martes, 9 de septiembre de 2014

GUATEMALA: VICTORIA POPULAR, DEROGADA la LEY MONSANTO

VICTORIA  DEL  LOS  HIJ@del  MAIZ

Miguel Ángel Sandoval La derogatoria de la ley Monsanto constituye desde donde se quiera analizar una especie de acto fundacional de un periodo nuevo en nuestro país. En un pulso que duro semanas, donde   expresiones de lo más diverso, campesinas, ambientalistas, organizaciones indígenas, maestros, estudiantes, toda la gama  de grupos sociales, dijeron con todas sus letras: NO a ley 19-2014, ley para la protección de obtenciones  vegetales, más
conocida como ley Monsanto.

Como se sabe, dicha ley estuvo engavetada por varios años y solo la fiesta mundialista de Brasil, le permitió a los congresistas de diversas bancadas, dar el paso de aprobar ese engendro de ley  al tiempo que se escondía en los artículos de la misma, un préstamo para carreteras. La ignominia absoluta. Fue la arrobación en medio de las más grandes muestras de ignorancia, de falta de compromiso, de alianzas equivocadas. En fin, pareció al final, una comedia de errores.


Una corriente eléctrica sacudió al país. Ello porque el fondo de la susodicha ley ponía en riesgo las semillas criollas, y la sola idea que el maíz fuera patentado por una empresa extranjera, hizo el papel de un propulsor de alta potencia. Por razones que tienen que ver con la identidad nacional, con el hecho que no existe casi nadie que no se reivindique en Guatemala como hijos o hijas del maíz. Salvo pequeños grupos de la elite racista de siempre.


Es demasiado fuerte en el imaginario nacional la certeza que tenemos origen en el maíz. Una pequeña ley  sobre el día del maíz y algo mas, nunca fue garantía de no privatización de la semilla nacional por excelencia. Somos un país multicultural, multiétnico, diverso, en donde la existencia de cuatro pueblos, mayas, xincas, garífunas y ladinos (mestizos) se enlaza desde la perspectiva identitaria,  con los cuatro colores del maíz, blanco, amarillo, rojo, negro. Es algo que forma parte de la cosmovisión de los pueblos indígenas y por ende algo irrenunciable.


Los días agitados que sacudieron las conciencias en todo el país dejan algunas experiencias o lecciones que no pueden dejar de ser analizadas. La primera de ellas es que el congreso de la republica, acostumbrado a legislar y actuar sin ningún tipo de límite,  encontró en la movilización social un claro valladar. Una buena mayoría de diputados hicieron en estos días gala de su desconocimiento profundo de los contenidos de la ley Monsanto. Al grado que desfiló en el micrófono del pleno del congreso, uno a uno, pidiendo disculpas, y dando cualquier explicación, por el error y la equivocación al aprobar la ley.


 La segunda, es que muchos sectores se dieron cuenta que la coordinación o articulación de las luchas sociales permite éxitos que la dispersión no. La fuerza social tuvo una clara demostración de su potencialidad,  si opta por la actividad conjunta. Se puso a la orden del día la necesidad de coordinar esfuerzos, de conjuntar agentas, de explorar nuevos caminos.


Alianzas de todo tipo vieron la luz en estas jornadas memorables. Coincidencias en propósitos, análisis y compromisos, vieron la luz como se dice, en tiempo real, y las redes sociales jugaron un rol de primera importancia. Así supimos de asambleas en comunidades alejadas, de movilizaciones a lo largo y ancho del país. En el mismo momento que estas ocurrían retroalimentando la resistencia en los lugares más diversos. En verdad, días luminosos.


Una tercera conclusión es que todo lo ocurrido se llevo a cabo sin la presencia o participación de los grupos políticos partidarios que se reivindican de la izquierda. Ni vistos ni oídos en estas memorables jornadas de luchas populares. Es un aspecto que merecería una amplia reflexión pues si de algo no queda duda es que las luchas sociales no se sienten representadas por las siglas de las izquierdas. Menos identificados con estas. Capaces de impulsar procesos sociales de importancia nacional, no tienen en lo electoral su perspectiva por los errores acumulados. Pero esto es parte de otro análisis.


El magisterio se movilizo con su fuerza habitual, sin poner como estandartes de sus planteamientos el pacto colectivo, intereses corporativos o la ampliación presupuestaria, sino la derogación de la ley Monsanto. 


Sin embargo el hecho de mayor profundidad es sin duda la presencia masiva de expresiones de pueblos indígenas que le impusieron su sello a las movilizaciones de los días de agosto. Las comunidades dijeron su palabra de forma clara, sin aspavientos, con expresiones de fuerza y legitimidad. Hicieron lo que tenían que hacer y dijeron lo que tenían que decir, sin acudir a discursos o a lugares comunes. Conscientes de su fuerza, representatividad y autoridad.  Ello fue saludable para todo el movimiento de resistencia a la ley Monsanto.


Las alcaldías indígenas kachiqueles o zutuhiles, Quichés o Queqchies, Qanjobales o Mames,  dijeron basta a los abusos que desde la expresión del poder central localizada en el congreso de la republica se cometen.  Pero sobre todo, emergieron como lo que son: un poder que se niega a ser reconocido por la institucionalidad del país, o por otras expresiones políticas del país.


El día que se derogó la ley, 5 de septiembre en sesión extraordinaria, por la presión de las movilizaciones, había un clima nacional de irritación social de alcances impredecibles. El martes anterior 2 de septiembre, las comunidades de Sololá habían movilizado en cosa de horas entre 30 y 40 personas al llamado de sus autoridades comunales. En Alta Verapaz, había una movilización sin precedentes. Hubo asambleas multitudinarias  en Huehuetenango, San Marcos, Totonicapán, otros lugares.  Circulan en las redes sociales videos que dan cuenta de estas actividades.


El anuncio hecho por pueblos indígenas al dar plazos a los congresistas constituye una novedad en el paìs. Varias alcaldías dijeron: ¡si en una semana no se deroga la ley, nos levantamos! Asimismo es importante la declaratoria de non gratos a los diputados distritales de Sololá. Están más lejos que nunca de cualquier elección. Es igual en otros departamentos en donde  los diputados que en su momento habían aprobado la ley, circulan en fotos con la leyenda de “traidores a la patria”


Hay desde la crisis abierta por la aprobación y derogación de la ley Monsanto,  un nuevo actor en el panorama político nacional, y el mismo tiene que ver con los pueblos indígenas organizados de manera comunitaria, con autoridades legitimas, que hoy tienen conciencia de su fuerza y una visión de alcance nacional que supera las divisiones impuestas de los últimos siglos. Igualmente, hay en todos los sectores que participaron y que legítimamente se sienten triunfadores, la clara conciencia que la unidad hace la fuerza, que las alianzas son posibles y necesarias y que el futuro de todos, es compartido.
Hay, como se puede observar,  razones para festejar.

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