Héctor Herrera http://nohoch-balam.blogspot.com
El libro El otoño del patriarca de Gabriel García Márquez relata, o mejor dicho, retrata la vida de un gobierno autoritario en un país sin nombre del que sólo se sabe que se haya en el Caribe –incluso el autor se esfuerza por nombrar todos los países caribeños y antillanos para que no pueda deducirse a cual se refiere- y que es gobernado por un dictador del que nunca se conoce su nombre tampoco y que, por deducción, sabemos se apellidaba Alvarado, como su siempre amada madre Bendición Alvarado, que al morir es canonizada y convertida por su hijo en una heroína del pueblo, atribuyéndole fastuosos milagros.
El relato mezcla la fantasía y la realidad, donde abundan cosas absurdas que lo único que pretenden es remarcar lo ilógico e irracional de toda dictadura y llevar al límite cualquier metáfora posible, incluso la edad del tirano, que se sitúa entre los 107 y los 232 años de edad, y cuyo mandato se extendió por más de un siglo, comentario que pretende mostrar lo eterno que parecieran ser estos gobiernos despóticos y personales.
También se nos muestra la vida de un hombre llamado Patricio Aragonés, cuyo más grande error sería parecerse al dictador físicamente y que, al querer engañar al pueblo cobrando impuestos, es sorprendido por la guardia presidencial, que le ofrece conservar su vida a cambio de hacerse pasar por el presidente en las ceremonias oficiales, y cuyo destino sería trágico, al morir en manos de una turba, no sin antes decirle al dictador lo que en verdad pensaban de él, y de su solitaria y patética vida.
Rodrigo de Aguilar es otro personaje central, el hombre de mayor confianza de Alvarado, que firmaba los documentos oficiales y, por lo tanto, conocía todos los secretos de Estado. Acabaría traicionándole, pero a su vez, muriendo a manos del dictador, para ser servido como alimento al resto de los ministros que le secundaban
Su poder llegaba a excesos tales, que mandaba a cambiar la hora del país por comodidad, se construía cometas a su antojo, ordenaba fusilar a quien disentía con él, y tenía hijos sietemesinos con todas la mujeres. Incluso, al preguntar Alvarado la hora, sus súbditos solo podían contestarle: las que usted diga mi general.
La obra concluye con la muerte del dictador por causas naturales, en un otoño, marcando el fin de lo que los habitantes del lugar definían como la eternidad.
Esta obra de Márquez, que fue escrita en década de 1970 no sólo nos muestra la realidad de la región en esa época, y lo que la gran mayoría de los pueblos latinoamericanos tenían que soportar, sino que también enfatiza las injusticias de un lugar olvidado en el espacio y el tiempo, de los que aún hay muchos.
“...si al fin y a cabo cuando yo me muera volverán los políticos a repartirse esta vaina como en los tiempos de los godos, ya lo verán, decía, se volverán a repartir todo entre los curas, los gringos y los ricos, y nada para lo pobres, por supuesto, porque ésos estarán siempre tan jodidos que el día en que la mierda tenga algún valor los pobres nacerán sin culo, ya lo verán, decía”.
El dictador Alvarado
Bibliografía: García Márquez, Gabriel. El otoño del patriarca. Ed. Diana, México 1975, 17ª impresión en marzo de 2004, pp. 297.
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