Fernando Dorado
El presidente Santos dijo que lo ocurrido en el barrio La Gabriela, municipio de Bello, Antioquia, “era una tragedia anunciada”. Se suma a lo ocurrido en Villa Tina (Medellín, 1987) y a cientos de derrumbes, avalanchas, inundaciones y demás calamidades que siempre afectan a los más pobres. Le faltó decir que el monopolio de la tierra urbana y rural - propiedad de unos pocos grandes terratenientes -, es la causa principal del problema.
En frente de las laderas y riveras de los ríos invadidas por familias desplazadas por la violencia y la pobreza, – tanto en Bello como en todas las ciudades colombianas -, existen cientos de miles de hectáreas de tierra plana, urbanizable, apta para construir viviendas de interés social, que se “engordan” y valorizan con las obras de infraestructura que todos los ciudadanos pagamos con nuestros impuestos.
Si el gobierno tuviera la voluntad de enfrentar el problema, aprovecharía la declaración de la Emergencia económica, social y ecológica para intervenir “por decreto” ese injusto y odioso monopolio patrimonial, que es la causa de muchos de nuestros males. Sabemos que no lo va a hacer. Seguirá aparentando con leyes como la de Víctimas y Tierras, que – en verdad – son parte de la campaña orquestada para engañar a la comunidad internacional.
Es un comportamiento reiterado. Es casi una costumbre. Cuando la oligarquía colombiana no quiere hacer algo, se inventa una Ley. Así ha ocurrido históricamente. Tenemos leyes para todo. Nos jactamos de tener la “Constitución política más avanzada de América Latina” - atestada de derechos fundamentales reconocidos en el papel -, pero no pasa nada. La mayoría de la población cae en la trampa y algunos “demócratas” ayudan al maquillaje.
La declaratoria de emergencia servirá para ocultar el déficit fiscal que tiene el gobierno - herencia de Uribe -, y para gravar a los colombianos con nuevos impuestos. Así, el desastre climático - fruto del caos ambiental global -, parece haberle caído al gobierno como anillo al dedo. Tragedia anunciada, “papaya” aprovechada.
Nota: En Popayán el caso es paradigmático. Las mejores tierras planas - en manos de unas pocas familias poderosas -, impiden el desarrollo urbanístico de la ciudad. Es tema vedado.
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