viernes, 9 de mayo de 2014

VENEZUELA-Comunas: Para hacer que emerja lo nuevo (balance de 2013).

Saber y poder  Para no perder la orientación, nada mejor que ir a las fuentes: el Programa de la Patria establece como uno de sus objetivos nacionales “consolidar y expandir el poder popular y la democracia socialista” (2.3). El mismo objetivo incluye un complemento diagnóstico con aires de promesa: “La gestación y desarrollo de nuevas instancias de participación popular dan cuenta de cómo la revolución bolivariana avanza consolidando la hegemonía y el control de la orientación política, social, económica y cultural de la nación. El
poder que había sido secuestrado por la oligarquía va siendo restituido al pueblo, quien, de batalla en batalla y de victoria en victoria, ha aumentado su nivel de complejidad organizativa”. La Comuna, más que una nueva instancia de participación, es la avanzada organizativa de esa democracia socialista por construir. En el mismo aparte del Programa se lee que el imperativo es acompañar al pueblo venezolano en la construcción y consolidación de 3 mil Comunas para el período 2013-2019, calculando “un crecimiento anual aproximado de 450 Comunas” (2.3.1.4).

Durante 2013 se registraron 532 Comunas, que vienen a sumarse a las 12 registradas entre agosto y diciembre de 2012, para un total de 544. En términos porcentuales, se registró el 118% de las Comunas previstas. Cumplida y superada la meta. Más importante aún: iniciamos 2014 con un 60,4% de avance en el cumplimiento de la meta para el año, que es alcanzar las 900 Comunas. Buenos augurios. 

Cualquiera podría objetar que los números no lo son todo. Que más allá de lo cuantitativo está la cualidad de los procesos políticos, máxime cuando estos tienen lugar en medio de una revolución. Estoy completamente de acuerdo. No obstante, debemos estar atentos: los números no lo son todo, pero mucho nos sirven para guiarnos. Ellos constituyen una referencia ineludible, que nos permite medir nuestro desempeño de manera permanente. Pero esto todavía es muy obvio. Lo central, ciertamente, no es la meta, que no es un fin en sí mismo, sino lo que hemos hecho (los procesos de trabajo o militancia en los que hemos estado inmersos) para alcanzarla o, en su defecto, para incumplirla.
Todavía habría que echar un poco más de leña a la brasa de los números. Entre nosotros persiste un profundo menosprecio por las cuentas, lo que nos hace imprecisos, inexactos. Justo porque en ocasiones anteponemos el logro de la meta a los procesos que hacen posible cumplirla, maquillamos los números para que ellos hablen públicamente de una “eficiencia” que no es tal. De esta manera “logramos”, al precio que sea, una meta que realmente no alcanzamos. Ésta es una de las manifestaciones más comunes de la gestionalización de la política, fenómeno referido a la práctica de colocar lo administrativo por delante de la política, y que trae como consecuencia que nuestros militantes queden reducidos a meros gestores o burócratas de aparato. 

Más dramático es cuando somos imprecisos e inexactos a la hora de mostrar logros extraordinarios. Y esto es todavía más dramático en tanto que es muchísimo más lo que la revolución bolivariana tendría que mostrar en lugar de disimular. Ya sea por falta de rigurosidad o disciplina, o por simple incompetencia, dejamos de registrar al detalle experiencias y procesos inauditos, muchos de los cuales (como las Misiones) han dejado una huella indeleble en millones de seres humanos que ahora viven más dignamente.
“El diablo está en los detalles”, le gustaba repetir al comandante Chávez, y ciertamente deberíamos ocuparnos del menor detalle, por insignificante que parezca. Estamos obligados a ser precisos, exactos, rigurosos con los números, porque sólo con cuentas claras es posible dar el siguiente paso: darle vida al frío e inerte número, hender los números como frecuentemente es necesario hender las palabras para que seamos capaces de descubrir lo que de otra forma jamás hubiéramos descubierto: lo nuevo.
Pero hay algo más que nos exige ser rigurosos y disciplinados con nuestros números, y en general con toda la información que recabamos o producimos: la obligación de rendir cuentas a nuestro pueblo. Nuestro pueblo tiene derecho a estar informado sobre lo que hacemos para lograr los objetivos que nos han sido encomendados, y no sólo a saber cuál es el uso que hacemos de los recursos que tenemos disponibles para tales fines. Más allá de esto último, se trata de rendir cuentas, con afán pedagógico, de lo que hacemos, de cómo lo hacemos y de los resultados que obtenemos. Pedagógico en el sentido de que, en el camino, nos obligamos a pensar sobre aquello que hacemos y creamos las condiciones para que nuestro pueblo pueda evaluar y pensar sobre lo realizado. De esta manera, todos aprendemos.
¿Aprendemos qué? Tal vez estemos aprendiendo qué significa aquello de gobernar “socialistamente“. Porque el socialismo es una entelequia si no se expresa en unas prácticas de gobierno específicamente socialistas. ¿Qué significa, entonces, gobernar “socialistamente”? He aquí algunas pistas: 1) socializar información precisa, pormenorizada, que nos permita seguir produciéndola socialmente (pueblo y gobierno); 2) anteponer siempre la política a lo administrativo, los procesos de trabajo a la meta: ésta nunca es un número (que, habiéndolo alcanzado, me permite aferrarme a un cargo u obtener cuotas de poder), sino la transformación revolucionaria de la sociedad, que se expresa en felicidad social.
Anteponemos la política a la “gestión” porque la política es revolucionaria, esto es, está al servicio del cambio social. Hacemos “gestiones” para desplegar nuestra política revolucionaria. La eficacia de nuestra política se mide por el cambio que produce en nuestro pueblo, por la felicidad social que produce. La felicidad social de nuestro pueblo depende de su capacidad para “autogestionarse”, lo que implica una manera profundamente revolucionaria de entender el problema de la gestión. Hacia allá deben apuntar las Comunas: al “autogobierno” popular, a la “soberanía plena”, como está escrito en el Programa de la Patria (2.3).


Es cierto que de nada vale afirmar que hemos registrado las primeras 544 Comunas si olvidamos que lo estratégico es crear las condiciones que hagan posible que las Comunas sean espacios de autogobierno popular. Ahora bien, ¿qué procesos hicieron posible el registro de tal cantidad de Comunas? Socializar esta información, rendir cuentas al respecto, es tan importante como reafirmar la orientación estratégica de la política. Es por allí que debemos comenzar. 
¿Cómo comenzaba el comandante Chávez su reflexión del consejo de ministros del 20 de octubre de 2012, el célebre Golpe de Timón? Haciendo el mismo ejercicio que he intentado hacer aquí: preguntándose cómo medir los logros de una revolución. Para ello echaba mano de un fragmento del capítulo XIX de Más allá del capital, el libro de Mészáros: “El patrón de medición, dice Mészáros, de los logros socialistas es: hasta qué grado las medidas y políticas adoptadas contribuyen activamente a la constitución y consolidación bien arraigada de un modo sustancialmente democrático, de control social y autogestión general”. La pregunta de fondo que se hacía Chávez era la siguiente: ¿nuestras políticas están contribuyendo al logro de esos objetivos que enuncia Mészáros? Y más específicamente: ¿nuestras políticas están orientadas a la construcción de las Comunas?
Acto seguido, planteaba el comandante dos cuestiones decisivas: en primer lugar, la necesidad de “territorializar los modelos”, nuestro modelo de socialismo, y empleaba una imagen portentosa: un modelo que pase por la creación de “una red que vaya como una gigantesca telaraña cubriendo el territorio de lo nuevo”, para evitar que el monstruo del capitalismo, esa “gigantesca amiba”, lo absorba. En segundo lugar, se refería a la naturaleza de la hegemonía que está llamado a construir el chavismo: nuestro socialismo, afirmaba, “tiene que ser verdaderamente nuevo, y una de las cosas esencialmente nuevas en nuestro modelo es su carácter democrático, una nueva hegemonía democrática, y eso nos obliga a nosotros no a imponer, sino a convencer”.
Cuando a finales de abril de 2013 nos dispusimos a concebir lo que tendría que ser el signo de nuestra actuación al frente del ministerio, intentamos traducir en el ámbito institucional lo que el comandante Chávez ya había orientado en su Golpe de Timón. Si tuviera que resumirlo, diría que trabajamos para respondernos las siguientes interrogantes: ¿cómo territorializar nuestro socialismo? ¿Cómo suscitar la emergencia del “territorio de lo nuevo”, que desde el principio veíamos expresado en las Comunas organizadas de acuerdo a una lógica reticular, en forma de “gigantesca telaraña”? Además, ¿cómo contribuir a la construcción de “una nueva hegemonía democrática”, optando por el convencimiento en lugar de la imposición? En la misma formulación de los problemas estaba (sigue estando) la clave de su resolución.


Este trabajo de análisis dio como resultado, pocas semanas después, un documento que es público, y que resume la orientación estratégica de todo lo que hacemos desde entonces: nuestro Plan Político Estratégico Comuna o nada. De su contenido quisiera resaltar la idea-fuerza o el “principio de acción”, como le llamamos en el documento, que a mi juicio explica en buena medida cómo hemos sido capaces de alcanzar las 544 Comunas registradas. Es la idea-fuerza de amplitud política.
En un momento en que la hegemonía política construida por el chavismo estaba seriamente en entredicho, principalmente como consecuencia de la desaparición física de su líder histórico, lo último que necesitábamos era “revolucionarios” que recriminaran al pueblo entristecido, “malagradecido” y presa de la incertidumbre. Quizá nunca como entonces fue necesario acompañarlo, escucharlo (que es nuestro deber siempre), convocarlo a la movilización, incluso orientarlo. Eso fue lo que nos permitió esa extraordinaria iniciativa política de Nicolás Maduro que fue el “gobierno de la eficiencia en la calle”.
Resultaba imprescindible transmitirle al pueblo venezolano que la revolución bolivariana había sido siempre una obra colectiva, que éramos el resultado de la acción virtuosa de millones, con todo y sus imperfecciones; que habíamos comenzado a ser lo que deseábamos ser, y que estábamos dejando de ser la imposición de otros.
Tal fue el mensaje que llevamos a los comuneros y comuneras. Pero sobre todo nos sentamos a escuchar. Paciente y atentamente. Llenamos cuadernos de notas. Colectivamente fuimos construyendo un diagnóstico de todo lo que impedía avanzar en la consolidación de las Comunas. Recibimos lo nuestro: fuertes cuestionamientos, severos llamados de atención. También un sinnúmero de propuestas. Nos reunimos con todas las tendencias, y pronto comenzamos a realizar reuniones donde fuerzas supuestamente irreconciliables volvían a encontrarse. Si deseábamos afrontar la crisis de hegemonía política en puertas, debíamos practicar el tipo de política que nos enseñó Chávez: una política con vocación de articulación de la diferencia, de unidad en la diversidad; una política para incorporar al que piensa distinto; una política amplia, democrática.


Sin duda alguna, el grueso de los cuestionamientos de comuneros y comuneras era relativo a las dificultades para lograr el registro de las Comunas. Procedimos a simplificar los trámites administrativos, haciendo recaer el peso en dos procesos capitales: elaboración colectiva de propuesta de carta fundacional y referendo aprobatorio.
Además, realizamos cinco encuentros regionales de Comunas, en los que participaron 534 Comunas. Antes del primer encuentro (celebrado en Lara, entre el 6 y el 8 de agosto) existían 101 Comunas registradas en el país. 185 Comunas de las 433 restantes se habían registrado al cierre del ciclo de encuentros, es decir, el 42,7%.
El fin de semana del 7 y 8 de septiembre se realizó el Censo Comunal 2013, que continuó durante los días viernes 13, 14 y 15 de septiembre. La actividad, ideada por el Presidente Maduro, convocó a 1401 Comunas en distintos grados de desarrollo (registradas, con comisiones promotoras ya constituidas, consejos comunales con la intención de organizarse en Comunas).
El 17 y 18 de noviembre tuvo lugar en Caracas el Primer Encuentro Nacional de Comuneras y Comuneros, con la participación de 506 Comunas. Este acontecimiento fue sucedido por sendas jornadas nacionales de referendos aprobatorios de cartas fundacionales, los días 24 de noviembre y 15 de diciembre, luego de las cuales se registraron 217 Comunas.
Más que como actividades puntuales dirigidas a alcanzar metas numéricas, todas las previamente mencionadas fueron concebidas como jornadas de movilización popular, de acuerdo con el primer objetivo de nuestro Plan Político Estratégico: reagrupar y movilizar a las fuerzas revolucionarias en sus territorios. Si a esto le sumamos la reinstalación de la Comisión Presidencial para el Impulso de las Comunas, dirigida por el Vicepresidente Jorge Arreaza, y el hecho muy significativo de que el mismo Presidente Maduro se convirtió en el principal agitador de estas jornadas, poniendo siempre de realce la importancia estratégica que reviste la Comuna, es posible entender por qué fue posible alcanzar la meta del Programa de la Patria.
¿Las 544 Comunas registradas hasta ahora lograrán consolidarse como espacios de autogobierno? Por supuesto que no podemos asegurarlo. Lo que sí podemos asegurar es que estamos trabajando para que así sea. No sólo no hemos dejado de lado, en ningún momento, lo estratégico, sino que el mismo logro de la meta de Comunas registradas ha sido posible porque hemos procurado actuar en razón de las orientaciones estratégicas del comandante Chávez. Desplegados siempre en el territorio, sin imposiciones, inventando junto a nuestro pueblo, haciendo que emerja lo nuevo.

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