lunes, 11 de agosto de 2008

Gana el proyecto de transformación de Evo Morales

Tito Pulsinelli

Evo Morales habló a la multitud festiva reunida en la Plaza Murillo de La Paz, anunciando el triunfo de la unidad de Bolivia. Se profundiza el proceso de cambio social en la nación que es el corazón amerindio del continente latinoamericano.

La participación masiva al referéndum revocatorio ha consolidado el proyecto social de Evo Morales y al mismo tiempo ha puesto trabas a las fuerzas más oscuras y feudales de la oligarquía continental.

Evo ha sido reconfirmado con un apoyo popular que alcanza casi el 64% y así ha consolidado la base social de apoyo que lo eligió hace dos años, con un consenso de 54%. Frente al entusiasmo incontenible de la gente que ritmaba en coro “Evo seguro, dale duro”, ha subrayado que esta es una victoria de la Bolivia profunda, pero no sólo.

Es una contribución para Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Paraguay y los Países que tratan de recorrer nuevos senderos de mayor justicia. Es la certeza de que la globalización –sin un Estado fuerte y soberano- es sólo una forma de nueva colonización.

En la hipótesis de una derrota, no es difícil imaginar cuál sería ahora el triunfalismo mortífero de las oligarquías y de los payos neoliberales, ya evidenciado en Argentina tras la no aprobación de la ley sobre los impuestos agrarios.

Las acciones contundentes, las conspiraciones de palacio, los golpes son armas sin filo que ya no resuelven los problemas. En la Casa Blanca deberían por fin entender que no es suficiente un embajador transferido de Kosovo, ni generosos financiamientos ilegales a sedicentes ONG’s. Y la mega-máquina mediática no garantiza siempre y automáticamente los milagros. La voluntad de los poderosos no siempre subyuga la voluntad colectiva.

Evo ha ratificado que la soberanía boliviana será posible sólo si se refuerza el control en las vísceras de la tierra: agua, gas, minerales, etc. Vendrán nuevas nacionalizaciones y seguirá la reforma agraria.

Hoy han perdido las elites, las fuerzas del egoísmo ilimitado, las que desde hace siglos estaban acostumbradas a imponer siempre su propia voluntad, hasta sus deseos más caprichudos y racistas. Han perdido los paladinos de la riqueza insolente que se funda en la pobreza humillante.

Evo Morales ha acumulado más fuerza, más prestigio y tendrá una superior capacidad de maniobra, porque dos prefectos de derecha han sido derrotados a Cochabamba y La Paz.

Se ha impuesto el “partido nacional” que defiende la soberanía, los recursos y la integridad de la nación, contra el “partido imperial”, embarcado en la balcanización.


Los electores han hablado con claridad, pero la partida con las elites feudales –lamentablemente- no se va a resolver sólo con los votos y la legitimidad democrática.
Los votos son indispensables como un primer escalón de un proceso que es más largo que un ciclo electoral, que debe llevar a una nueva hegemonía social capaz de dar forma al proyecto de la nueva Bolivia.
Los tiempos son maduros y hoy se dio un gran paso hacia delante.

Mientras estalla la guerra en el Cáucaso, que re-actualiza el baile enmascarado de los separatismos buenos y malos –y la infinita hipocresía “occidental”- Bolivia ha dado un reglazo sonoro en los nudillos de los locales separatistas. Subvencionados por Estados Unidos, estos quisieran echar mano de los yacimientos situados –qué casualidad- en sus regiones.
Para Washington es bueno el separatismo de Kosovo y de la “Medialuna”, pero es inmoral el de Osetia y de Abkazia.

En la neo-lengua tumefacta de las democracias cada vez menos representativas, hay una conmixtión frecuente entre “derechos humanos” y separatismo. Donde éste último es simplemente un sinónimo de pozos, yacimientos o áreas geográficas para los oleoductos.
Los bolivianos han reiterado que no quieren bailar al son de una música ejecutada por orquestas imperiales. Después del estaño no quieren ser depredados del gas.

traducción de Clara Ferri

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