Entrevista con Thierry Meyssan (Parte 2)
I&R: ¿Cómo ve usted la evolución de la situación en el Medio Oriente, a la luz de la nueva administración?
Thierry Meyssan: Existe consenso sobre una cuestión: Washington tiene que lograr reducir la tensión en esa región, sin abandonar por ella a Israel. Hay dos opciones sobre el tapete, pero la aplicación de cualquiera de las dos exigirá el apoyo de las corrientes más radicales. Es por eso que Washington promovió un gobierno Netanyahu-Lieberman en Israel y va a permitir que el Hamas y el Hezbollah ganen las próximas elecciones en los territorios palestinos y en Líbano.
El primer escenario, trazado por Zbignew Brzezinski, prevé simultáneamente el reconocimiento de un Estado palestino y la naturalización de los refugiados palestinos en los países en que se encuentren.
El primer escenario, trazado por Zbignew Brzezinski, prevé simultáneamente el reconocimiento de un Estado palestino y la naturalización de los refugiados palestinos en los países en que se encuentren.
Todo esto iría acompañado de dinero para indemnizar a los Estados que absorban a los refugiados y para desarrollar Gaza y Cisjordania. Además, una fuerza de interposición de la OTAN garantizaría el mantenimiento de esa paz, por mandato de la ONU. Nicolas Sarkozy apoya ese plan.
El segundo enfoque es más duro para los dos protagonistas. Establece que hay que obligar a los israelíes a abandonar sus exigencias más extravagantes, mientras que obligaría a los palestinos a considerar Jordania como su patria natural. Sería una paz más económica para Washington y realizable a largo plazo, aunque difícil de aceptar para ambas partes, y que implicaría de paso el fin de la monarquía hachemita. Uno de los promotores de esa fórmula es el embajador Charles Freeman, a quien el lobby sionista acaba de obligar a renunciar a la presidencia del Consejo Nacional de Inteligencia, pero que dispone de sólido apoyo en el aparato estatal.
I&R: A su entender, ¿qué formula va a imponerse?
Thierry Meyssan: Ninguna porque la crisis económica es tan grande que desembocará en una dislocación de Estados Unidos y en el fin del Estado de Israel.
Washington tendrá que moderar de nuevo sus ambiciones. Tendrá probablemente que replegarse hacia el mantenimiento del statu quo. Su acción se limitará a impedir que nuevos actores vengan a ocupar su lugar.
Washington tendrá que moderar de nuevo sus ambiciones. Tendrá probablemente que replegarse hacia el mantenimiento del statu quo. Su acción se limitará a impedir que nuevos actores vengan a ocupar su lugar.
I&R: ¿Qué aconseja usted, a título personal?
Thierry Meyssan: Los 5 millones de judíos, los 9 millones de palestinos y el resto de la población de Palestina deben reunirse en el seno de un Estado único basado en el principio de «un hombre, un voto». Esa es por demás, en mi opinión, la única solución que evite a largo plazo la expulsión de los judíos.
Hay que recordar el caso del apartheid en Sudáfrica, donde muchos anunciaban que su fin provocaría la expulsión o el exterminio de los blancos. Y ya se sabe lo pasó. La muerte de Arafat no representa un obstáculo porque hay otros Mandela en Palestina. El verdadero problema está en encontrar un De Clerk en el bando israelí. El Hamas apoyaría sin dudas esa solución, ya que tendría la aprobación del pueblo. Mientras más se retrasen los plazos, más difícil será llegar a una solución pacífica.
La CIA está estudiando, además, el escenario más catastrófico, con una sublevación sangrienta que expulsaría a 2 millones de judíos hacia Estados Unidos.
I&R: ¿Y qué pasaría, a su entender, con Siria e Irán? ¿Cree usted que sea posible la guerra?
Thierry Meyssan: No creo que se violen los acuerdos secretos entre los militares estadounidenses, Siria a Irán. Estados Unidos no tiene los medios necesarios, ni tampoco el deseo.
En primer lugar, [Estados Unidos] sabe que la amenaza nuclear iraní es una mentira fabricada por ellos mismos, como mismo inventaron las armas iraquies de destrucción masiva. Lo cierto es que el imam Khomeiny había condenado como inmorales la fabricación y el uso de la bomba atómica y no se ven en Irán grupos capaces de ignorar esa premisa.
En primer lugar, [Estados Unidos] sabe que la amenaza nuclear iraní es una mentira fabricada por ellos mismos, como mismo inventaron las armas iraquies de destrucción masiva. Lo cierto es que el imam Khomeiny había condenado como inmorales la fabricación y el uso de la bomba atómica y no se ven en Irán grupos capaces de ignorar esa premisa.
En segundo lugar, la política de George Bush empujó a Teherán y a Damasco hacia los brazos de Moscú, que está preparando además una conferencia internacional de paz para el Medio Oriente. En lo adelante, es para Washington una prioridad el lograr desmantelar esa naciente alianza y tratar de atraer nuevamente a Irán y Siria.
Por supuesto, es probable que estos últimos aumenten sus exigencias y que se cuiden de caer en uno de los dos bandos. Finalmente, Estados Unidos siente que está en situación de urgencia. Su economía se está derrumbando y es posible que no tenga ya por mucho tiempo la posibilidad de seguir defendiendo a Israel a tan alto costo. Sobre todo si se tiene en cuenta que Tsahal [el ejército israelí] ya no es el de antes. El ejército israelí ya no es invencible. Ha ido acumulando fracasos en el Líbano, en Gaza y también, no podemos olvidarlo, en Georgia.
I&R: Ya nos dijo usted que está viviendo en el Líbano. ¿Cuál es la situación allá?
Thierry Meyssan: La Alianza Nacional reunida alrededor de la Corriente Patriótica Libre de Michel Aoun y del Hezbollah de Hasan Nasrallah va a ganar las próximas elecciones, sin lugar a dudas, si las elecciones logran desarrollarse libremente. La familia Hariri podrá sobrevivir solamente mientras las grandes potencias cuenten con ella para cobrar impuestos y para obligar al pueblo a pagar la deuda externa del Líbano, sin tener en cuenta que la mitad de esa deuda proviene del enriquecimiento ilícito de la propia familia Hariri.
El criminal de guerra Walid Joumblatt –nada más y nada menos que vicepresidente de la Internacional Socialista– e incluso los neofascistas, como el asesino patológico Samir Geagea, se verán abandonados por quienes los financian. Esos sicarios han perdido su eficacia y ya no resultan presentables.
El Tribunal Especial para el Líbano, encargado de instruir el caso Hariri y diferentes asesinatos políticos, se dejará caer en el olvido o dará lugar a una gran sorpresa. Fue concebido como una máquina de guerra para acusar a Siria, poner a ese país al margen de la comunidad internacional y convertirlo en blanco de una agresión militar. Supe que recibió nuevos elementos durante las últimas.
Estos refutan la supuesta culpabilidad de Siria y ponen a Arabia Saudita en el banquillo de los acusados. Es sobre esa base que hay que analizar la recuperación del control de Arabia Saudita por parte del rey Abadía y la eliminación de los ministros que financiaron la lucha contra el Hezbollah y el Hamas. Volviendo a las elecciones legislativas libanesas de junio, la cuestión es saber si la victoria de la Resistencia ascenderá a un 55 o a un 70%.
Eso dependerá esencialmente de que surja o no una nueva fuerza cristiana que siembre la división o que organice una acción de diversión alrededor del presidente Sleimane. En definitiva, los colaboradores de Estados Unidos y de Israel negociarán quizás un compromiso, mientras estén en situación de hacerlo.
El país estaría abocado entonces a la designación de un millonario como primer ministro (Saad Hariri o algún otro), pero éste se vería a la cabeza de un gobierno enteramente controlado por la Resistencia nacional. Sería una fórmula muy oriental: los honores y el primer plano para los perdedores mientras que el verdadero poder se mantendría en la sombra. La ventaja de esa solución reside en eliminar toda justificación para una intervención militar contra el Líbano.
Periodista y escritor, presidente de la Red Voltaire con sede en París, Francia. Es el autor de La gran impostura y del Pentagate
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