miércoles, 18 de noviembre de 2009

Estados Unidos legaliza el golpismo del siglo XXI

El nuevo modelo de gobernabilidad: fuerzas armadas contra la sociedad nacional

Tito Pulsinelli
Zelaya dijo basta, no le entro, eres un convenenciero, tu palabra no es de fiar. Lo dijo en una carta dirigida a Obama, en la que le enlista las diferentes piruetas “diplomáticas” de la Casa Blanca para enmascarar su colusión y contubernio con los golpistas.

Ante la fuga de noticias provenientes de Washington que anticipan que los Estados Unidos reconocerán cualquier resultado de las elecciones presidenciales de fin de mes, Zelaya evitó la última movida socarrona. Que les fuera devuelta la presidencia… 24 horas antes de la apertura de las urnas.

Zelaya recuerda que en la Cumbre de las Américas en Trinidad y Tobago, hace algunos meses, Obama pidió a los latinoamericanos que dejaran de juzgar a los Estados Unidos basándose solamente en el pasado histórico, porque él habría de cambiar las cosas e iniciaría una era de nuevas relaciones. Palabras, palabras vacías que no duraron ni siquiera seis meses: la guardia pretoriana es el referente principal de su gobierno. Como antes, mucho antes.

Con o sin regreso a la constitucionalidad, con o sin Zelaya, con o sin la participación de los partidos antigolpistas, la validez de las elecciones es reconocida anticipadamente. Con las urnas cerradas. Después del golpe preventivo contra la reforma de Honduras, ahora existe el reconocimiento preventivo de una votación organizada por los mismos golpistas, sin la intromisión de nadie más.

Los Estados Unidos están probando el nuevo modelo de gobernabilidad, en el que se puede prescindir de los partidos y fuerzas sociales que minan su hegemonía e intereses. Se basa en la alianza con las elites económicas, el latifundismo mediático y la casta militar, contra todos los demás: es el golpismo del siglo XXI.

La “gobernabilidad” experimentada en los últimos cuatro meses, tiene como eje de apoyo un puñado de generales que alistan a las fuerzas armadas contra la sociedad nacional, con las armas apuntando permanentemente. Y el latifundio mediático como fuerza estratégica de complemento.

Un salario no superior a dos dólares al día hace a Honduras competitivo respecto a China, al menos para las multinacionales textiles y de calzado deportivo de Estados Unidos. Lo dijo Bill Clinton en Haití, donde la ONU le confirió la función de “procónsul”. Es la “gobernabilidad” que Estados Unidos quiere exportar del Caribe a tierra firme.

En Honduras, la casta militar regresa al centro del juego político porque logra ejercer esa “represión necesaria” –indispensable cuando se quiere congelar la historia- que en Haití debieron conferir –desde hace cinco años- a las tropas de la ONU.

traducido por Marcela Tavera
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