Miguel Ángel Sandoval
En una emisión de Telesur del 20 de octubre de este año, se pudo aquilatar la dimensión de una marcha indígena que con todo lo que se quiere hacer para callarlos, negarlos, olvidarlos, ignorarlos, se suman de manera beligerante a la lucha por la solución política del conflicto armado de Colombia.
Son mas de veinte mil indígenas que exigen sea firmado el acuerdo internacional humanitario para que en Colombia se respeten los Convenios de Ginebra y sus protocolos adicionales, para que no se vuelvan a repetir los delitos de lesa humanidad cometidos por el ejército colombiano, con Uribe y sin Uribe. Como dicen los indígenas de ese país, es tiempo de la paz, es tiempo de la solución política.
Contrario a lo que se decía hace apenas un par de meses, en Colombia lo que hay es una confrontación nacional que adquiere múltiples formas. No se trata de algo entre buenos y malos colombianos, entre narcotraficantes y quienes se oponen a estos. Es un conflicto que abarca de manera real a la sociedad entera.
Es la lucha insurreccional de las FARC, son las demandas de diversas organizaciones civiles que exigen una salida política, es ahora la multitudinaria marcha de los pueblos indígenas en defensa de sus territorios, de los recursos naturales y de una salida política de manera urgente. Y es un gobierno errático que no se decide a tomar la vía política.
A esto la única respuesta del gobierno paramilitar de Álvaro Uribe es la represión. Son varios los indígenas asesinados por las fuerzas represivas, de igual manera, hay una campaña en contra de los estudiantes como lo ha denunciado la senadora Piedad Córdoba, es en fin un momento excepcional que se vive en Colombia en donde se han puesto en tensión muchas fibras de la nación colombiana para pedir el cese de la represión y una salida política cuanto antes.
Es también el campo internacional que inicia su movilización demandando lo mismo, esto es, el respeto de los derechos humanos, la firma del Convenio de Ginebra y la solución política. Es lo que se escucha desde Venezuela al momento de inaugurar el busto de Manuel Marulanda, y es lo mismo que se pide en España cuando las voces mas legitimas de ese país demandan el respeto de Pilar, acusada de terrorista por ser solidaria con la solución política en Colombia.
Pero hay más. Organizaciones de juristas europeas exigen ahora que cese la represión contra los pueblos indígenas, que sean respetados los Convenios de Ginebra, que se respeten los derechos humanos y que las partes regresen a la mesa de negociación para encontrar una salida política acorde con los intereses de la nación colombiana.
Quienes sabemos de procesos que trabajan para la solución política de conflictos armados como el colombiano, los signos que nos proporciona la lucha de los indígenas de Colombia, el estremecimiento de los estudiantes de ese país o las manifestaciones solidarias de la comunidad internacional, son claramente signos que apuntan hacia la negociación política para terminar con la guerra, conseguir una salida política y construir una democracia de a de veras en Colombia.
Si alguien quiere equivocarse o vivir equivocado, pues la tiene simple: solo tiene que hacer caso de los despropósitos de Álvaro Uribe. Si por el contrario se elige hacer algo por el futuro de Colombia, lo que hace falta es trabajar por la solución política en ese entrañable país. Lo demás es lo de menos.
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