Los países que lo integran tienen tratados de libre comercio con Europa y Estados Unidos, instrumentos que como está ampliamente documentado han ocasionado
ya una tragedia económica, social y cultural de grandes proporciones en los países del sur que los han aplicado, y que más allá del comercio –nada con Washington es libre– implican la veloz anexión y subordinación de los estados al norte revuelto y brutal.
La AP, con más de 200 millones de habitantes, una extensión territorial de más de cinco millones de kilómetros cuadrados y 40 por ciento del PIB regional se mete como una cuña en el cuerpo de Unasur.
La AP se une al Acuerdo de Asociación Transpacífico, un hecho muy grave pues este está concebido por Washington para enrolar a sus integrantes en el cerco y creciente hostilidad contra China, pero también contra Brasil. Estados Unidos alucina por su ascenso como potencia suramericana y mundial, aliado a Argentina e instalado en el BRICS.
Los procesos trasformadores no se rinden y combaten con un arma formidable: el apoyo popular y su credibilidad. Hoy lo veremos en el gigantesco cabildo de La Paz en apoyo a Evo Morales (¿qué-clase-de-clase-es-esa?)
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