Raul Zibecchi La Jornada Mexico Las crisis
sistémicas suelen provocar mutaciones de larga duración que no dejan nada en su
lugar. La crisis de la dominación española sobre nuestro continente se trasmutó
en una realidad completamente nueva. Las sociedades que se estabilizaron hacia
la segunda mitad del siglo XIX poco tenían que ver con
versione in italiano: Il nuovo Venezuela qui
las existentes hacia 1810, cuando la Revolución de Mayo en el virreinato del Río de la Plata. Esos periodos críticos habilitan, también, el nacimiento de relaciones sociales diferentes a las hegemónicas que son, en última instancia, una de las claves de bóveda del cambio social. No es durante la grisura de la estabilidad cuando nace lo nuevo, sino en medio de las bravas tormentas, siempre que seamos capaces de innovar, de trabajar creando
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las existentes hacia 1810, cuando la Revolución de Mayo en el virreinato del Río de la Plata. Esos periodos críticos habilitan, también, el nacimiento de relaciones sociales diferentes a las hegemónicas que son, en última instancia, una de las claves de bóveda del cambio social. No es durante la grisura de la estabilidad cuando nace lo nuevo, sino en medio de las bravas tormentas, siempre que seamos capaces de innovar, de trabajar creando
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En Venezuela está
sucediendo algo similar. Detrás o debajo de la crisis política, de la ofensiva
de la oposición y de Washington, de la parálisis del gobierno, de la corrupción
que atraviesa todo el país, de arriba abajo, de la escasez y de las
interminables colas para comprar alimentos, late otro país. Un país productivo,
solidario, donde las personas no pelean entre sí por apropiarse de harina,
azúcar y arroz, un país en el que pueden compartir lo que hay.
Un extenso e intenso
recorrido por comunidades de los estados de Lara y Trujillo, desde la ciudad de
Barquisimeto hacia la región andina, permite comprobar esta realidad. Se trata
de una amplia red de 280 familias campesinas integradas en 15 organizaciones
cooperativas, junto a 100 productores en proceso de organización, que integran
la Central Cooperativa de Servicios Sociales de Lara (Cecosesola), que
abastecen las tres ferias urbanas con 700 toneladas de frutas y verduras cada
semana, a precios 30 por ciento por debajo del mercado, ya que eluden coyotes e
intermediarios.
La visita directa a
cinco cooperativas rurales, algunas con más de 20 años y otras en proceso de
formación, permite comprender que la cooperación campesina tiene una fuerza
extraordinaria. Una sencilla cooperativa de 14 productores en Trujillo, a 2 mil
500 metros de altura, consiguió comprar tres camiones, construir una bodega, la
casa campesina y un galpón, produciendo básicamente papas y zanahorias de forma
manual, sin tractores porque sus tierras están en pendientes. Un pequeño
milagro que se llama trabajo familiar y comunitario, porque todas las
cooperativas tienen tierras comunes que cultivan entre todos y todas.
Trabajo y debate
para corregir errores. Eso que antes llamábamos autocrítica y quedó olvidada en
algún agujero negro del ego masculino/militante. Las 3 mil reuniones anuales
que realizan los mil 300 trabajadores asociados de Cecosesola, abiertas a la
comunidad, son extensas, ásperas y frontales, en las que no se ocultan las
desviaciones personales que perjudican al colectivo. Como decimos en el sur, no
se andan con chiquitas. Van de frente, sin anestesia ni diplomacia, lo que no
resquebraja sino consolida el ambiente de hermanamiento.
La red de 50
organizaciones comunitarias (15 rurales y 35 urbanas) abastece a más de 80 mil
personas por semana en las tres ferias de consumo familiar, que cuentan con 300
cajas simultáneas. En estos momentos de escasez, abastecen la mitad de los
alimentos frescos de una ciudad de un millón de habitantes, por lo que se
forman colas hasta de 8 mil personas en la feria central, la más concurrida de
todas, ya que el gobierno cerró algunos de sus mercados por carecer de
productos.
Las cooperativas
rurales producen verduras y frutas; las unidades de producción comunitaria
urbanas elaboran pastas, miel, salsas, dulces y artículos de higiene y del
hogar. En total, son 20 mil socios de los sectores populares de Barquisimeto
los que están directamente involucrados en la red.
Los ahorros en la
producción, las ferias y las colectas les permitieron construir el Centro
Integral Comunitario de Salud, que tuvo un costo de 3 millones de dólares,
cuenta con 20 camas y dos quirófanos donde realizan mil 700 cirugías anuales a
mitad de precio que en las clínicas privadas, gestionado por casi 200 personas
de forma horizontal y asamblearia. Además, tienen un fondo cooperativo (una
suerte de banco popular) para financiar cosechas, comprar vehículos, insumos
médicos y otras necesidades de las familias.
Todo, absolutamente
todo, lo consiguieron con el trabajo propio y el apoyo de la comunidad. No
recibieron un solo bolívar del Estado a lo largo de más de 40 años. ¿Cómo lo
hicieron? Algunos documentos elaborados por la red lo explican en dos
conceptos: ética y cooperación comunitaria. No es que no haya problemas. Los
hay, y muchos, con casos de aprovechamiento individualista, como en todas
partes.
El documento Ética y revolución, difundido en marzo pasado,
dice: En nuestro país aceleradamente se va imponiendo una nueva modalidad
de propiedad privada, al intentar adueñarse cada quien del espacio que se le
antoje según su conveniencia. Ante eso son intransigentes. Es el mismo espíritu
que los lleva a fijar los precios sin atender los del mercado, sino por
acuerdos entre productores, tomar los acuerdos por consenso, eliminar las
votaciones, percibir todos los mismos ingresos y trabajar para desmontar las
jerarquías de poder internas.
La guía no es el
programa, ni la relación táctica/estrategia, sino la ética. ¿Sin ética hay
revolución?, finaliza el citado documento. La historia nos dice que los
sectores populares pueden derrotar a las clases dominantes, como sucedió en
medio mundo desde 1917. Lo que no está demostrado es que podamos establecer
modos de vida diferentes del capitalismo.
Los trabajadores de Cecosesola pueden
llevar de sus ferias la misma cantidad de productos que el resto de
la comunidad. Si hay un kilo de harina por persona, es para todos igual, formen
o no parte de la red. Esto es ética. La escasez es para todos. Sin privilegios.
Esa es la nueva Venezuela. Donde la ética es guía y norte. Aunque estén
rodeados de mezquindades, siguen su camino. ¿No era ese el espíritu
revolucionario?
http://www.gestionparticipativa.coop/portal/index.php?option=com_content&view=article&id=215&Itemid=435
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