I&R: Es usted muy conocido ahora en Rusia, donde logró una audiencia de cerca de 30 millones de telespectadores durante un programa sobre el 11 de septiembre. ¿Cómo ve usted la situación en Rusia?
Thierry Meyssan: Paradójicamente, a pesar de la victoria militar y diplomática en Georgia, Rusia atraviesa un momento difícil. Después de la guerra del Cáucaso, los bancos anglosajones animaron a los oligarcas a que castigaran a Moscú llevándose sus capitales hacia Occidente. Posteriormente, los anglosajones empujaron a los dirigentes ucranianos a traicionar sus propios intereses nacionales y a cerrar los gasoductos durante las negociaciones sobre los precios. El Kremlin, creía tener el control de la situación y tener la iniciativa en cuanto a esas interrupciones, pero cayó en una trampa. La pérdida de los ingresos correspondientes a dos meses devoró las reservas monetarias.
Todo esto provocó una impresionante caída del rublo en momentos en que la crisis mundial está haciendo bajar los precios de las materias primas y, por consiguiente, los ingresos de Rusia.
Medvedev y Putin han evaluado con mucha sangre fría esta situación de debilidad. Conocen las cartas que tienen a su favor, sobre todo la superioridad tecnológica de su industria de armamento sobre la de Estados Unidos.
Están convencidos de que Estados Unidos no se levantará de la crisis sino que se dislocará a mediano plazo, como el Pacto de Varsovia y la URSS en los años 89-91. Así que esperan invertir los papeles. A pesar del periodo de vas flacas, están equipando sus ejércitos con el material nuevo y esperan sin inmutarse el derrumbe de Occidente. Públicamente o por debajo de la mesa, según el caso, están equipando a todos los adversarios de Estados Unidos con el último armamento disponible, desde el Medio Oriente, que mencioné hace un momento, hasta Venezuela.
Económicamente, han decidido construir vías comerciales hacia China, al igual que hacia Europa Occidental, cuyo obstinado sometimiento a los anglosajones vienen observando con tristeza.
Esa situación puede tener importantes consecuencias en el plano interno, donde se enfrentan la vieja generación y la nueva. Los viejos muestran un fuerte tropismo americano, mientras que los jóvenes hacen gala de un patriotismo libre de complejos. Paradójicamente las élites provenientes de San Petersburgo son históricamente favorables a un acercamiento de Rusia hacia Europa, al contrario de los moscovitas cuya visión es más euroasiática. Sin embargo, Putin y Medvedev, a pesar de ser los dos de San Petersburgo, comparten esa visión euroasiática.
Sueñan con una Rusia protectora del Islam y la han hecho entrar, como observadora, en la Organización de la Conferencia Islámica. Aunque han valorizado el Patriarcado ortodoxo, han puesto musulmanes en muchos puestos de alta responsabilidad –es flagrante el contraste con Francia. Aunque el trauma del desatelamiento de Yugoslavia y de las dos guerras de Chechenia sigue siendo fuerte y a pesar de que la consiguiente ola de racismo no está controlada todavía, Rusia ha escogido la civilización y ha emprendido el camino de la síntesis entre Europa y Asia.
Si Rusia logra atravesar los próximos años de graves turbulencias internacionales sin verse demasiado afectada, alcanzará una posición de árbitro en un mundo multipolar.
I&R: Continuemos esta interesante vuelta al mundo de la geopolítica hablando de China…
Thierry Meyssan: Yo tengo mis interrogantes sobre su estrategia. ¿Cuál es el por qué de esas compras masivas de bonos del Tesoro estadounidense? Pekín tomó la iniciativa de un acercamiento con Moscú a través de la Organización de Cooperación de Shangai. Se resolvieron muchos contenciosos. Los rusos aceptaron venderle energía a los chinos a un precio preferencial y pidieron a cambio un control más estricto de la emigración china hacia Siberia. Por lógica, los dos grandes debieran fortalecerse mutuamente rechazando el dólar como moneda internacional. Pero Pekín no quiere ponerse del lado de una de las partes y no desea provocar la incomodidad de Washington.
Los chinos están aplicando una estrategia discreta de fortalecimiento de sus alianzas en todas direcciones. Eso me parece un poco extraño porque puede costarles caro. Estados Unidos pudiera arrastrarlos en su propio y previsible derrumbe.
Permítame expresarle de paso mi incomodidad ante la estúpida denuncia de violaciones de derechos humanos en China. No cabe duda alguna de que Pekín los respeta más que Washington –lo cual, aunque no constituye una excusa para que no haya mejoría en ese aspecto, debe conllevar relativizar esas acusaciones. Y hay que parar de decir que China se anexó el Tibet en 1956, cuando los comunistas chinos le quitaron esa región a los chinos de Chiang Kai-Chek.
I&R: ¿Tiene algo que decir sobre Sudamérica, antes de volver a hablar de Francia?
Thierry Meyssan: Más allá de la tendencia a la unificación, se establecido estrategias ante el imperialismo. Pero el debilitamiento, en espera de algo más, de Estados Unidos crea una nueva situación y puede incitar a algunos a redistribuir sus cartas. La protección de las economías nacionales vuelve a ser una preocupación de primer plano.
Paradójicamente, los Estados que son víctimas de sanciones están mejor preparados para enfrentar la crisis. En ese caso se encuentran Cuba, Venezuela, Bolivia y Ecuador –como sucede con Siria e Irán, en el Medio Oriente. Es de esperar que se desarrollen nuevas instituciones nacionales, paralelamente al Banco del Sur. Es la revancha de la Historia.
I&R: Para terminar, hablemos de Francia, más exactamente, de la Francia de Sarkozy…
Thierry Meyssan: Francia es una vieja nación que no se puede manejar en cualquier sentido. Tiene un glorioso pasado y se identifica con un ideal, del cual se aparta a menudo pero al que siempre acaba por volver. Esta pasando hoy por un periodo malo porque está siendo gobernada por el «partido del extranjero». Sus dirigentes están tomando la decisión incorrecta, en el peor momento. Han decidido poner sus fuerzas armadas bajo las órdenes de la OTAN, concretamente bajo el mando del general Banz Craddock, el criminal que creó el centro de tortura en Guantánamo. Y están cometiendo esa traición precisamente en el momento en que Estados Unidos se hunde en la crisis. Están amarrando Francia a un barco que se está hundiendo y que puede arrastrarla al naufragio.
Su servilismo los lleva no sólo a someter a sus propias fuerzas armadas a las órdenes de otros, sino también a transformar profundamente la sociedad francesa para clonarla conforme al «modelo» americano. Lo están haciendo en el plano económico, con la reducción de los servicios públicos, así como en los sectores de la justicia y la educación, de la discriminación positiva y otros que no viene al caso mencionar. Sarkozy no es de derecha ni de izquierda, lo que hace es imitar a los yanquis.
Como expliqué detalladamente en un amplio trabajado publicado en la revista rusa Profile [1], Sarkozy satisface a tres fuerzas: los anglosajones, la mafia y el banco Rothschild. Hace años que toda esa gente está conciente del desgaste de Estados Unidos y quiere garantizar el poder de la oligarquía financiera global reequilibrando el Imperio. Habría dos pilares –uno estadounidense y otro europeo– mientras que el Reino Unido serviría de vínculo. Nicolas Sarkozy está al servicio de ese proyecto desde que fue electo. Ese proyecto lo llevó a romper el dúo franco-alemán y a acercarse a los ingleses, y después lo llevó a proponer diferentes reorganizaciones de la Unión Europea, específicamente la creación de un gobierno económico. La consecuencia será hacernos más vulnerables a las convulsiones estadounidenses.
Sin embargo, hay quien sigue esperando por Francia, y no sólo en el mundo francófono. Somos el país que fuera de lo común que proclamó la soberanía popular. En Francia se subestima totalmente el nivel de ridículo que caracteriza a Nicolas Sarkozy y su pandilla a los ojos del resto del mundo. La imagen de Sarkozy es la de un fanfarrón sobreexcitado, la de un individuo inestable lleno de manías que mete la cuchareta en la mayor cantidad posible de conflictos internacionales y que hace el papel de pez-piloto a los bandazos de Washington.
Thierry Meyssan: Paradójicamente, a pesar de la victoria militar y diplomática en Georgia, Rusia atraviesa un momento difícil. Después de la guerra del Cáucaso, los bancos anglosajones animaron a los oligarcas a que castigaran a Moscú llevándose sus capitales hacia Occidente. Posteriormente, los anglosajones empujaron a los dirigentes ucranianos a traicionar sus propios intereses nacionales y a cerrar los gasoductos durante las negociaciones sobre los precios. El Kremlin, creía tener el control de la situación y tener la iniciativa en cuanto a esas interrupciones, pero cayó en una trampa. La pérdida de los ingresos correspondientes a dos meses devoró las reservas monetarias.
Todo esto provocó una impresionante caída del rublo en momentos en que la crisis mundial está haciendo bajar los precios de las materias primas y, por consiguiente, los ingresos de Rusia.
Medvedev y Putin han evaluado con mucha sangre fría esta situación de debilidad. Conocen las cartas que tienen a su favor, sobre todo la superioridad tecnológica de su industria de armamento sobre la de Estados Unidos.
Están convencidos de que Estados Unidos no se levantará de la crisis sino que se dislocará a mediano plazo, como el Pacto de Varsovia y la URSS en los años 89-91. Así que esperan invertir los papeles. A pesar del periodo de vas flacas, están equipando sus ejércitos con el material nuevo y esperan sin inmutarse el derrumbe de Occidente. Públicamente o por debajo de la mesa, según el caso, están equipando a todos los adversarios de Estados Unidos con el último armamento disponible, desde el Medio Oriente, que mencioné hace un momento, hasta Venezuela.
Económicamente, han decidido construir vías comerciales hacia China, al igual que hacia Europa Occidental, cuyo obstinado sometimiento a los anglosajones vienen observando con tristeza.
Esa situación puede tener importantes consecuencias en el plano interno, donde se enfrentan la vieja generación y la nueva. Los viejos muestran un fuerte tropismo americano, mientras que los jóvenes hacen gala de un patriotismo libre de complejos. Paradójicamente las élites provenientes de San Petersburgo son históricamente favorables a un acercamiento de Rusia hacia Europa, al contrario de los moscovitas cuya visión es más euroasiática. Sin embargo, Putin y Medvedev, a pesar de ser los dos de San Petersburgo, comparten esa visión euroasiática.
Sueñan con una Rusia protectora del Islam y la han hecho entrar, como observadora, en la Organización de la Conferencia Islámica. Aunque han valorizado el Patriarcado ortodoxo, han puesto musulmanes en muchos puestos de alta responsabilidad –es flagrante el contraste con Francia. Aunque el trauma del desatelamiento de Yugoslavia y de las dos guerras de Chechenia sigue siendo fuerte y a pesar de que la consiguiente ola de racismo no está controlada todavía, Rusia ha escogido la civilización y ha emprendido el camino de la síntesis entre Europa y Asia.
Si Rusia logra atravesar los próximos años de graves turbulencias internacionales sin verse demasiado afectada, alcanzará una posición de árbitro en un mundo multipolar.
I&R: Continuemos esta interesante vuelta al mundo de la geopolítica hablando de China…
Thierry Meyssan: Yo tengo mis interrogantes sobre su estrategia. ¿Cuál es el por qué de esas compras masivas de bonos del Tesoro estadounidense? Pekín tomó la iniciativa de un acercamiento con Moscú a través de la Organización de Cooperación de Shangai. Se resolvieron muchos contenciosos. Los rusos aceptaron venderle energía a los chinos a un precio preferencial y pidieron a cambio un control más estricto de la emigración china hacia Siberia. Por lógica, los dos grandes debieran fortalecerse mutuamente rechazando el dólar como moneda internacional. Pero Pekín no quiere ponerse del lado de una de las partes y no desea provocar la incomodidad de Washington.
Los chinos están aplicando una estrategia discreta de fortalecimiento de sus alianzas en todas direcciones. Eso me parece un poco extraño porque puede costarles caro. Estados Unidos pudiera arrastrarlos en su propio y previsible derrumbe.
Permítame expresarle de paso mi incomodidad ante la estúpida denuncia de violaciones de derechos humanos en China. No cabe duda alguna de que Pekín los respeta más que Washington –lo cual, aunque no constituye una excusa para que no haya mejoría en ese aspecto, debe conllevar relativizar esas acusaciones. Y hay que parar de decir que China se anexó el Tibet en 1956, cuando los comunistas chinos le quitaron esa región a los chinos de Chiang Kai-Chek.
I&R: ¿Tiene algo que decir sobre Sudamérica, antes de volver a hablar de Francia?
Thierry Meyssan: Más allá de la tendencia a la unificación, se establecido estrategias ante el imperialismo. Pero el debilitamiento, en espera de algo más, de Estados Unidos crea una nueva situación y puede incitar a algunos a redistribuir sus cartas. La protección de las economías nacionales vuelve a ser una preocupación de primer plano.
Paradójicamente, los Estados que son víctimas de sanciones están mejor preparados para enfrentar la crisis. En ese caso se encuentran Cuba, Venezuela, Bolivia y Ecuador –como sucede con Siria e Irán, en el Medio Oriente. Es de esperar que se desarrollen nuevas instituciones nacionales, paralelamente al Banco del Sur. Es la revancha de la Historia.
I&R: Para terminar, hablemos de Francia, más exactamente, de la Francia de Sarkozy…
Thierry Meyssan: Francia es una vieja nación que no se puede manejar en cualquier sentido. Tiene un glorioso pasado y se identifica con un ideal, del cual se aparta a menudo pero al que siempre acaba por volver. Esta pasando hoy por un periodo malo porque está siendo gobernada por el «partido del extranjero». Sus dirigentes están tomando la decisión incorrecta, en el peor momento. Han decidido poner sus fuerzas armadas bajo las órdenes de la OTAN, concretamente bajo el mando del general Banz Craddock, el criminal que creó el centro de tortura en Guantánamo. Y están cometiendo esa traición precisamente en el momento en que Estados Unidos se hunde en la crisis. Están amarrando Francia a un barco que se está hundiendo y que puede arrastrarla al naufragio.
Su servilismo los lleva no sólo a someter a sus propias fuerzas armadas a las órdenes de otros, sino también a transformar profundamente la sociedad francesa para clonarla conforme al «modelo» americano. Lo están haciendo en el plano económico, con la reducción de los servicios públicos, así como en los sectores de la justicia y la educación, de la discriminación positiva y otros que no viene al caso mencionar. Sarkozy no es de derecha ni de izquierda, lo que hace es imitar a los yanquis.
Como expliqué detalladamente en un amplio trabajado publicado en la revista rusa Profile [1], Sarkozy satisface a tres fuerzas: los anglosajones, la mafia y el banco Rothschild. Hace años que toda esa gente está conciente del desgaste de Estados Unidos y quiere garantizar el poder de la oligarquía financiera global reequilibrando el Imperio. Habría dos pilares –uno estadounidense y otro europeo– mientras que el Reino Unido serviría de vínculo. Nicolas Sarkozy está al servicio de ese proyecto desde que fue electo. Ese proyecto lo llevó a romper el dúo franco-alemán y a acercarse a los ingleses, y después lo llevó a proponer diferentes reorganizaciones de la Unión Europea, específicamente la creación de un gobierno económico. La consecuencia será hacernos más vulnerables a las convulsiones estadounidenses.
Sin embargo, hay quien sigue esperando por Francia, y no sólo en el mundo francófono. Somos el país que fuera de lo común que proclamó la soberanía popular. En Francia se subestima totalmente el nivel de ridículo que caracteriza a Nicolas Sarkozy y su pandilla a los ojos del resto del mundo. La imagen de Sarkozy es la de un fanfarrón sobreexcitado, la de un individuo inestable lleno de manías que mete la cuchareta en la mayor cantidad posible de conflictos internacionales y que hace el papel de pez-piloto a los bandazos de Washington.
No hay comentarios:
Publicar un comentario