Miguel Ángel Sandoval
Luego de veinte años de gobiernos derechistas de Arena, que habían secuestrado las aspiraciones del pueblo salvadoreño, la agenda política de la paz y habían dado rienda suelta al neoliberalismo, el domingo 15 de marzo, el FMLN y su candidato Mauricio Funes, dijeron con el pueblo salvadoreño, basta, basta, basta.
Es una victoria de alcance histórico, pues es la primera vez que en El Salvador se instala en la presidencia un gobierno de izquierda que fue gradualmente construyendo un poder que esta fuera de toda duda. Si bien el margen, electoralmente hablando, no es muy grande, el fenómeno social que se desencadeno al momento de conocer la victoria del FMLN y de Mauricio Funes, es de alcance realmente histórico
Con una visión desde el centro del proceso, por haber acompañado el curso del evento desde la elección del 18 de enero que le dio al FMLN la calidad de ser la primera fuerza política del país y la mayoría parlamentaria, este domingo asistí al surgimiento de un fenómeno social de primera magnitud. Funes no es solo el candidato del FMLN, sino que es un político carismático, de amplio dominio de la agenda política de ese país, y que dio lugar a un desborde popular.
Como decía mucha gente, el FMLN es el instrumento que permitió al pueblo salvadoreño ganar el poder y dar así los primeros pasos para la construcción de una nueva época en el pulgarcito de América, como decía Gabriela Mistral. Para esto fue necesario hacer crecer al FMLN, pasar por las sacudidas internas luego de una guerra cruenta, difícil, y de unos acuerdos de paz en 1992.
Y por ello la victoria no esta dada por una simple coyuntura electoral, ni solo por el efecto del sur de América. Es en gran medida un resultado de la guerra, que se hizo con un enorme vigor, de los esfuerzos para construir los acuerdos de paz, del proceso de gobernar mas de la mitad del país vía municipalidades del Frente, de la construcción de alianzas, de la democratización del partido, y de ser una clara oposición, con protesta pero defendiendo de manera clara sus planteamientos. En pocas palabras, es el resultado de un proceso político de primer orden.
En sus primeras declaraciones como presidente electo, Mauricio Funes fue claro al señalar que lo ocurrido en el Salvador el 15 de marzo, constituía una especie de nuevo pacto de paz, de la refundación política de ese hermano país. Y las palabras concertación, unidad, tolerancia, se plantearon en un discurso nuevo, fresco, alejado de los viejos moldes de la izquierda tradicional.
En pocas palabras, el Frente para la liberación nacional, FMLN y su candidato nos están dejando la impresión de la época es de cambio, de nuevos paradigmas, de la era de la izquierda que supo hacer de las urnas, el primer paso en la vía para los cambios. El pulgarcito, habló.
Luego de veinte años de gobiernos derechistas de Arena, que habían secuestrado las aspiraciones del pueblo salvadoreño, la agenda política de la paz y habían dado rienda suelta al neoliberalismo, el domingo 15 de marzo, el FMLN y su candidato Mauricio Funes, dijeron con el pueblo salvadoreño, basta, basta, basta.
Es una victoria de alcance histórico, pues es la primera vez que en El Salvador se instala en la presidencia un gobierno de izquierda que fue gradualmente construyendo un poder que esta fuera de toda duda. Si bien el margen, electoralmente hablando, no es muy grande, el fenómeno social que se desencadeno al momento de conocer la victoria del FMLN y de Mauricio Funes, es de alcance realmente histórico
Con una visión desde el centro del proceso, por haber acompañado el curso del evento desde la elección del 18 de enero que le dio al FMLN la calidad de ser la primera fuerza política del país y la mayoría parlamentaria, este domingo asistí al surgimiento de un fenómeno social de primera magnitud. Funes no es solo el candidato del FMLN, sino que es un político carismático, de amplio dominio de la agenda política de ese país, y que dio lugar a un desborde popular.
Como decía mucha gente, el FMLN es el instrumento que permitió al pueblo salvadoreño ganar el poder y dar así los primeros pasos para la construcción de una nueva época en el pulgarcito de América, como decía Gabriela Mistral. Para esto fue necesario hacer crecer al FMLN, pasar por las sacudidas internas luego de una guerra cruenta, difícil, y de unos acuerdos de paz en 1992.
Y por ello la victoria no esta dada por una simple coyuntura electoral, ni solo por el efecto del sur de América. Es en gran medida un resultado de la guerra, que se hizo con un enorme vigor, de los esfuerzos para construir los acuerdos de paz, del proceso de gobernar mas de la mitad del país vía municipalidades del Frente, de la construcción de alianzas, de la democratización del partido, y de ser una clara oposición, con protesta pero defendiendo de manera clara sus planteamientos. En pocas palabras, es el resultado de un proceso político de primer orden.
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1 comentario:
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