Tito Pulsinelli
La verdad sale a flote en Europa, que se había abierto como acordeón enloquecido, donde los banqueros liberales marcaban el compás de las “anexiones” con la partitura de los cinco famosos “macro-indicadores económicos”. La borrachera post-Muro de Berlín había embriagado las elites que – con poco dinero – arrasaban las propiedades estatales de la mitad oriental del continente. La liquidación del patrimonio público de Europa del Este provocó un triunfalismo sin límites entre los tecnócratas de Bruselas y los banqueros centrales. Paga uno y llévate tres, así los bulímicos grupos alemanes, franceses e ingleses se volvieron obesos en un santiamén.
La ampliación a alta velocidad de Europa fue dictada por criterios exquisitamente macroeconómicos, sin ninguna evaluación geopolítica, o templada por un realismo gradualista y progresivo. Los chamanes neoliberales de Bruselas y de
Estos “bolcheviques del mercado” de saco y corbata, en pocos años, instauraron un sistema en que todo el poder terminaba en las manos de los monopolios privados, sobretodo transnacionales. De esta forma privaron a todos los Estados orientales de cualquier protagonismo – aunque microscópico – en la economía, e incluso de cualquier entrada fiscal: hicieron polvo los erarios nacionales. Produzcan para la exportación, sean competitivos, repetía cínicamente la nomenklatura de Bruselas a los liliputienses del Báltico, a los rumanos, a los polacos y a los griegos, y demás.
Los entregaron a las manos rapaces del Fondo Monetario Internacional, que aplicó a mansalva la receta universal y unidireccional que ya había llevado a la quiebra de México y de Argentina, así como al súper-endeudamiento de Brasil.
Pero Buenos Aires se rebeló al FMI y obtuvo la reducción drástica de su deuda. Los brasileños rechazaron la dogmática fondomonetarista y, de deudores se transformaron en creedores financieros: ¡hoy prestan al mismo FMI! En el viejo continente, en cambio, el FMI encuentra inesperadamente una nueva Tierra Prometida.
Las elites, que han piloteado irresponsablemente hasta la “unificación” número 27, eran impulsadas por un único y maníaco espejismo neoliberal: mercado&moneda. No existen países, pueblos, sociedades: sólo mercados y PIB. En sus manos
Europa es una cosa demasiado seria para ser dirigida sólo por banqueros y políticos de bajo perfil, totalmente subalternos a EE.UU., del que aún no advierten la crisis sistémica en que está sumergido. Así como no están conscientes de las potencialidades de Europa como bloque autónomo de primer plano, y de la necesidad histórica de contribuir concretamente a los nuevos equilibrios internacionales y al multipolarismo.
La subordinación es evidente en la ausencia de una proyectividad geopolítica por la imposibilidad de sostenerla militarmente de manera autónoma.
Es el recurrente sueño pirático de los hidrocarburos mesopotámicos, de las amenazas crecientes contra un socio económico de consideración, como Irán, y el flanqueo en futuras aventuras bélicas en el mundo. Particularmente hacia la latitud amazónica y de los mega-yacimientos de Venezuela. La negación del multipolarismo entrampa en el horizonte ficticio y delimitado de la así llamada “comunidad internacional”, un eufemismo sustitutivo de EEUU+EuroOTAN.
El mundo va en otra dirección y deben tomarlo en cuenta a Bruselas y Estrasburgo
Traducido por Clara Ferri
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