viernes, 14 de enero de 2011

Colombia: O inventamos o perecemos!

Tarsila do Amaral
Nuevo tipo de organizaciones productivas para la Hegemonía Social Popular 
Fernando Dorado
Los pueblos de América Latina deben romper con paradigmas heredados. Sólo así podrán enfrentar con eficacia los momentos de cambio que vivimos. Si queremos derrotar el poder y la política imperial capitalista hay que repensarlo todo. Sin temor.
En ese ejercicio tenemos que cuidarnos de dos actitudes con las que los pueblos ya se han enfrentado y no han salido bien librados: Una, creer en fórmulas mágicas sacadas de la manga (socialistas, comunistas, anarquistas, humanistas, “de-colonizadoras”, colectivistas, etc.). Otra, pensar que vamos a derrotar al capitalismo usando sus propias herramientas (capitalismo de Estado, desarrollismo, terceras vías y otras). No me detendré en esta discusión. Trataré de desarrollar la idea para luego volver. 
 En América Latina los pueblos y comunidades construyen formas económicas para sobrevivir. Estas iniciativas forjadas en la resistencia son invisibilizadas y/o aplastadas por los Estados oligárquicos o, - en el mejor de los casos -, cooptadas, subordinadas y puestas al servicio del gran capital. En el libro “El Gobierno de los Bienes Comunes” Elinor Ostrom nos muestra
una serie de interesantes experiencias comunitarias y asociativas que se han desarrollado en diversas partes del mundo. [1]
En Colombia existe un caso para estudiar. Los productores cafetaleros crearon desde 1927 una organización denominada Federación Nacional de Cafeteros de Colombia. Se ha sostenido durante más de 80 años porque representa los intereses de más de quinientos mil caficultores que son una fuerza real. Su principal cualidad es que a través de un contrato gubernamental manejan parte de los impuestos que pagan al Estado, denominados “parafiscales”, lo que les ha permitido regular – intervenir – el mercado interno mediante el sostenimiento del precio interno de la carga de café.

Además, su organización a nivel nacional es relativamente fuerte. Todo ello a pesar que los grandes productores - que en el camino se convirtieron en exportadores del grano y en una parte  de la oligarquía “compradora” – han intentado destruir la organización de los productores para entregarle el mercado interno a las transnacionales tostadoras y comercializadoras de cafés procesados y de sus subproductos.[2]

Esta organización productiva – que en la práctica es una empresa mixta – maneja recursos del Estado y los invierte en asistencia técnica, desarrollo tecnológico y otros servicios al productor. Desgraciadamente estos servicios han sido permeados por el interés imperialista transnacional (Ej.: tecnologías basadas en agroquímicos), pero así y todo, no la han podido destruir. Si la oligarquía acabara con esta agremiación, el pueblo colombiano los sacaría del poder. Ellos lo saben. En eso han sido cautos y prudentes. Los oligarcas colombianos no son tan torpes como los fueron las elites parasitarias de Venezuela, Ecuador y Bolivia que entregaron los hidrocarburos – base de su economía – al capital imperial.

La esencia de esta organización productiva es la confluencia entre el interés de los productores y los recursos captados por el Estado. Allí hay una pista que los cafeteros colombianos nos muestran para abordar nuevos caminos.
Es claro que debemos derrotar a los grandes exportadores que se apoderaron de la Federación. Éstos intermediarios agrupados en Expocafé son verdaderos agentes pagados por las compañías estadounidenses y europeas que procesan nuestros cafés y se quedan con el grueso de las ganancias. Sólo transitando por el camino nacionalista y verdaderamente democrático - siendo soberanos - podremos aliarnos con productores, capitalistas no-monopólicos y gobiernos de otros países como Brasil o Venezuela, y organizar y operar nuestras propias empresas transformadoras y comercializadoras de cafés procesados, mezclas y demás subproductos.
Se nos dirá: ello no resuelve los problemas de dependencia de las economías extractivistas y agro-exportadoras.

Es cierto, pero por ahora sería un gran paso. Serían puntos de apoyo para profundizar en la construcción de economías de nuevo tipo que nos permitan ser efectivamente autónomos, enfilados hacia consolidar nuestra soberanía alimentaria y avanzar en prácticas agro-ecológicas respetuosas de la naturaleza. 
En el Cauca las comunidades nos están trazando el camino en este terreno. Uno no entiende como las Facultades de Administración de Empresas de las diversas Universidades, en vez de estudiar la experiencia práctica de organizaciones como COSURCA[3] y otras, estén repitiendo en sus currículos de estudios las teorías económicas y administrativas propias del capital especulativo que tiene al mundo “desarrollado” en la más absoluta bancarrota.

Nuestros gobiernos locales y regionales pueden alimentarse de esas experiencias para impulsar nuevas formas de empresas en consenso con las comunidades. No se trata sólo de apoyarlas sino de generar nuevos paradigmas teóricos para desarrollar novedosas organizaciones productivas que mantengan una base de participación democrática –comunitaria, cooperativa, mutual -, y que conviertan los recursos del Estado en puntos de apoyo para prosperar. Por ahora, nos toca idear nuevas formas de relacionamiento con el capital - en donde esté subordinado a los intereses de los productores y de la sociedad en general -, consolidando paso a paso nuestra Hegemonía Social Popular.

Cuba, después de 50 años de revolución está rediseñando su esquema “estatista”. Se impulsa el “trabajo por cuenta propia”[4]Debemos recoger el mensaje. El lema para este momento nos lo planteó Simón Rodríguez - el maestro de Bolívar -, hace 200 años: “¡O inventamos o perecemos!”.
Popayán, 13 de enero de 2011



[1] Ostrom, Elinor. El gobierno de los bienes comunes. La evolución de las instituciones de acción colectiva. México, UNAM-CRIM-Fondo de Cultura Económica.  395 pp

[2] Para los productos tropicales como es el caso del café, hay un grupo reducido de 5 o 6 empresas multinacionales que controlan la casi totalidad del café del mercado y que se enriquecen con estrategias bursátiles y financieras. Ellas son en lo comercial Bernard Rothfis, J. Aron, Rayner Berisford, DE & F. Man, y como industria de alimentos están Nestlé, Procter & Gamble, Philip Morris, Kraft Jacobs Suchard, que utilizan diversos nombres y marcas como Starbucks, Henkel, Danone, Nabisco, y otras. Ver: El funcionamiento del mercado internacional del café: www.edualter.org/material/consumo/index.htm

[3] En el Cauca además de la Cooperativa del Sur del Cauca COSURCA, existen otras experiencias productivas en diferentes áreas como las Minas de azufre de Puracé, Empaques del Cauca, empresas de Salud que aunque sometidas a la normatividad neoliberal han sobrevivido manteniendo formas mutuales y asociativas como ASMET SALUD y la AIC, y otras organizaciones cooperativas.  Además de la infinidad de acueductos comunitarios que son verdaderas empresas asociativas.

[4] www.cubadebate.cu/noticias/2010/09/24/amplian-en-cuba-trabajo-por-cuenta-propia/


http://www.alainet.org/active/43531&lang=es

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