miércoles, 21 de octubre de 2009

Uribe es derrotable...¡Vamos por él!

Botero, Masacre en Colombia, 2000

Fernando Dorado
A pocos meses de que se entre en la recta final de la contienda política por la presidencia de la república de Colombia, debemos intentar hacer un análisis de los factores que van a incidir en ese ejercicio electoral.
Para hacerlo hay que reconstruir los momentos claves que ha tenido este gobierno y la forma como ha logrado solventar los momentos de crisis.
Uribe logró construir su programa alrededor de la seguridad (pacificación) como prerrequisito para garantizar la inversión extranjera y nacional, y sobre esa base irrigar – supuestamente – riqueza, empleo e inversión social hacia la población de bajos ingresos.

Durante el primer periodo de gobierno se concentró en recuperar territorios estratégicos a la guerrilla y “desmovilizar” a las autodefensas (paramilitares). En términos generales/formales lo consiguió, o por lo menos esa es la percepción que tiene la mayoría de los colombianos. Un actor italiano, nacionalizado colombiano, Salvo Basile, decía recientemente: “Aunque no me considero uribista, le reconozco a ese hombre que nos recuperó el país”.

Ese ha sido su principal capital político. Gracias a condiciones económicas favorables a nivel internacional durante los cuatro años de su primer gobierno y dos del segundo, pudo sumar a su favor la idea de que sus políticas habían generado prosperidad y crecimiento. La ilusión de amplios sectores sociales era que la prometida prosperidad se consolidara hacia el futuro y el crecimiento sostenido lograra beneficiarlos.

La verdad empieza a ser conocida. Se dio las mañas para esquivar las responsabilidades frente a las víctimas del conflicto, oficializó la contrarreforma agraria y el desarraigo de más de cuatro millones de campesinos desplazados, y perfeccionó una política asistencial para tener una población cautiva con mínimas inversiones (familias en acción). Paralelamente aprobó la legislación del despojo y focalizó importantes recursos estatales en programas de fortalecimiento de la economía agro-minero-exportadora.

La crisis financiera y la recesión económica se le atravesaron a mitad de su segundo mandato coincidiendo con la imposibilidad de conseguir la firma del TLC con los EE.UU. La acción sostenida de diversas organizaciones defensoras de los derechos humanos y el destape de la parapolítica le complicaron las cosas a finales de 2006 y principios de 2007.
Uribe no ha renovado su plan de gobierno ni ha dado grandes virajes estratégicos. Con su equipo de asesores enviaron el mensaje de que tenían un plan a 2019, sobre la base de que en uno o dos años derrotarían a la guerrilla y acabarían con el narcotráfico. Ni una ni otra meta las ha cumplido, pero siguen siendo sus banderas.

Poco a poco las cosas se le han ido embolatando a este gobierno. Los últimos 3 años han sido de destape sostenido de escándalos de toda clase y sabor. De la parapolítica se pasó al cohecho de Yidis y Teodolindo, le siguió la crisis de las “pirámides”, se fue descubriendo la corrupción sin límites en el DAS, los “falsos positivos”, los malabares y delitos que han cometido para obtener la aprobación del referendo, y todo ello ha sido coronado con el lío de los subsidios del Agro Ingreso Seguro, que por ser tan visible en cabeza de familiares de altos funcionarios y de aportantes al referendo, no han podido ser ocultados por el gobierno.

A ese acumulado hay que sumarle el enfrentamiento con la oposición, especialmente el Polo Democrático Alternativo, a quienes Uribe calificó de “guerrilleros de civil”. En esa misma línea se ha enfrentado con la Corte Suprema de Justicia, y a medida que sus delitos y crímenes van quedando a la luz pública, ha tratado de identificar a todos sus opositores con los gobiernos anteriores, calificándolos de débiles y conniventes con el terrorismo y el narcotráfico.
¿Cómo ha hecho Uribe para mantener una alta aceptación entre la opinión pública nacional?

Los puntos de apoyo de Uribe
Tres áreas han sido manejadas a su favor con la complicidad de los principales medios de comunicación, aunque hay que reconocer que algunas revistas y periódicos han denunciado con valentía y profesionalismo muchas de sus felonías e infamias.
La primera área ha girado alrededor de las acciones de las FARC: los actos de guerra, los ataques terroristas y el tratamiento inhumano y criminal que le han dado a los secuestrados y retenidos. En su defecto, son los golpes asestados a la insurgencia como el ataque al campamento de Raúl Reyes y la “operación jaque”, la que le otorga importantes dividendos publicitarios al gobierno. La acción guerrillera - cualquiera que sea - ya está presupuestada, y sirve a los propósitos del régimen imperante.

La segunda área de acción de Uribe ha sido el conflicto con los presidentes de Venezuela y Ecuador, presentándose como el gran defensor de los intereses nacionales. Bajo esa imagen ha podido entregar territorio e importantes riquezas al imperio norteamericano, bajo la modalidad de las bases militares y grandes concesiones mineras y negocios importantes a empresas transnacionales estadounidenses y europeas. Los ataques de los presidentes vecinos, incluyendo las retaliaciones comerciales, lo único que logran es reforzarlo más.

La tercera área es de carácter doméstico. Las maneras autoritarias, la imagen de “paisa trabajador”, la figura de padre diligente y honesto, la apariencia del gobernante que está por encima del bien y del mal, y la representación del hombre sacrificado que es víctima del desalmado terrorismo; todo eso, sumado a su capacidad histriónica, y a una estrategia bien diseñada para tapar un escándalo con otro, acudiendo a una inmensa capacidad de mentir y a un cinismo difícil de igualar, le ha permitido mantener esa opinión favorable.

Por otro lado ha contado con la ayuda de la oposición política. Durante el primer período el PDA tuvo el camino despejado gracias a la vacilación del liberalismo, dividido entre el apoyo al gobierno y la confrontación abierta. Pero a medida que el gobierno de Uribe ha tenido que ripostar ante la gravedad y evidencia de sus violaciones y atropellos, el pulso con la oposición se ha ido agudizando, y hasta ahora la polarización ha favorecido a quien tiene el poder. Los partidos de oposición no han sido lo suficientemente fuertes y coherentes como lo requería el momento.

De acuerdo a nuestra percepción los acumulados negativos empiezan a causar verdadera mella. La crisis económica empieza a ser sentida por la población. Las remesas del exterior ya no llegan como antes, la inversión extranjera no es garantía de generación de empleo, las exportaciones se han reducido y la revaluación de la moneda colombiana reduce los ingresos de los exportadores, los recaudos tributarios del gobierno son cada vez menores y el déficit fiscal se ha incrementado, reduciendo su margen de acción económica.
Los dineros del tráfico de drogas canalizados de forma “legal” (incautaciones, decomisos) e ilegalmente, siguen siendo una ayuda para el gobierno y una fuente importante de recursos que se irrigan no sólo en la economía colombiana sino a la de Centro y Norteamérica.

Todo apunta a que Uribe no confía en la capacidad de sus subordinados y aliados para manejar el cúmulo de problemas que tiene encima. No puede abandonar el barco, ni puede dejar ver la más mínima vacilación o señal de debilidad. Eso, podría llevarlo a él y sus cómplices, a acompañar en las cárceles a quién él ha sacrificado para salvarse, como ha ocurrido con sus socios paramilitares y mafiosos, los parapolíticos y sus empleados corruptos y cohechadores.

Las posibles cartas de Uribe
Partiendo de ese presupuesto creemos que Uribe – en medio del desespero que ya se le nota – va a intentar capitalizar el siguiente tipo de acciones que son relativamente fáciles de prever:
1.
Golpear con mayor contundencia a las FARC. Las últimas acciones de esta guerrilla, entre las cuales está el horrible crimen de los ediles liberales de Sumapaz, muy cerca de la capital (que está por ser dilucidado), dejan ver que el cerco que les ha montado el ejército en la región del cañón de Las Hermosas (sur del Tolima, oriente del Valle, que conecta con el norte del Cauca), sitio donde se supone actúa el principal comandante guerrillero Alfonso Cano, los está obligando a actuar con desespero, lanzando ataques distractores. Es claro que Uribe necesita – con cierta urgencia - mostrar un nuevo trofeo que le permita retomar aire para la próxima campaña.

2.
Calentar nuevamente – y posiblemente con mayor gravedad – la frontera con Venezuela, mediante algún tipo de incidente, que seguramente puedan presentar como complicidad entre el gobierno de Chávez con las FARC. La oligarquía tachirense y zuliana es la más interesada en ese tipo de incidentes, que los han venido alimentando con informes sobre los supuestos compromisos del gobierno venezolano con el narcotráfico, su alianza con el gobierno iraní para el tráfico de uranio, y otra gran cantidad de infundios que tienen todo tipo de prensa en Colombia.

3.
Sacrificar figuras uribistas – precandidatos leales y no leales – como ya lo hizo con Vargas Lleras, lo está haciendo actualmente con el ex-ministro de Agricultura Andrés Felipe Arias “Uribito”, y seguramente lo hará con Nohemí Sanin, a fin de que el uribismo raso – y sobre todo, los empresarios – lo sigan viendo como indispensable para mantener y fortalecer su régimen plutocrático, y poder aplastar a la oposición política.

4.
No se puede descartar que en la medida en que Gustavo Petro se vaya convirtiendo en un verdadero peligro para sus aspiraciones continuistas, el gobierno orqueste algún tipo de atentado para ser presentado como acción de la insurgencia. Por eso, crímenes como los del Sumapaz deben ser esclarecidos, porque pueden ser también nuevas modalidades de “falsos positivos”, para ir generando el ambiente propicio para atentar física y criminalmente contra dirigentes de la oposición política.

Nuestro qué hacer
Que Petro haya sido escogido como el candidato del Polo fue un duro traspiés para el uribismo. La campaña mediática para presentarlo como un político moderado, supuestamente cercano a la política de Uribe, estaba dirigida a radicalizar a las bases de izquierda en contra de quien ellos saben que es un político experimentado.
Las condiciones políticas van generando nuevas situaciones que obligan a realizar virajes estratégicos.
Ha llegado el momento de retar a Uribe, él quiere seguir jugando desde la sombra, esperando que nos desgastemos con sus comodines de ocasión. Que Uribe haya utilizado de pararrayos a “Uribito” en el consejo comunitario pasado, es una señal de debilidad que no se le había visto antes.

Que ahora, le haya exigido a su bancada permitirle al pre-candidato conservador ir al Congreso a defender su gestión en el Ministerio de Agricultura y poner la cara frente al escándalo de los recursos del Agro Ingreso Seguro, es la continuidad de una estrategia dirigida a sacrificar a su amigo para salvarse él.
Petro debe salir a retar a Uribe.
Éste es derrotable, siempre y cuando no enviemos señales de debilidad frente a la insurgencia y nos mantengamos en la línea de independencia frente al proyecto bolivariano del presidente Chávez, pero paralelamente hagamos ver que somos garantía de paz y reconciliación tanto hacia lo interno como en las relaciones con los vecinos.
El Frente o Acuerdo Democrático que ha propuesto Petro sigue siendo vigente, pero la mejor forma de construirlo es fortaleciendo la candidatura del Polo. Que la dirección del partido no se distraiga más en decisiones administrativas cuando lo que se requiere es estar concentrado en la acción política.

A los comodines deben enfrentarlos nuestros senadores y senadoras. Petro como un cazador tras su presa, debe ir por Uribe. Él ya se ganó ese reto. ¡Vamos por él!

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