Se les permite utilizar
los subsidios agrícolas a la Unión Europea, Japón o Estados Unidos pero no a los países en desarrollo
Aunque sus economías crecen mucho más rápido que las de los países
"avanzados”, su ingreso promedio per cápita es apenas un cuarto del de éstos y
en los BRICS viven unos setecientos millones de personas en situación de
"extrema pobreza”, o sea con ingresos equivalentes a menos de un dólar y cuarto
por día, más de la mitad del total mundial. De ellos, unos cuatrocientos
cincuenta millones están en la India y doscientos millones en China.
El Banco Mundial ha definido como su gran objetivo de aquí al 2030
"eliminar” la pobreza extrema -o llevarla a menos del tres por ciento, que
estadísticamente hablando es casi lo mismo- y las Naciones Unidas se han
lanzado a discutir nuevos objetivos y metas para sus programas de desarrollo
una vez que los actuales Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) lleguen a su
fecha de caducidad. Se supone que la erradicación de la pobreza extrema será el
eje de este programa, ya que los ODM se habían propuesto reducirla a la mitad
antes de 2015.
Los BRICS deberían estar en el centro de estos debates, ya que la
pobreza que se quiere erradicar está en sus territorios y, al mismo tiempo, el
dinamismo de sus economías es la "locomotora” con la que el mundo cuenta para
retomar el crecimiento económico y generar empleos. Sin embargo, los BRICS no
han sido participantes muy activos en el debate internacional sobre este tema,
hasta ahora liderado por las agencias de cooperación internacional ("ayuda”)
del Norte industrializado, las fundaciones filantrópicas (?,ndr), el secretariado de
las Naciones Unidas y un puñado de ONGs.
Para llenar este vacío, la convocaron a
fines de noviembre a dos jornadas de discusión en la metrópoli china, donde
académicos y activistas comenzaron un necesario debate sobre la nueva agenda y
la posibilidad, o incluso necesidad, de una posición común de los BRICS al
respecto.
Los ingresos per cápita de los cinco BRICS varían entre 17,000 dólares
anuales en Rusia y apenas 3,000 en China. Rusia y Sudáfrica emiten per capita
unas diez toneladas de equivalente carbón a la atmósfera cada año, mientras que
la India y Brasil emiten apenas dos toneladas y China se ubica un poco por
encima del promedio mundial de cuatro toneladas. Los niveles de bienestar
social, educación y salud son igualmente dispares.
China y Rusia son miembros permanentes (con derecho a veto) en el
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, China, Rusia y la India poseen
bombas atómicas y los cinco BRICS tienen reactores nucleares, pero todos ellos
comparten un sentimiento de humillación en el reparto mundial de poder, que no
se corresponde con su peso demográfico o económico. Los votos de los BRICS en
el FMI pesan en conjunto once por ciento del total, mientras que los países de
la Unión Europea, con un producto bruto equivalente, tienen 32% por
ciento de los votos.
Los debates en Shanghai también dejaron claro una sensación de que el
mundo no solo desplaza a los BRICS del ejercicio del poder económico, sino que
además desconoce o subestima sus méritos morales. El primero de los ODM
proponía la reducción a la mitad de la proporción de personas con ingresos
menores a un dólar por día. La comunidad internacional proclamó la victoria en
este objetivo ya en 2010 y todas las agencias y ministerios de cooperación
internacional celebraron este triunfo como propio.
Entre 1990 y 2010, unos seiscientos millones de chinos elevaron sus
ingresos por encima del dólar diario y si bien en el resto del mundo el total
de pobres se incrementó en doscientos millones, gracias a China el saldo total
siguió siendo positivo, pero este esfuerzo no ha tenido mayor reconocimiento ni
recompensa alguna.
Ahora el mundo se propone reducir a cero la pobreza absoluta, que afecta
a cuatrocientos cincuenta millones de indios. "¿No deberían computarse los
presupuestos de la India para la salud, la educación y el saneamiento como
parte del esfuerzo mundial?”, se preguntaba un comentarista en Shanghai. En la
práctica, sin embargo, las normas comerciales internacionales traban este
esfuerzo en vez de alentarlo. El programa indio de ayuda alimentaria a las
familias desnutridas y apoyo a los agricultores pobres podría ser declarado
ilegal por la Organización Mundial del Comercio, que lo considera un subsidio.
Los subsidios agrícolas son una herramienta económica que se les permite utilizar
a la Unión Europea, Japón o Estados Unidos pero no a los países en desarrollo.
La reforma del FMI y el Banco Mundial y nuevas reglas mundiales de
comercio e inversión son demandas comunes de los BRICS, a las cuales todos
menos Rusia agregan la exigencia de una distribución equitativa de la carga de
mitigar y adaptarse al cambio climático. En contrapartida, las potencias
emergentes erradicarán la pobreza doméstica, apoyarán los esfuerzos de otros
países en desarrollo y revitalizarán la economía mundial. Un Plan B (de BRICS)
que merece ser tomado en cuenta.
[Publicado
en Red del Tercer Mundo, 6 de diciembre de 2013 - No. 143 - Año 2013].
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