lunes, 2 de noviembre de 2009

Haití: 5 años de ocupación de tropas ONU, bajo el mando brasileño

Entrevista con Franck Seguy
Haití está ocupado desde 2004, luego del secuetsro -por parte de Estados Unidos-del presidente Jean-Bertrand Aristide y su deportación a Africa. La misión de la ONU tenía, supuestamente, el objetivo de estabilizar y garantizar la paz. Cinco años después, el pueblo haitiano no conoce paz alguna.

Por el contrario, sufre miseria y represión. Las condiciones de vida son cada vez más precarias y se suman infinitas denuncias de violación de los derechos humanos por los “cascos azules” que ocupan el país.
Las organizaciones populares denuncian abuso sexual contra las mujeres, invasión de hogares, prisiones arbitrarias y asesinatos. Ni siquiera existe el derecho a la libre manifestación, pues la Minustah -tropa de la ONU- actúa, junto a la policía local, como agente represor, así ocurrió en las movilizaciones del último 1º de Mayo.

Quienes se han beneficiado con la mano de obra barata son las multinacionales, principalmente del sector textil. En la actualidad, se están instalando dieciocho zonas francas para abrigar a empresas extranjeras, en su mayoría norteamericanas. El país, donde cerca del 80% la población es pobre y se come bizcocho de barro, se transformó en una verdadera fábrica de esclavos.

El salario medio es de US$ 1,75 por día. Lo máximo que un trabajador haitiano puede recibir es US$ 4 diarios. En agosto pasado, soldados de la ONU participaron de acciones represivas contra huelgas de los trabajadores textiles que demandaban aumentos salariales. Mientras tanto, la ONU gasta US$ 600 millones por año en mantener a los más de 7 mil soldados que ocupan Haití.
Para conocer de primera mano la situación actual, reproducimos una entrevista con el compañero Franck Seguy, militante haitiano de la ASID (Asociación Universitaria Dessaliniana), organización que actúa en la universidad pública y que está al lado de los trabajadores y sus luchas.

Los activistas de la ASID fueron reprimidos por las fuerzas de la Minustah, algunos quedaron presos o heridos durante las recientes manifestaciones de protesta. Esta entrevista ha sido publicada en el Semanario Opiniâo Socialista Nº 392, realizada por Jeferson Choma. www.pstu.org.br/. (Traducción de Ernesto Herrera – Correspondencia de Prensa).
¿Qué balance hace la ASID de la ocupación y que piensas de la renovación del mandato de la ONU?

En primer lugar quiero decir que el pueblo haitiano no tiene más ilusiones sobre el papel de la Minustah. Quedó claro para el pueblo que la misión tiene como objetivo el de reprimirlo para garantizar las inversiones del capital transnacional. El discurso de misión de paz, ayuda humanitaria, etc., ya no engaña a nadie.

Pasaron cinco años y nada de positivo ha ocurrido. Todos los cambios sucedidos en Haití han sido negativos. La presencia militar ha empeorado las cosas y el pueblo sufre la represión. Toda vez que la ONU vota la renovación, viene con ese argumento de “misión de paz”.
Pero Haití no vive una guerra. No hay un conflicto militar de un grupo contra otro. Lo que tenemos en Haití es una misión que asegura los negocios del capital transnacional, reprimiendo al pueblo. La miseria en Haití es tan grande que colocan a los soldados para evitar una explosión.

Para comprobar lo que digo, basta ver los acontecimientos de mayo para acá. La clase trabajadora pasó dos años luchando por el reajuste de su salario. El salario mínimo era de 2 dólares diarios. En 2007 un diputado propuso una ley para reajustar ese salario, pero el proyecto fue demorado dos años en el parlamento. En mayo de este año la ley fue aprobada.
El presidente Préval tenía dos posibilidades: derribarla o sancionarla. Cumpliendo su papel de capataz de la burguesía, el presidente recolocó el proyecto en el parlamento para ser revaluado. Todo esto generó una situación de lucha entre los trabajadores.
¿Y cuál fue el papel de la Minustah?
Reprimió todas esas luchas.

¿Qué ocurrió después?

Una delegación de empresarios brasileros llega a Haití a finales de setiembre para identificar los lugares donde implantar las maquiladoras (industrias textiles que se aprovechan de la mano de obra barata).
Estados Unidos aprobó una ley llamada Hope (Haitian Opportunity for Economic Enhancement) que permite a los productos industriales fabricados en Haití llegar a EEUU sin tributación de impuestos.
Esa ley va a beneficiar a los empresarios brasileros que están invirtiendo en Haití, y podrán vender sus mercaderías sin tasas de impuestos en EEUU. La razón de la ocupación militar de Haití es reprimir al pueblo y mantener el salario mínimo barato para beneficiar a los empresarios brasileros.
Recientemente el ex presidente Bill Clinton visitó Haití. En la ocasión, miembros de su delegación hablaron que Haití podría ser una opción “más barata” que China para los empresarios norteamericanos…

Ellos tienen razón. Como se ve, la preocupación de ellos no es por el pueblo sino con los empresarios. La ley Hope beneficia a los empresarios norteamericanos y brasileros, en tanto al pueblo recibe más explotación y represión.
El bajo costo de la mano de obra hatiana torna posible que empresas sean desmontadas en EEUU para que sean deslocalizadas en dirección de Haití. Con la crisis económica en su país y que ellos no pueden resolver, Haití acaba por transformarse en una plataforma de exportación. En la mirada de ellos, Haití no es una nación.

Tú hablaste de que la relación entre el pueblo y la Minustah cambió, que las tropas son vistas como portadoras de violencia y de opresión. Esa relación ¿también se transformó en relación al gobierno del presidente René Préval? ¿Cómo se ubica el pueblo hoy?

René Préval fue electo con la ayuda de la Minustah, pero también contó con una fuerte participación del pueblo. En la primera vuelta de las elecciones de 2006, él tenía un 49% entre 34 candidatos. O sea, tenía un fuerte apoyo. Muchas de las personas que votaron a Préval están ligadas al ex presidente Aristides.
Hoy, incluso en la clase media que acostumbra tener posiciones reaccionarias, aumenta la percepción de que la Minustah se constituyó en enemigo del pueblo. No obstante, el problema es que la debilidad del movimiento no le permite dirigir y orientar la lucha popular.
Esto ayuda mucho al gobierno que, incluso debilitado en su apoyo popular, consigue mantenerse en el poder. La presencia de la Minustah ayuda mucho. Pero si el sector popular tuviese una organización fuerte, comprometida con las luchas, las cosas podrían cambiar.

En Brasil hay un gran boicot de los grandes medios sobre todo lo que pasa en Haití. No se habla de la represión, de las movilizaciones por aumento de los precios.

Los medios no tienen interés en hablar de lo que ocurre. Tienen interés en hablar de que el ejército brasilero cumple una “misión de paz”. El pueblo brasilero, que no tiene forma de saber que pasa en Haití, cree que el ejército de Brasil está ayudando a un país que tienen dificultades, que está en una misión humanitaria…Esa es la visión que tiene.
La verdad, infelizmente, solo es dicha por organizaciones como la Conlutas (Coordinación Nacional de Luchas) y la Intersindical, entre otras. La verdad es que el pueblo haitiano no precisa de la ocupación. Y lo que existe en Haití es una ocupación que incluso desobedece las propias leyes del país.
Por otro lado, los poderes mediáticos y las empresas brasileras que están explotando a Haití, son asociados. Sus intereses son los mismos. Si contasen la verdad, correrían el riesgo de ver al pueblo brasilero manifestarse en solidaridad con el pueblo haitiano, exigiendo el retiro de las tropas. Esa es la principal reivindicación del pueblo haitiano.

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