Los hechos son claros: comunidades
indígenas en México están siendo acosadas por el ejército estadounidense
con la ayuda de geógrafos de la Universidad de Kansas. En 2005, el
Departamento de Geografía de la Universidad de Kansas recibió $500, 000
dólares de fondos del Departamento de Defensa para mapear tierras
comunales indígenas en los estados mexicanos de San Luis Potosí y
Oaxaca. Con la ayuda de la Oficina de Estudios Militares para el
Extranjero de los Estados Unidos (FMSO,
por sus siglas en inglés), localizada en la base militar del Fuerte Leavenworth en Leavenworth, Kansas; los profesores de geografía Peter Herlihy y Jerome Dobson han estado arando el camino del proyecto “México Indígena”, una parte de un proyecto de mapeo mayor, las Expediciones Bowman.
por sus siglas en inglés), localizada en la base militar del Fuerte Leavenworth en Leavenworth, Kansas; los profesores de geografía Peter Herlihy y Jerome Dobson han estado arando el camino del proyecto “México Indígena”, una parte de un proyecto de mapeo mayor, las Expediciones Bowman.
El investigador de la FMSO asignado a las
Expediciones Bowman, el Teniente Coronel Geoffrey B. Demarest, es
sospechoso de usar los mapas para inteligencia militar en contra de
comunidades indígenas que afirman su autonomía y auto-determinación a
través de gobernar y poseer colectivamente su territorio. Según
Demarest, el único camino para el ‘progreso y la seguridad’ en América
Latina es el de la privatización de éste tipo de tierras comunales.
En publicaciones de la FMSO y en un libro
de texto titulado “Geopropiedad: Asuntos Externos, Seguridad Nacional y
Derechos de Propiedad”, Demarest asegura que “la posesión informal e
irregulada de tierras favorece el uso ilícito y la violencia”, y que la
única solución para estos campos de cultivo de crimen e insurgencia es
la privatización y titulación de la tierra.
No debiera sorprender, que Demarest no
sólo fue entrenado en la Escuela de las Américas del Ejército
Estadounidense (el centro famoso por enseñar tortura y creación de
escuadrones de muerte paramilitares al personal militar
Latinoamericano), pero también sirvió como el agregado militar de los
Estados Unidos en la embajada de Guatemala entre 1988 y 1991, un tiempo
de represión militar fuertemente respaldada por los Estados Unidos
contra comunidades indígenas en Guatemala, con varios casos notorios de
tortura y asesinato.
Antes de su trabajo en el proyecto
“México Indígena”, Demarest estaba implementando sus estrategias de
información geográfica en Colombia, por lo menos hasta 2003. Un ensayo
de la FMSO de marzo de 2003, escrito por Demarest, titulado “Mapeando
Colombia: Información Geográfica y Estrategia”, declara claramente el
uso final de la información geográfica: “Mientras el valor forense de la
información de la propiedad de tierra es relativamente obvio, no es tan
obvia la correlación entre información geográfica y estrategia militar,
pero esta correlación marca precisamente un atributo esencial de
campañas contrainsurgentes exitosas.”
Ramificaciones Urbanas
Las implicaciones de las Expediciones
Bowman y los ensayos de Demarest se extienden más allá de las tierras
indígenas, reverberando en todos los sectores de la sociedad, y en
particular, en los pobres de los centros urbanos del mundo. En un ensayo
de la FMSO de la primavera de 1995 titulado “Geopolítica y Conflicto
Urbano Armado en América Latina”, Demarest criminaliza y advierte del
potencial de los pobres en las ciudades de America Latina:
“Intereses monetarios en Latinoamérica
continúan aislando, física y socialmente, a las comunidades pobres en
expansión. Los barrios de techos de lámina se convierten en áreas
gobernadas por separado. Ellos marcan las dimensiones físicas de las
que, de alguna manera, son naciones autónomas dentro de las naciones. En
algún punto, su liderazgo puede ser visto como una amenaza para la
seguridad nacional en vez de una simple amenaza a la seguridad pública.
Es ahí donde reside su importancia geopolítica.”
En una sección previa de este mismo
ensayo, Demarest enlista actores anti-estado que encuentran su hogar
entre los pobres del mundo:
“Características distintivas de las más
grandes ciudades, también llamadas ‘ciudades de mundo’, de las que
América Latina tiene varias, incluyen la marcada polarización económica y
social y una intensa segregación espacial. Encontramos también lo que
es probablemente un efecto de esas condiciones: las agendas
complementarias e identidades superpuestas de una vasta selección de
actores anti-estado. Anarquistas, criminales, los desposeídos,
extranjeros entrometidos, oportunistas cínicos, locos, revolucionarios,
líderes obreros, minorías étnicas nacionales, especuladores de bienes
raíces y otros pueden todos formar alianzas de conveniencia. Estas ideas
pueden ser tan específicas como resistirse a un aumento en el pasaje de
los camiones, tan inmediatas como una oportunidad para hacer un saqueo
tras una celebración de masas, o tan amplio como la identidad étnica.”
Como las tierras comunales indígenas, los
barrios de techos de lámina no regulados son considerados por la FMSO
como precursores de crimen e insurgencia. En los Estados Unidos y en
ciudades alrededor del mundo, la privatización de comunidades pobres a
través del aburguesamiento es una estrategia similar multifacética de
marginación a través de la desvalorización, la criminalización y el
desplazamiento. Ser pobre y organizar tu comunidad para sobrevivir por
sus propios medios, ejercer auto-determinación, según los ensayos de
Demarest, es ser una amenaza para los intereses políticos y económicos
de Estados Unidos, domésticos y en el extranjero.
En el mismo ensayo, Demarest da un paso
adelante y expone las intenciones imperialistas para la información
geográfica y la estrategia: “El poder estratégico se convierte en la
habilidad de retener y adquirir derechos de propiedad alrededor del
mundo. El poder nacional, sub-, supra- o transnacional puede ser medido
por consiguiente.”
La misión primaria de la FMSO es evaluar
amenazas asimétricas y emergentes para la seguridad nacional de los
Estados Unidos. Con amenazas asimétricas se refieren a ejércitos
guerrilleros y organizaciones terroristas. Por otra parte, la FMSO está
evaluando movimientos sociales influidos por indígenas, como amenazas
emergentes para la seguridad de los intereses políticos y económicos en
México.
Oliver Froehling, geógrafo y director
académico de la Universidad de la Tierra en la ciudad de Oaxaca, resalta
el peligro de este tipo de proyectos de mapeo cuando declara: “El
proyecto México Indígena se suscribe a una estrategia político-militar.
No podemos olvidar que el mapeo empieza en medio del debate sobre un
paquete de financiamiento militar de los Estados Unidos conocido como la
Iniciativa Mérida. El control y desplazamiento de comunidades indígenas
pretende remover potenciales focos rojos en la política, contribuir al
control militar de la región y finalmente ‘liberar’ recursos naturales
para beneficio del gobierno y, a su vez, sus aliados trasnacionales.”
Resistencia Indígena
La noción de Demarest de que la mayor
resistencia al orden mundial neoliberal en México viene de comunidades
indígenas demandando autonomía y auto-determinación en la forma de
territorio comunal no es, por supuesto, una sospecha. Así es.
En 1992, después de que el entonces
presidente Carlos Salinas de Gortari derogara el artículo 27 de la
constitución, que había dado legalmente concesiones comunales de tierra a
los campesinos indígenas de México, y en 1994, después de que se
aprobara el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), una
serie de levantamientos de liderazgo e inspiración indígena en el sur de
México se han estado movilizando por la auto-determinación y la
auto-defensa de su territorio.
Una de las luchas más notorias, es la de
los Zapatistas, quienes ganaron atención global capturando un tercio del
estado de Chiapas en las primeras horas del 1ero de enero de 1994, el
día en que el TLCAN entró en vigor. Ellos denominaron su levantamiento
armado indígena una lucha en contra de la muerte y el olvido; una lucha
por la paz con dignidad, justicia y libertad. Mientras los fusiles de
los Zapatistas se han mantenido en silencio durante los últimos 15 años,
ellos han continuado resistiendo y, aún más importante, inspirando y
escuchando a muchas luchas alrededor de México y el mundo.
El 14 de junio de 2006, una de esas
luchas, una huelga sindical de maestros en la ciudad de Oaxaca, explotó
rápidamente convirtiéndose en un levantamiento popular con una base
indígena muy fuerte. El éxito del consiguiente levantamiento de 6 meses
fue alimentado por ideas sobre las formas tradicionales de la tenencia
de la tierra y las estrategias subsecuentes para el auto-gobierno que la
vida comunal indígena implica. Campesinos indígenas, maestros,
estudiantes, amas de casa y trabajadores se unieron en un enfrentamiento
contra el gobernador del estado, Ulises Ruiz Ortiz, exigiendo su
renuncia.
La Asamblea Popular de los Pueblos de
Oaxaca (APPO), que en última instancia tomó la ciudad capital del estado
por seis meses, utilizando una serie de bloqueos y que se autoproclamó
el cuerpo de gobierno de facto, nació de una base fuertemente indígena.
La primera asamblea general de la APPO, en la que participaron 270
delegados, fue organizada bajo el principio indígena mesoamericano de
“mandar obedeciendo”. La asamblea general utiliza una forma indígena de
organización por consenso que ha existido en Oaxaca por miles de años.
Ejerciendo su auto-determinación,
miembros de la APPO ocuparon oficinas de gobierno estatal, local y
federal por toda la ciudad. Estrategias de expropiación fueron empleadas
inmediatamente. Comida, agua, transportación y comunicación, fueron los
objetivos principales de expropiación. En un momento dado, mujeres de
mediana edad de la APPO ocuparon un canal de televisión y una estación
de radio manejados por el estado.
Cuando las antenas de la estación fueron atacadas, la APPO respondió ocupando 13 estaciones de radio comerciales. Los oaxaqueños nunca imaginaron que podrían tomar la ciudad por tanto tiempo. Sin embargo, asesinatos, desapariciones, violaciones, tortura y tiroteos desde carros al mando de la policía en esta parte del estado, mermaron el ímpetu del movimiento social. Oaxaca y la APPO continúan resistiendo el régimen brutal del gobernador Ulises Ruiz Ortiz y demandando su renuncia.
Cuando las antenas de la estación fueron atacadas, la APPO respondió ocupando 13 estaciones de radio comerciales. Los oaxaqueños nunca imaginaron que podrían tomar la ciudad por tanto tiempo. Sin embargo, asesinatos, desapariciones, violaciones, tortura y tiroteos desde carros al mando de la policía en esta parte del estado, mermaron el ímpetu del movimiento social. Oaxaca y la APPO continúan resistiendo el régimen brutal del gobernador Ulises Ruiz Ortiz y demandando su renuncia.
La batalla por Oaxaca no es pequeña. El
estado es estratégico para los intereses neoliberales y es
extremadamente rico en recursos naturales. Ya se ha convertido en el
emplazamiento de una serie de proyectos industriales implementados por
el TLCAN y el Plan Puebla Panamá. Carreteras, vías férreas, puertos
comerciales, corredores de energía eólica, minas, empresas agropecuarias
y maquiladoras, son algunos ejemplos del “progreso” que los partidarios
del Plan Puebla Panamá han tratado de vender. Sin embargo, durante los
últimos 15 años, estos símbolos de progreso únicamente han desplazado
sistemáticamente a comunidades indígenas, que ya no son consideradas
“económicamente viables”. La vida humana en Oaxaca es otra variable
desechable en la ecuación de ganancias del TLCAN. Desplazar a los
indígenas de sus tierras y robarles sus medios de subsistencia es
equivalente al genocidio.
Curiosamente, en 2006, al mismo tiempo
que la APPO estaba en enfrentamientos en las calles de la capital, el
proyecto de mapeo “México Indígena” movió silenciosamente sus
operaciones del estado de San Luis Potosí a la Sierra Juárez, una región
biológicamente diversa y rica en minerales del estado de Oaxaca.
Cuestión de identidad
Para los indígenas del sur de México,
territorio y cultura están tan entrelazados en la vida diaria que uno
sin el otro es como una bicicleta sin ruedas. Sin embargo, el ‘progreso y
la prosperidad’ del libre comercio implican intrínsecamente una pérdida
de identidad y tradición para las comunidades indígenas. El bombardeo
constante de propaganda anti-indígena en caricaturas, programas de
televisión y noticieros, no es un accidente. En el libre comercio ser
indígena es culturalmente menospreciado. Los espectaculares en las
carreteras entre pueblos indígenas, representan consumidores de tez
blanca con ninguna relación en absoluto con la tierra de la que
consumen.
Los maniquís de todas las tiendas de ropa para mujeres en la
ciudad de Oaxaca (la capital de un estado que es 70% indígena), son
altos, flacos y muy, muy blancos. El producto cosmético más comúnmente
vendido a mujeres indígenas es aclarador de piel. Para las comunidades
indígenas de México, reclamar su autonomía y territorio es, por lo
tanto, una reivindicación sumamente urgente de su identidad.
En Oaxaca los indígenas siempre han
estado más dispuestos a morir luchando por su tierras, de lo que
cualquier gobierno ha sido dispuesto a matarlos y arrebatárselas. Negar y
criminalizar las formas tradicionales de tenencia de la tierra es negar
la vida y cultura de los indígenas. Demarest, la FMSO y el ejército de
Estados Unidos lo saben. Pero lo que han descubierto en sus estudios de
territorio indígena y resistencia en México y otras regiones de América
Latina, es que el arma más peligrosa para el neoliberalismo no es
necesariamente la lucha por el poder del Estado, o la presencia de la
fuerza física.
Más bien, es la implacable creencia en el auto-gobierno y
la auto-determinación, ejemplificada en la forma tradicional de poder
horizontal, cosechada por comunidades indígenas de México que
representan la más grande amenaza al orden mundial. Esta es la clave de
la resistencia cultural, aplicable a cualquier lucha de base comunitaria
por la auto-determinación.
Simon Sedillo es un organizador chicano
que lucha por de defensa de los derechos comunitarios. Realiza películas
documentales y su trabajo se ha centrado en poner habilidades, cámaras,
y equipo de edición en las manos de comunidades en resistencia para que
puedan documentar sus propias historias de lucha. Sedillo ha pasado los
últimos 6 años documentando y enseñando medios comunitarios y video-
documentación en México, en comunidades de inmigrantes en Estados Unidos
y con jóvenes de barrio a través de los Estados Unidos. Sedillo, que
fue un colaborador para www.elenemigocomun.net, está actualmente de gira
proyectando cortometrajes sobre Oaxaca y Chiapas y presentando un
taller sobre neoliberalismo y auto-defensa de derechos comunitarios.
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