Immanuel WallesteirnLa Jornada
El primer ministro Vladimir Putin de Rusia visitó Alemania a finales de noviembre. Antes de llegar, publicó un editorial abierto en el periódico alemán Süddeutsche Zeitung, que comentó su editorial titulado "Putin abraza Europa".
Los contenidos del editorial son muy notables. Putin dijo que la lección que podía extraerse de la crisis económica más severa de la economía mundial en 80 años era la necesidad de que Rusia trabajara más cercanamente con la Unión Europea. Proponemos la creación de una comunidad económica que vaya de Lisboa a Vladivostok. Dijo que eventualmente en el futuro podríamos considerar una zona de libre comercio y aún más avanzadas formas de integración”. Sugirió que un mercado continental así podría valer billones de euros.
Putin sugirió que la Unión Europea y Rusia necesitaban trabajar más cercanamente en los campos de la industria y la energía. Dijo que consideraría todo aquello que pueda posibilitar una nueva ola de industrialización del continente europeo. Mencionó ámbitos como la construcción de buques, las industrias aeronáutica y automotriz, las tecnologías ambientales, la farmacéutica,
la energía nuclear y la logística. Hizo un llamado a iniciar proyectos conjuntos con empresarios europeos y rusos.
En el campo del abastecimiento de energía, Putin pidió intercambios activos. Es necesario, dijo, trabajar juntos en todas las fases necesarias para crear la cadena de valor tecnológico, del descubrimiento de la demanda de recursos energéticos a la entrega al consumidor. Por tanto Rusia y la Unión Europea podrían avanzar en la eliminación de visas, lo que manifestaría no el fin sino el comienzo de una verdadera integración de Rusia y la Unión Europea.
Cuando Putin arribó a Alemania le dieron un cálido recibimiento varios de los más importantes banqueros e industriales alemanes. Les habló como sus amigos, y en retribución el director ejecutivo de Siemens dijo: En Rusia nos sentimos en casa. Afirmó: Rusia es un claro ejemplo de cómo las naciones emergentes le están dando impulso al crecimiento de la economía mundial.
Putin prosiguió su ofensiva de encanto con la elite económica alemana. Sugirió que se mantuvieran juntos en las cuestiones relacionadas con las divisas. Necesitamos una nueva multipolaridad en el sistema de divisas. Debemos romper el excesivo monopolio del dólar. Puso el ejemplo del imperio romano, cuyas políticas condujeron a 500 años de estancamiento económico. Le dio entonces un fuerte respaldo al euro, del cual dijo que era un importante balance para el dólar en la economía mundial. Sugirió la posibilidad de que el comercio bilateral fuera realizado en rublos y euros, y no con dólares.
La respuesta de la canciller federal Angela Merkel a estas propuestas fue cauta pero no fue negativa. El ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, Guido Weterwelle, dijo que las propuestas de Putin mostraban lo cercanos que estamos en términos de objetivos estratégicos. El respaldo más fuerte vino de los administradores económicos más importantes de Alemania. La respuesta de la prensa alemana fue mezclada.
En Francia, Le Monde apuntó: Este llamado a la apertura económica por parte de un hombre reputado más por su fibra nacionalista que por sus ideas librecambistas es realmente innovador. Tanto más porque el desarrollo de las cooperaciones industriales entre los dos lados es regularmente frenado por consideraciones políticas.
Debe resaltarse que Putin no le ofreció un acuerdo a Occidente sino más bien a Europa. Parece un intento bastante específico por alentar un fortalecimiento de los lazos con Europa a costa de Estados Unidos. Aunque esto no sea totalmente nuevo en términos de la postura geopolítica de Rusia, no se había expresado públicamente hasta ahora con tal contundencia. También hay que resaltar que Putin le otorga al euro un fuerte respaldo en un momento en que el euro está necesitado de algún reforzamiento político. Apuntemos también que Putin no habla de mantenerse sólo o aun principalmente como exportador de energía para Europa. Putin habla de una nueva ola de industrialización en la cual Rusia participaría a plenitud.
Esta abierta diplomacia de Putin debería probablemente preocupar a los líderes estadunidenses más que las modestas revelaciones de Wikileaks.
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