viernes, 30 de julio de 2010

CUBA ¿UN FÓSIL PREHISTÓRICO? (parte 2)


Methol Ferré www.metholferre.com
Toda esta situación objetiva, explica que en su obra El Uruguay Internacional (Ed. Grasset. París. 1912), en el capítulo "Los pueblos pequeños: casos que enseñan", el Dr. Luis Alberto de Herrera tomara como uno de sus referentes a la Cuba de entonces, e iniciara su reflexión histórica sin vueltas: "En 1898 se declara, en forma oficial, la influencia yankee en la isla de Cuba. Pero desde época remota venía avanzando esa promesa invasora, siempre en marcha, que sólo la absorción total interrumpirá".

Herrera conocía bien la historia de Cuba y recuerda las célebres palabras del presidente John Quincy Adams: "Hay leyes de gravitación política, como hay de gravitación física: así como una manzana separada de su árbol por la fuerza del viento, no puede, aunque quiera, dejar de caer al suelo, así Cuba, una vez separada de España y rota la conexión artificial que la liga con ella, e incapaz de sostenerse por sí sola, tiene que gravitar necesariamente hacia la Unión norteamericana, y hacia ella exclusivamente, mientras que la Unión, en virtud de la propia ley, le será imposible dejar de admitirla en su seno". (1823).

Pero hubo una extraordinaria situación histórica que invirtió esa ley de gravitación. Una sorprendente conjunción de factores internos y externos cambió el panorama a partir de 1959.
Inevitablemente, una revolución democrática se volvió revolución social, y afectó necesariamente los intereses económicos dominantes norteamericanos. El 8% de los terratenientes ocupaba el 75% de las tierras cultivables. ¿Cómo sobrevivir en un enfrentamiento con Estados Unidos? Cuba tuvo una salida excepcional: el contexto mundial bipolar hacía que sólo la URSS pudiera sostenerla abiertamente. Y eso por el equilibrio atómico y los misiles intercontinentales.

Sólo por este momento, en plena euforia del proceso de descolonización en África y Asia, en el nacimiento del Tercer Mundo, la pequeña Cuba se independizó de Estados Unidos, con un costo: la ley de gravitación operó a favor de la URSS, que tuvo el precio de un gran subsidio, de la compra del azúcar, con una gran ganancia geopolítica. También Cuba tuvo otro costo: debió adoptar el sistema totalitario colectivista, el marxismo leninismo de sello stalinista. La independencia total de Estados Unidos sólo tenía esa alternativa. Pero hoy esa alternativa ha terminado. ¿Y entonces? Todo se replantea otra vez.

En una nueva gestación del sistema mundial

Nuestro mundo ya no es ni el siglo XIX, ni el bipolar de la USA-URSS de 1945 a 1989. La "ley de gravitación" tendrá inevitablemente nuevas formas y nuevas complejidades. Pienso que ya no podrá ser tan "unívoca" como antes. En el siglo pasado el destino presentó a Cuba varias opciones: hubo "anexionistas", "autonomistas" e "independentistas". Los anexionistas aceptaban sencillamente la "ley de gravitación" y querían incorporarse a los Estados Unidos.

Los autonomistas pensaban que debían mantenerse los vínculos orgánicos con España, porque la independencia era una ilusión, que conducía a la anexión norteamericana. Entonces era mejor tener autonomía dentro de España, que por lo menos era culturalmente afín, en tanto que las otras vías conducían a la "descaracterización", a una inevitable desnacionalización. Los independentistas, con Martí, pensaban que podían llegar a ser parte de una América Latina más pujante. A la verdad, ninguna de las tres opciones se cumplió tal cual, en la complejidad del proceso histórico. Cuba es el país más importante del Caribe, tiene ya demasiada "historia propia" y entonces diríamos que hoy el "anexionismo" está más cerca y más lejos que nunca.

Esta contradicción está en la base del endurecimiento actual de Cuba. Sólo si la Cuba tiene garantías de que "liberalizar" no es igual a transferir automáticamente el poder a Miami, podrá entrar paulatinamente en una economía de mercado, mixta en distintos grados, y en libertades políticas que eviten una inmensa tragedia. Tragedia que no beneficia, por supuesto, ni a Cuba, ni a América Latina ni a Estados Unidos. Todos tienen su parte y responsabilidad en los nuevos caminos.

Pienso que Estados Unidos debe cesar el embargo y el bloqueo. No puede quedar inmóvil esperando la muerte de su enemigo, cuando en esto va la vida de un pueblo. Pienso que Fidel Castro no puede invocar presuntas amenazas norteamericanas, como peligro de agresión contra Cuba. Porque Cuba ya no tiene importancia para los Estados Unidos, que con sólo esperar gana. Aunque, reiteramos, el "modo" de ganar puede ser pérdida en otras escalas. Pienso que México, Venezuela y Colombia tienen importancia decisiva en cooperar con Cuba para encontrar formas de apertura paulatina, que nadie pueda interpretar como una "conspiración antinorteamericana".

Creo que incluso España tiene un papel que cumplir. En este caso, sabiduría de los fuertes será entrar últimos. Los más fuertes hoy son Estados Unidos y los emigrados de Miami. Pero no pueden pretender sin más la situación de una vuelta de campana. Si lo pretenden, encierran a Fidel Castro en la dureza, y se hacen también responsables de la tragedia. Es tiempo del Grupo de Río. Es tiempo de todos. Es tiempo de ayudar al pueblo de Cuba a una salida digna y pacífica.

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