Pido a los oficiales del Ejército no voltear su fuerza en contra de la población
MIGUEL ÁNGEL SANDOVAL
En
pocas semanas llegamos al aniversario 18 de la firma de la paz. Hoy no
parece que la misma haya tenido lugar. Nos deslizamos a ojos vistas a
escenarios de conflicto muy agudos, al grado que Amnistía Internacional
anuncia derramamiento de sangre en nuestra patria. Por ello quiero hacer
un llamado urgente a los sectores políticos del país para hacer un alto
de reflexión y no seguir en la pendiente represiva en que nos
encontramos. Lo
hago como negociador del proceso de paz desde el inicio del mismo. Por
ello creo que lasMIGUEL ÁNGEL SANDOVAL
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mejores expectativas del proceso se están perdiendo, o ya se perdieron. Con ello el daño al país es demasiado grande. Son oportunidades que se nos han ido de las manos como nación. En gran medida por la voracidad y ceguera de sectores de poder, por la torpeza de la clase política, por la displicencia de sectores sociales, por la mediocridad de las elites.
La
agenda que vio la luz el 29 de diciembre parece olvidada. Pero la
sociedad supo que existían derechos sociales y políticos y por ello es
que ahora se organiza, demanda, lucha. Es lo que explica más de 70
consultas comunitarias para poner alto a las empresas extractivas y el
modelo que las avala, igual que la demanda nacional por la derogatoria
de la Ley Monsanto.
Ello
debería tener como contraparte un ejercicio del poder alejado de la
corrupción y de la fatuidad, un ejercicio vinculado a los más grandes
objetivos del país y no pequeñas agendas personales. Hoy no hay proyecto
nacional. La nación se encuentra a la deriva, las ocurrencias actuales
son para recortar derechos no para profundizar el ejercicio democrático.
Nos parecemos más a una dictadura no a una democracia. El Estado no
merece tal despropósito.
Preocupa
el silencio de Vinicio Cerezo, Álvaro Arzú, Álvaro Colom, Julio
Balconi, Héctor Rosada y otros que fueron parte del proceso que buscaba
la construcción de la paz que se nos escapa como agua de las manos.
Estamos a punto de entrar en una dinámica de destrucción del país y los
pocos espacios democráticos que se han podido construir en estos años.
No lo permitamos.
De
la misma manera que hago un llamado a la clase política a reflexionar, a
las elites a cambiar su abulia para pensar en el país, es que también
llamo a los oficiales del Ejército a no voltear su fuerza en contra de
la población, que no sean utilizados para avalar medidas
antidemocráticas. Su función es otra, lo mismo que la de la Policía
Nacional Civil. No podemos aceptar más derramamiento de sangre
guatemalteca. El país ya pagó y muy caro, su deseo de vivir mejor.
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