los campesinos, otros pueblos indígenas, comunidades afros hasta los propietarios rurales, apoyándose en las administraciones municipales, en las normas de planeación nacional y en prohibiciones expresas que hay que aprobar en los POT[3], todos debemos bloquear la compra de tierras para indígenas nasas, era el llamado general.
Tercera: Hay que seguir encausando y judicializando a los dirigentes indígenas. "Tenemos todas las pruebas que comprometen a la Guardia Indígena con entrenamientos en Jambaló por cuenta de la 'Teófilo Forero' y el 6º frente de las FARC" aseveró uno de los terratenientes asesores del gobierno.
Cuarta: "Me comprometo a presentar un proyecto de ley para empezar a recortar las transferencias a los entes territoriales indígenas porque con esos recursos es que se vienen financiando estas rebeliones", dijo el mismo ministro Valencia Cossio.
Lo anterior deja ver el fondo del asunto. Atacan con saña a quienes son su estorbo principal. Después, ya vendrán por los campesinos e indígenas del Macizo Colombiano, por los negros del Patía, por los pequeños caficultores de Timbío, El Tambo, Piendamó, Cajibío y demás municipios cafeteros del Cauca.
Las grandes extensiones de cultivos agroindustriales de caña y de palma africana en plena proyección, así como el fortalecimiento de la producción agroforestal de Smurfit-Kapa, necesitan de grandes cantidades de mano de obra jornalera. La gran minería de la Anglo Gold Ashanti (Kedahda) exige trabajadores baratos desarraigados de sus territorios.
La inacción del gobierno frente a las famosas "pirámides", posiblemente haga parte de esa estrategia. Nada de raro hay en los feudos del "señor"… Uribe. Para los desplazados y menesterosos tenemos, dice "Uribito", los programas de "familias en acción" y demás políticas para la población vulnerable. Esa es la receta completa del gran capital.
A las fuerzas democráticas del Cauca y de Colombia, esa fórmula no nos sirve. A los trabajadores, a los pequeños productores urbanos y rurales, a los transportadores caucanos organizados en verdaderas cooperativas, a los empresarios no monopolistas, a los profesionales dignos, a todas y todos los colombianos en su gran mayoría, esa receta no nos sirve.
Por ello, es hora de pasar por encima de diferencias políticas, de experiencias negativas del pasado, de desconfianzas y prevenciones que no se justifican en el momento actual. Hoy es urgente la acción consciente y conjunta. No como sumatoria de intereses particulares sino un verdadero ejercicio estratégico (verdadera política) de las fuerzas democráticas del Cauca y de Colombia.
Los campesinos indígenas, mestizos y afrodescendientes caucanos nos dan su ejemplo. Ellos, casi solos, han construido y defendido un "modelo de desarrollo propio", una economía campesina que todavía sobrevive en medio de tantas dificultades.
Ese esfuerzo necesita con urgencia de nuestro apoyo, exige nuestra acción unificada, y en medio de esa acción confluyente, podremos construir entre todos nuestra propia fórmula, que nos beneficie a todos y nos garantice verdadero desarrollo, basado en soberanía y dignidad, y sostenible tanto en lo social como en lo económico.
Es el momento entonces, de impulsar la más amplia y fuerte confluencia democrática. ¡Hagámoslo ahora, no dudemos!
[1] En el fondo es la misma opción que anda vendiendo el exalcalde de Medellín Sergio Fajardo.
[2] Que incluye las tácticas divisionistas, los estímulos a dirigentes despistados o corruptos, la compra de conciencias, los chantajes, la utilización de las acciones infantiles de la insurgencia armada, el paramilitarismo, etc., etc.
[3] POT: Plan de Ordenamiento Territorial en los municipios colombianos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario