Miguel Ángel Sandoval
En menos de 24 horas, el secretario general de la OEA, el chileno José Miguel Insulza hizo un recorrido (mejor dicho recibió gentes) de las diversas instituciones del país y algunas que no lo son tanto como la Cicig, y también con algunos personajes políticos, de derecha en su mayoría, por lo cual parecería que el balance inicial nos dice que fue una visita insuficiente y por supuesto, el resultado es a todas luces turístico.
Al estilo consultor de malos recuerdos que el secretario de la OEA conoce bien. En las imágenes de TV se puede observar al secretario general en su sillón, como dando audiencia papal y la gente en desfile. Todo para decir lo que ya sabemos: unos acusando al gobierno y otros a la santísima trinidad, pero nada nuevo, y que la investigación debería seguir su curso dirigida, orientada y de seguro resuelta con paciencia por la Cicig.
En síntesis, la OEA vino al país, puso la cara más amable para escuchar, y se despidió con una foto para la prensa del secretario general y el presidente. Punto. Claro que se hizo una apuesta declarativa por la democracia, por la unidad nacional, por la reconciliación, por el dialogo, por el entendimiento.
Ni modo, es lo que estila decir cuando no hay nada que decir. Digo esto porque a nadie escapa que la actual crisis es porque el modelo político y económico ya toco fondo. Y además porque la única agenda posible, con sus ajustes si se quiere, es la de los Acuerdos de Paz, que no pueden ser metidos en una gaveta como pretenden algunos.
Pero de regreso al periplo diplomático, era obvio que no se podría avanzar más en la investigación del asesinato del abogado Rosemberg con esa visita, pues la Cicig dirigida por Carlos Castresana, ya tiene bien elaborada su ruta de trabajo que no se podía alterar con un visitante por distinguido que haya sido, y por si fuera poco, habida cuenta de que tiene un mandato de la ONU que es de nivel superior a la OEA. O sea pues…
En alguna ocasión se dijo, no recuerdo si fue en América del sur, que el secretario de la OEA no era Insulza sino insulso, como para subrayar que de este tipo de gestiones y de este tipo de organismo no se podía esperar muchas cosas. De todas maneras, en cierto círculo político, la visita si fue bien recibida y si es de algún reconocimiento. Pero si hablamos de lo mero principal, pues queda todavía mucha tela que cortar.
Como decía la canción, con OEA o sin OEA, seguimos en la pelea. De todas maneras ya el subsecretario de estado de los USA había dado su fallo, y ya le había jalado las orejas a más de algún político del cotarro chapín. En pocas palabras, luego de la reacción del gobierno de los EEUU, de las declaraciones de la Unión Europea, pues la verdad es que para la OEA había poco espacio, poco que hacer, y poco que decir, salvo los llamados al dialogo, a la unidad, a la concertación, a la apertura, a la reconciliación, pero nada más.
La solución del caso Rosemberg pero sobre todo de la crisis nacional, necesita, demanda, de otros ingredientes que no sean visitas de medico. Hace falta que el actual gobierno reoriente sus acciones, priorice políticas publicas de verdad, se decida a pedir cuentas a los poderes fácticos que están detrás de todo este montaje. Lo contrario es el desgaste, la rutina, la perdida de rumbo.
En menos de 24 horas, el secretario general de la OEA, el chileno José Miguel Insulza hizo un recorrido (mejor dicho recibió gentes) de las diversas instituciones del país y algunas que no lo son tanto como la Cicig, y también con algunos personajes políticos, de derecha en su mayoría, por lo cual parecería que el balance inicial nos dice que fue una visita insuficiente y por supuesto, el resultado es a todas luces turístico.
Al estilo consultor de malos recuerdos que el secretario de la OEA conoce bien. En las imágenes de TV se puede observar al secretario general en su sillón, como dando audiencia papal y la gente en desfile. Todo para decir lo que ya sabemos: unos acusando al gobierno y otros a la santísima trinidad, pero nada nuevo, y que la investigación debería seguir su curso dirigida, orientada y de seguro resuelta con paciencia por la Cicig.
En síntesis, la OEA vino al país, puso la cara más amable para escuchar, y se despidió con una foto para la prensa del secretario general y el presidente. Punto. Claro que se hizo una apuesta declarativa por la democracia, por la unidad nacional, por la reconciliación, por el dialogo, por el entendimiento.
Ni modo, es lo que estila decir cuando no hay nada que decir. Digo esto porque a nadie escapa que la actual crisis es porque el modelo político y económico ya toco fondo. Y además porque la única agenda posible, con sus ajustes si se quiere, es la de los Acuerdos de Paz, que no pueden ser metidos en una gaveta como pretenden algunos.
Pero de regreso al periplo diplomático, era obvio que no se podría avanzar más en la investigación del asesinato del abogado Rosemberg con esa visita, pues la Cicig dirigida por Carlos Castresana, ya tiene bien elaborada su ruta de trabajo que no se podía alterar con un visitante por distinguido que haya sido, y por si fuera poco, habida cuenta de que tiene un mandato de la ONU que es de nivel superior a la OEA. O sea pues…
En alguna ocasión se dijo, no recuerdo si fue en América del sur, que el secretario de la OEA no era Insulza sino insulso, como para subrayar que de este tipo de gestiones y de este tipo de organismo no se podía esperar muchas cosas. De todas maneras, en cierto círculo político, la visita si fue bien recibida y si es de algún reconocimiento. Pero si hablamos de lo mero principal, pues queda todavía mucha tela que cortar.
Como decía la canción, con OEA o sin OEA, seguimos en la pelea. De todas maneras ya el subsecretario de estado de los USA había dado su fallo, y ya le había jalado las orejas a más de algún político del cotarro chapín. En pocas palabras, luego de la reacción del gobierno de los EEUU, de las declaraciones de la Unión Europea, pues la verdad es que para la OEA había poco espacio, poco que hacer, y poco que decir, salvo los llamados al dialogo, a la unidad, a la concertación, a la apertura, a la reconciliación, pero nada más.
La solución del caso Rosemberg pero sobre todo de la crisis nacional, necesita, demanda, de otros ingredientes que no sean visitas de medico. Hace falta que el actual gobierno reoriente sus acciones, priorice políticas publicas de verdad, se decida a pedir cuentas a los poderes fácticos que están detrás de todo este montaje. Lo contrario es el desgaste, la rutina, la perdida de rumbo.
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