Miguel Ângel Barrios El
maestro del Libertador Simón Bolívar, el monumental Don Simón Rodríguez
o Samuel Robinson (su seudónimo) nos enseñó que la gran tarea de
Nuestra América consiste en inventar o errar. Es decir, si no creamos
terminamos repitiendo o imitando y por ende
trasplantando experiencias
ajenas.
En lo que respecta a la educación, el tema se
vuelve crucial porque la educación es la única que genera ciudadanía de
la inclusión en una globalización del descarte, y por lo tanto
entendemos la educación como inescindible de la calidad educativa. Uno
de los grandes mitos derrumbados en América Latina, es el producto que
una mayor alfabetización y escolarización no significó una mayor
democratización e igualdad de oportunidades.
Ello implica que en la hora de un
"orden" multipolar emergente multicivilizacional, desoccidental y de
Estados continentales industriales como únicos sujetos de soberanía,
debemos rediscutir todo en la agenda educativa, con una enorme audacia,
como nos pedía Simón Rodríguez, para no quedar repitiendo frases y
rótulos o banderas estáticas, pero que contribuyen a una decadencia
estructural del sistema educativo.
Desde un principio rechazamos un primer análisis
exclusivamente de indicadores cuantitativos exclusivamente, muy propenso
en los organismos internacionales y en sus consultores, porque reflejan
la fotografía del problema pero no el problema. También objetamos un
análisis didáctico del problema, porque la didáctica - cómo enseñar - es
una rama de la Ciencias de la Educación o Pedagogía, y absolutizarla
nos desvía. La Educación está mucho mas allá de una cuestión áulica.
Primero definamos las prioridades políticas. Y también somos reacios a
tratar el tema, la primera vez, desde una cuestión de gestión.
Producto de años de experiencia y estudio, sin
dudas lo primero que debe tener cualquier país latinoamericano es un
consenso nacional educativo.Y en segundo lugar, ese consenso debe
establecer las prioridades de un cáncer con metástasis. Y en esto
debemos ser duros, como decía Methol Ferré, debemos utilizar una
inteligencia dura en el diagnóstico para ir en un más allá de Simón
Rodriguez y no repetir.
Primero, definir la educación: la educación es la
transmisión intencional de una cultura. Es plural y no neutral. Consiste
en la adquisición de habilidades, competencias y valores para la toma
de decisiones en tiempos de incertidumbres.
Segundo, la cultura es el conjunto de elementos materiales y espirituales de un pueblo, que hacen a la identidad.
Primera conclusión: la educación es una
parte y la cultura es el todo. Y nuestra cultura es una y plural, es
una en la diversidad, mestiza, latinoamericana. Lo homogéneo es la
lengua como expresión de la cultura; la religiosidad popular, la Patria
Grande y lo diverso, son los matices étnicos que fueron tomando los
mestizajes. Pero ello no anula a la Nación Latinoamericana, al decir de
Jorge Abelardo Ramos; o a la Patria Grande, al decir de Ugarte; o a la
Magna Patria, al decir de Rodó; o a la Patria de la Justicia, al decir
de Henríquez Ureña.
El problema esencial es que además de ser el
continente más inequitativo del mundo, nunca más vigente la Geopolítica
del Hambre de Josué de Castro - del año 1951 -, la separación de tres
instituciones claves como agentes socializadores: el Estado, la Escuela y
la Familia.
Por otro lado, un sistema educativo es una
estructura organizacional y secuencial del Estado para acreditar
conocimientos, o sea títulos. Pero puede o no tener política educativa.
Ésta es el conjunto de orientaciones activas que debe tener el Estado
para lograr un determinado sujeto pedagógico. Por lo tanto, el gran
debate en una política educativa pasa por resolver la respuesta de QUÉ
ENSEÑAR, y luego CÓMO ENSEÑAR, que serían las técnicas de aprendizaje, o
sea, la didáctica, ahora es al revés, primero se discute el cómo y
luego el qué.
El sujeto pedagógico para la independencia
definitiva consiste en formar ciudadanos argentinos, suramericanos y
latinoamericanos, libres, autónomos, emprendedores, solidarios,
creadores. Hoy, nuestro sujeto pedagógico más allá de las grandes
normativas y discursos escritos y orales, es la NADA.
No entraremos a analizar las deficiencias graves
del sistema educativo. Enumeraremos algunas y luego iremos al que
consideramos el principal.
Existe una falsa dicotomía entre lo público y lo
privado, todas las instituciones educativas son públicas, lo que cambia
es el modo de gestión, que puede ser privado o público, y deben
complementarse. Quedarse en esa disputa es quedarse en el pasado.
La Reforma del 18 se ha convertido en un lindo
discurso. Pero hoy los programas de las listas para llegar a cargo
electivos no es un programa de gobierno universitario. Es un toma y daca
de cambio de lealtades por dedicaciones exclusivas. Y por supuesto,
añadido a esto, de un secreto absoluto de los concursos. O sea, las
universidades en su mayoría son más corporativas y secretas que las
fuerzas de seguridad, en nombre de la Reforma del 18. Algunas
universidades poseen rectores perpetuos, cuyo nombre se asocia al de la
universidad. Los organismos de acreditacion, como la CONEAU, poseen en
lo que hace a sus miembros o evaluadores, nombres que son desconocidos o
que no tienen titulo de posgrado y evalúan posgrados.
En lo que respecta al nivel terciario, son el
nivel estratégico del sistema, sin embargo se mantiene esa
discriminación de que el nivel terciario es marginal al universitario,
que tanto daño hace. En verdad existe un sólo nivel, el nivel superior
universitario y el nivel superior terciario, por eso existen
articulaciones. Esto es un verdadero drama.
El secundario sigue manteniendo planes del siglo
XIX, solo cambiaron de nombre las materias, y la fragmentación de
distintos planes que coexisten, la problemática de los profesores taxis y
la falta de sentido de pertenencia, mas la hipocresía nuestra como
familia, que culpamos todo al docente pretendiendo que hagan de
trabajadores sociales y de escuelas guarderías, agravan al máximo el
problema.
Los sindicatos docentes, en la mayoría plantean
solo la cuestión salarial, y luego un conjunto de frases desarticuladas
sobre la profesionalizacion docente, y esto se profundiza con las
llamadas Juntas de Clasificación, que acreditan cursos de
desprofesionalización y no de profesionalización, como por ej. cursos de
peluquería, cursos de reciclaje de can can , "El Principito y el
Mercosur", etc. Y estos cursos tienen más validez que una licenciatura. O
por ejemplo, una maestría no figura como título acreditable en la
mayoría de las Juntas de Clasificación, por lo menos de la Argentina.
Y ahora sí. El principal actor del sistema es el
profesor para la enseñanza primaria, que es un titulo superior
terciario, mal llamado titulo de maestro, o a veces por debajo en forma
peyorativa denominado "MAESTRITO" por los profesionales.
La salida política que hay que darle al docente de
nivel primario para recuperar su autoestima, es que el Estado Nacional
habilite durante dos años en convenios con universidades nacionales de
las respectivas provincias, una licenciatura en Educación Primaria, para
situarlo en el prestigio social que se merecen. Esta licenciatura debe
ser gratuita, semipresencial, exigente y homogénea en todo el país, y
aquellos que no la hacen o no aprueban quedan afuera. Es decir, se
realiza una meritocracia de hecho, y de paso, se eliminan los "cursos
kioscos" que se brindan con puntaje de la Junta de Clasificación. Y hay
que informatizar.
La Ley de Educación del año 2006 preveía un
Instituto Nacional de Formación Docente, que en la práctica iba a
supervisar la currícula y fortalecerla de los planes educativos del
docente primario, y en la práctica cada provincia hace lo que se le dé
la gana. O sea, la fragmentación en un nivel tan estratégico es más que
peligrosa.
Esto es, así en forma muy sucinta, los grandes
huecos, ni que pensar en huequitos y agujeros, pero hay que dar la
batalla de la educación para formarnos para un mundo donde la tecnología
no nos lleva al fin del trabajo, sino a miles de ocupaciones que ni
conocemos en los próximos años, y que coexistirá con nuestro universo de
inequidad y de necesidad de solidaridad. Es la madre de todas las
batallas, para no ser condenados "a cien años más de soledad", al decir
del gran García Márquez.
Miguel Ángel Barrios (Argentina), es Doctor en
Educación y Doctor en Ciencia Política. Autor de más de veinte obras de
reconocida referencia bibliográfica.
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