Vicky Pelaez
La decisión del presidente Barack Obama de enviar 17,000 soldados adicionales a Afganistán, disipó toda duda sobre la continuidad de la política exterior norteamericana iniciada por George W. Bush, en el marco de la expansión permanente a través del "caos creativo".
Desde octubre de 2001 cuando EE.UU. atacó a Afganistán, el país se sumergió en un caos y destrucción donde la muerte se convirtió en algo tan habitual que ni siquiera sorprende a los niños.
Los informes calculan que ya son más de 50,000 civiles entre muertos y heridos en este callejón sin salida. Indican que a pesar de casi ocho años de guerra, que involucró a 34,000 soldados norteamericanos y 18,000 europeos, los talibanes están controlando un 70 por ciento del territorio y hasta se atreven a atacar la capital Kabul.
Como dice un refrán afgano: "lo que está a la vista no necesita explicación". Estados Unidos está perdiendo esta guerra.
De acuerdo al último militar soviético que salió de Afganistán en 1989, general Boris Gromov, "con o sin el aumento de tropas el resultado siempre va a ser negativo". Y los rusos saben lo que dicen, pues en 10 años de permanencia en ese país sufrieron cuantiosas pérdidas humanas y materiales: 14,000 muertos, 50,000 heridos, y destruidos 100 aviones, 300 helicópteros, 150 tanques y 1,300 carros de combate.
En términos estratégicos fue un éxito norteamericano sin precedentes ya que fueron estos, en la época de Reagan, los que siguieron el consejo del ex director del servicio secreto exterior francés, Alexandre de Marenches de entrenar y armar a mujahidines para que expulsen a los soviéticos.
Así pasó, pero lo que no fue calculado es que esos mujahidines se convertirían en los talibanes que se opondrían a la expansión norteamericana en el Asia Central. Ellos formaron una organización secreta de estirpe religiosa militar que lucha ahora con el mismo armamento de sus creadores.
En las condiciones actuales, los europeos ya no quieren mandar tropas, a excepción de Gran Bretaña que prometió 3,000 soldados adicionales, Georgia 110 y Lituania 20, "dejando", de acuerdo al secretario de defensa Robert Gates, ‘solo a EE.UU. para hacer el trabajo sucio'.
Por eso, no extraña que en estos días aumentara la promesa de visas a los indocumentados a cambio de enrolarse en el ejército.
Tampoco satisface el nuevo pretexto: "la lucha contra el narcotráfico y al-Qaida", que "milagrosamente" se trasladó de Irak a Afganistán y Pakistán. Paradójicamente, según estadística de la ONU, la producción de opio en el país aumentó durante estos ocho años, de 180 toneladas anuales a 9,000 lo que le aporta a Afganistán 10 mil millones de dólares al año - el 40 por ciento de su Producto Nacional Bruto.
La nueva directiva del Pentágono ya dio licencia a los soldados para matar a los sembradores de amapola, es decir los campesinos, lo que sin duda hará engrosar las filas de talibanes. Con Barack Obama , Estados Unidos sigue su camino al "futuro del pasado" donde Afganistán juega el papel de un simple pasadizo hacia Rusia como en su debido tiempo fue Yugoslavia. También abre nuevo acceso hacia China. Cualquier otra explicación sería "un cuento afgano".
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