El Papa sorprendió a
muchos cuando reveló que en el Vaticano “hay una lobby gay”. Y agregó también
“vamos a ver qué se puede hacer”. El día siguiente, el prestigiado diario
italiano Corriere della Sera dio
a conocer que el pontífice latinoamericano había designado a Monseñor Battista Ricca al cargo de
Prelato del IOR (Instituto Obras de Religión), el poderoso brazo financiero
del Estado del Vaticano.
B. Ricca es un amigo incondicional de Papa Francisco, y es el primer dirigente que logra colocar en la directiva del banco, cuyo historial es tenebroso.
B. Ricca es un amigo incondicional de Papa Francisco, y es el primer dirigente que logra colocar en la directiva del banco, cuyo historial es tenebroso.
El Monseñor Ricca es también director de la “Casa Santa Marta” donde el
papa ha decidido vivir,
renunciando a la residencia en los apartamentos que
históricamente pertenecen a los jefes máximos de la iglesia. ¿Sería una ulterior
señal de austeridad? ¿o manifiesta una soledad y fricciones con el
inamovible estamento de la oligarquía vaticana?
Después de la extraña “renuncia-jubilación” de Benedicto
XVI y las numerosas designaciones ad altos cargos que extrañamente se
reservó para los últimos días de su pontificado, es cierto que la curiosa “cohabitación” ha dejado poco espacio de maniobras al papa argentino.
A Papa Francisco le esperan grandes decisiones para que logre dar un golpe de timón y poner bajo
control el IOR que –desde los tiempos de Juan Pablo I- es muy cuestionado, ha
protagonizado escándalos financieros con tintes dramáticos, investigados por el pasivo estado italiano (P2, cardenal
Marcinkus y Sindona). Desde los lejanos tiempos en que el cardenal Montini –futuro
Pablo VI- involucra el mafioso Michele Sindona en los negocios del Banco Ambrosiano,
la historia del IOR se ha lamentablemente escrito en investigaciones policiales
y judiciales.
La estructura de ese poderoso brazo financiero ha permanecido intacta, bajo Juan Pablo II e Benedicto XVI, y
sus finalidades siguen siendo misteriosas, bajo el lema de “cero transparencia”.
Papa Francisco está solo, no parece confiar
en la alta burocracia vaticana, y para ser operativo debe asegurarse el control
vital del IOR. Sin esto, no podrá ir mas allá de la pedagogía de los gestos simbólicos.
Tiene que cuidarse y evitar el mismo destino que tuvo Juan Pablo I, el papa de
los 45 días, que murió inmediatamente después de haber cambiado el mando del IOR (1). Antes de
tomar trascendentales decisiones, por ahora Francisco ha encargado 5 grandes especialistas de su confianza para conocer
en profundidad los secretos del muy cuestionado IOR.
(1) David Yallop, En el nombre de dios
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