martes, 19 de marzo de 2013

Colombia - EL PARO CAFETERO: UNA REBELIÓN CÍVICO-POPULAR

Fernando Dorado  Una verdadera rebelión cívico-popular se desarrolló al calor del paro
realizado por los caficultores colombianos entre el 25 de febrero y el 8 de marzo de 2013. Lo que más llama la atención es la naturaleza del movimiento en donde participaron de una manera directa más de 120.000 manifestantes y aproximadamente un millón y medio de personas de formaindirecta. ¿Cuál es esa naturaleza? Para algunos analistas el paro fue cafetero, nada más. La verdad es que esta inmensa movilización comprometió a
todos los sectores del gremio caficultor, desde el más pequeño
parcelero y proletario recolector hasta el campesino rico y el
empresario cafetero que se vieron representados por el “Movimiento por
la Defensa y la Dignidad de los Caficultores”.

Pero además, en toda la región cafetera – que hoy comprende el eje
cafetero tradicional (Antioquia, Caldas, Risaralda, Quindío, Norte del
Valle y del Tolima) y departamentos como los del Cauca, Huila, Nariño,
Caquetá, Putumayo y Santander –, se sumaron de diferentes formas al
movimiento decenas de miles de personas que están vinculadas al sector
cafetero por lazos de trabajo (jornaleros), comerciantes de toda
clase, transportadores y compradores de café. Fue así como el paro
nacional cafetero se convirtió, en efecto, en un gran paro cívico de
la región andina colombiana.

Ello se manifestó claramente en la escogencia que se hizo de los
sitios de concentración y de bloqueo, todos muy cerca de cabeceras de
municipios cafeteros sobre carreteras nacionales y departamentales
como Bolombolo y La Pintada en Antioquia; Irrá en Caldas; Belem de
Umbría y Remolinos en Risaralda; Calarcá en Quindío; El Líbano y
Boquerón en Tolima; Piendamó, Timbío, Galíndez, Pescador y Mondomo en
el Cauca; Neiva, Garzón, Pitalito y Pescadero en el Huila; Chachagui y
El Pilón en Nariño y 15 sitios más en diversos departamentos.

Se debe resaltar la participación masiva del pequeño caficultor aunque
todos los sectores cafeteros estuvieron representados y fueron
partícipes  activos, ya que los organizadores del paro acertaron en
hacer girar el centro del movimiento alrededor del problema del precio
sin introducir el criterio de las distinciones por dimensión de área
sembrada que el gobierno quiso manejar en las negociaciones para
dividir el movimiento.

Es destacable la solidaridad manifiesta que se expresó en dos
capitales de departamento como Popayán y Neiva, encabezada
especialmente por el movimiento estudiantil y algunas organizaciones
sociales. Pero además, el paro contó con una opinión pública
francamente favorable a pesar de la campaña de desprestigio que el
gobierno intentó montar con el argumento de siempre: la infiltración
de la insurgencia o por las consecuencias que los bloqueos ocasionaban
para la población del suroccidente colombiano, donde los bloqueos a la
carretera panamericana fueron totales y absolutos.

El desarrollo del movimiento


Desde el año pasado los caficultores colombianos venían llamando la
atención sobre diversos problemas que azotan éste sector de la
agricultura nacional como la baja producción, la pérdida del ingreso
por cuenta de los bajos precios internacionales y la revaluación del
peso colombiano, el alto costo de los insumos – especialmente los
fertilizantes –, la incapacidad para pagar los créditos bancarios y
otra serie de problemas relacionados. En esa dinámica se movilizaron a
Manizales el 13 de agosto de 2012 y desde ese momento hicieron conocer
su pliego de exigencias que sólo hasta el 6 de febrero de 2013 fue
respondido por el gobierno reiterando la ayuda aprobada el año
anterior de $6.000 por arroba o $60.000 por carga de 125 kg.

Ante la insuficiente respuesta del gobierno los caficultores
colombianos se aprestaron a cumplir con el paro anunciado para el 25
de febrero de 2013. El gobierno a última hora intentó abortar la
movilización convocando para el domingo 24 a los dirigentes cafeteros
a reunirse en Bogotá en horas de la tarde. La dirigencia del paro no
se dejó distraer y se concentraron en la realización del movimiento
que para mediados del primer día (lunes) ya tenía más de 20 sitios de
concentración a lo largo y ancho de los departamentos comprometidos, a
los cuales se sumaron contingentes importantes de cacaoteros de
Santander concentrados en La Lezama (carretera entre Barrancabermeja y
Bucaramanga) de los municipios de Cimitarra, San Vicente del Chucurí y
Landázuri. Al cierre del día se calculaban entre 80.000 y 100.000
campesinos movilizados.

El gobierno juega al desgaste dejando que los días pasaran sin llamar
a negociar e intenta mediante la represión policial, militar y de la
ESMAD desalojar a los manifestantes de sus sitios de concentración y
bloqueo, causando numerosos heridos y detenidos en diversos lugares de
movilización. Los manifestantes consiguen el apoyo de nuevos
contingentes que a finales de la semana superaban los 100.000
manifestantes.

El sábado 2 de marzo el gobierno se reúne con los representantes de la
Federación Nacional de Cafeteros de Colombia, gremio oficial que
agrupa a la denominada institucionalidad cafetera y aparenta un
“acuerdo” alrededor del aumento de la ayuda para la compra del café a
razón de $5.500 por arroba o $55.000 por carga, quedando en la suma de
$115.000 por carga de café para caficultores con menos de 20 hectáreas
de cultivos y de $95.000 para quienes poseyeran más de 20 has.

Esa pantomima de acuerdo fue rechazada tajantemente por la dirigencia
del paro y fue asumida como un agravio por parte de las bases
cafeteras que ya no se sienten representados por la burocracia de la
Federación. Tal trampa y burla hizo que nuevas y renovadas fuerzas de
caficultores se movilizaran a los sitios de concentración y que los
bloqueos de carreteras se fortalecieran. En el Cauca más de 5.000
indígenas nasa y Misak (guambianos) se unieron a la protesta.

Como se puede observar la firmeza y beligerancia del movimiento
cafetero desnudó las falencias y la soberbia del gobierno que se
negaba a negociar “bajo presión de bloqueos de vías carreteables”.
Mientras tanto los medios de comunicación se encargaban de
deslegitimar el paro tratando de enfrentar a la población de las
ciudades sitiadas por los bloqueos, por diferentes clases de problemas
como el desabastecimiento de combustibles y víveres, la insuficiencia
de insumos hospitalarios en algunas regiones y otras situaciones
propias de un movimiento de tal envergadura.

Es así como en la segunda semana de paro cafetero el gobierno se ve
obligado a entablar conversaciones directas con los organizadores del
paro, encargando al vicepresidente Angelino Garzón y al seudo-ministro
“Lucho” Garzón la labor de mediadores, convocando para el miércoles 6
de marzo a la ciudad de Pereira a los organizadores del paro para
buscarle una salida negociada al conflicto.

Los logros del paro


La negociación del pliego cafetero se centró en el tema del precio del
café. El movimiento cafetero exigía un precio de sustentación
alrededor de $700.000 por carga. Al final de dos días largos de
negociaciones se acordó lo que el gobierno llamó un apoyo para la
Protección del Ingreso Cafetero PIC que consiste en un valor de
$145.000 por carga de 125 kg sobre el precio publicado por la
Federación. Es así como se obtiene un incremento de 141% sobre la
cifra de $60.000 y de 26% sobre los $115.000 que el gobierno había
ofrecido en su frustrada negociación del 2 de marzo con la Federación.

De acuerdo al Acta del convenio “Cuando el precio base de compra sea
inferior a los $480 mil por carga de café pergamino seco de 125 Kg.,
el PIC será de $165 mil por cada carga de café pergamino seco de 125
Kg.”. Así mismo se establece que “Este apoyo se entregará a los
caficultores cuando el precio base de compra publicado por la
Federación Nacional de Cafeteros de Colombia sea inferior a los $700
mil por carga de café pergamino seco de 125 Kg.” y “En ningún caso la
suma entre el precio base de compra y el PIC será superior a los $700
mil por carga de café”.

Es así como el punto central del movimiento se acerca a las
expectativas de los caficultores colombianos representando para el
gobierno la asignación de una partida de $830.000 millones de pesos
del presupuesto nacional para cubrir dicho subsidio; monto de recursos
económicos que irrigará la economía de más de 550 municipios cafeteros
de 14 departamentos.

Para los demás puntos del pliego – créditos, costo de fertilizantes e
insumos, minería en zonas cafeteras, importación del grano y otros –
se acordaron mesas de trabajo con presencia ministerial que
“sesionarán por 90 días a partir de la fecha de su instalación, para
deliberar y obtener conclusiones, recomendaciones, acuerdos o
decisiones”.

Entre los principales logros del paro se debe destacar haber vinculado
a la lucha social (y política, en el mejor sentido de la palabra) a
cientos de miles de productores cafeteros, que si bien habían luchado
en la década de los años 90s del siglo XX por condonación de deudas
bancarias y otros puntos relacionados, no lo habían hecho con la
beligerancia, organización y cohesión que demostraron en esta ocasión.

Así mismo, además de la importante solidaridad obtenida por el
movimiento a lo largo y ancho de la región cafetera, se podría afirmar
que ésta histórica jornada va a inaugurar una nueva oleada de luchas
sociales que están relacionadas íntimamente con las consecuencias de
la aplicación de las políticas neoliberales impuestas en Colombia, que
por efecto de la criminalización de la lucha social y la dura
represión de las últimas décadas no había logrado la dimensión
política que ha conseguido en el resto de Sudamérica.

Algunos significados del paro cafetero


Esta gran expresión de rebelión cívico-social y política ha demostrado que:
- La crisis del sector agropecuario es profunda, estructural y se va a
manifestar con mayor fuerza en el inmediato futuro en otros sectores
productivos como el lechero, ganadero, arrocero, etc. Todo el modelo
de apertura y de “libre comercio” ha sido puesto al desnudo. Las
clases campesinas van a protagonizar nuevas luchas relacionadas con la
política productiva y económica del país.

- La situación del sector cafetero colombiano es de una insondable
gravedad, no sólo por su baja producción y por los bajos niveles del
ingreso del caficultor, sino porque todo el modelo productivo está en
cuestionamiento y profunda crisis. La subordinación de los pequeños
caficultores a los grandes exportadores colombianos y de todo el
sistema cafetero colombiano a los intereses de las grandes
transnacionales tostadoras y comercializadoras de café, es un hecho
que se traduce en tal lamentable circunstancia.

- La Federación Nacional de Cafeteros de Colombia es una institución
paquidérmica, de tipo “corporativo”, controlada por el gobierno,
alejada de los intereses de los caficultores, burocratizada y
clientelizada, que requiere de una transformación democrática para ser
puesta al servicio de los intereses de las amplias mayorías de
productores.

- El mapa cafetero ha cambiado. La producción se ha desplazado a
departamentos como el Huila, Cauca y Nariño, en donde los pequeños y
medianos productores han podido resistir – relativamente – la crisis
del sector cafetero, acudiendo a mano de obra familiar y adecuando su
cafetal a dinámicas de economía parcelaria campesina.

- Se puede afirmar que una gran parte de los campesinos actuales
tienen un pié en la finca y otro en un centro urbano en donde la
familia encuentra educación y otros servicios públicos, pero además en
donde se rebuscan económicamente combinando labores como la pequeña
industria, artesanía, comercio, construcción, etc. El campesinado
colombiano del siglo XXI es esencialmente distinto del que existía en
el siglo XX.

- Este gobierno de Juan Manuel Santos es muy débil frente al
movimiento social.
No sólo hubo imprevisión e incapacidad de leer la
situación de los productores de café sino que existió una combinación
de prepotencia, torpeza y soberbia a la hora de enfrentar el paro, lo
cual en gran parte fue uno de los determinantes del éxito del
movimiento.

- La concreción de las reivindicaciones cafeteras (precios, créditos,
costo de insumos, etc.) de fácil comprensión para el conjunto de los
productores cafeteros, constituyó la base de la fortaleza del
movimiento. Se unificó a todos los sectores y la consigna del precio
movía a todas las partes interesadas. Grandes masas de productores
dieron un paso hacia la protesta social. Esa es su fortaleza.

La perspectiva inmediata es encontrar puntos de acción coincidentes
con otros sectores de la producción agropecuaria lo que le dará a la
lucha y al movimiento un nivel superior en las reivindicaciones
económicas y políticas. El camino ha quedado desbrozado.


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