jueves, 10 de diciembre de 2015

Venezuela: Apuntes para una lectura desdramatizada del 6-D

Notes pour une lecture dédramatisée des élections du 6 décembre (ici)

Juventud Guerrera del 23 de Enero. Foto Milangela Galea

Todos los errores en política son siempre errores de estimación, o bien por arriba o bien por abajo. A veces subestimamos nuestras fuerzas o las de nuestros oponentes. Y otras veces pasa lo contrario: las sobreestimamos. Lo mismo pasa con las situaciones. Así las cosas, lo mejor y más militante que podemos hacer con respecto a lo que ocurrió el domingo pasado es estimarlo en su justa dimensión. No podemos pretender que no pasó ni pasará nada. Pero tampoco ponerse catastrofista y pensar que se acabó el
mundo.

Empecemos por lo más frio de todo: los números. Según las últimas cifras que vi –y si hay más recientes no variaran mayor cosa- en términos de votos nacionales el pasado domingo, el chavismo sacó 5 millones 600 mil votos, lo cual es aproximadamente un millón 990 mil menos que las elecciones de abril de 2013, que llevaron al presidente Maduro a la presidencia. Y 2 millones 600 menos con respecto a las de octubre de 2012, las últimas que ganó el presidente Chávez. En términos porcentuales esto representa un decrecimiento de alrededor de un 26% y un 46% respectivamente en el voto chavista.

En cambio, la oposición en las elecciones del domingo pasado, obtuvo 7 millones 708 mil, votos. En 2013 obtuvo unos 7 millones 364 mil. Mientras que en las de 2012, 6 millones 592 mil. Lo cual implica un crecimiento de poco más de 300 mil votos con respecto a 2013 y de 1 millón 116 mil con respecto a 2012. En términos porcentuales eso supone un crecimiento de 5% y un 20% respectivamente.

La caída del voto chavista en 2007, cuando se perdió el referéndum constitucional, con respecto a 2006, cuando Chávez le dio la paliza a Rosales, fue de 39%. Cuando en referéndum constitucional el voto máximo del chavismo (en el bloque B) fue de 4 millones 335 mil 200, y cuando la paliza a Rosales 7 309 mil aproximadamente. Es decir, en menos de un año se perdieron casi 3 millones de votos. Pero 5 años después se subió de esos mismos 4 millones y tanto a 8 millones 192 mil votos, es decir, prácticamente duplicaste tu caudal de votos.

Por otra parte hay un dato interesante. El pasado domingo el chavismo sacó un 44% de votos y la MUD 56%. Sin embargo, esa diferencia de solo 12 puntos se traduce en más del doble de diputados. Hay un tema de circuitos y representatividad que debe ser considerado debidamente

Así las cosas, de lo anterior se pueden concluir preliminarmente cuatro cosas: en primer lugar que no estamos ante una situación inédita ni terminal. Ya hemos atravesado situaciones similares y se han superado.

La segunda, que el voto chavista es más oscilante que el oposicionista, fundamentalmente porque es más crítico, pensado y elector en el sentido racional y literal del término (lo cual es una fortaleza más no una debilidad). Mientras que el opositor es más entubado y menos elector (votan por lo que sea y por quien sea con tal de votar contra el chavismo) . 

Tercero, que no es el “crecimiento” del voto oposicionista lo que debe ocuparnos sino el decrecimiento del voto chavista. Y cuarto, que en razón de lo anterior, no podemos actuar ni asumirnos como minoría.

Con respecto a lo que viene, también vale la pena considerar las cosas fríamente. Ciertamente el margen de maniobra opositor ahora es mucho mayor que antes, pero eso no significa que ahora la Asamblea Nacional se va a convertir en un poder que va a patotear a todos los demás. La lógica pránica de la derecha los lleva a pensar y seguro actuarán de ese modo (ya lo han anunciado).

Pero para eso existen contrapesos y procedimientos institucionales que, quieran o no, deben seguir y en todo caso es nuestra responsabilidad obligarlos a hacerlo (como siempre lo hemos hecho por lo demás), pues estamos en una democracia republicana y ante un Estado social de derecho y justicia y no en una jungla o en una pulpería regentada por FEDECAMARAS. Sin duda asistiremos al enfrentamiento de poderes con todo lo que eso implica, pero no al sometimiento de poderes que tienen la misma legitimidad (particularmente el Ejecutivo que al igual que los representantes de la AN viene del voto popular directo).

Es la hora que la oposición demuestre que de verdad cree en la pluralidad y la independencia de poderes (siempre relativa, pues está sujeta a lo que dicte la CRBV, como lo ha dejado muy claro el Defensor del Pueblo).

A este respecto también hay que tomar en cuenta que lo más común en todas las democracias es que esto sea así. Macri, por ejemplo, que es un patotero de derecha igualito a los nuestros, tendrá el Congreso en contra. El FPV –partido que ahora es oposición al Ejecutivo pero mayoría en el Congreso y en gobernaciones- tuvo como un gesto democrático de gobernabilidad dejar que el presidente del Congreso fuese del partido de gobierno. Pero eso no quita que tenga Macri carta blanca. En su momento se enfrentarán, pero eso no es anormal en una democracia.

Por último, y ya para cerrar, una gran ventaja que no estamos considerando es que ahora podemos dar la batalla sobre los modelos en vivo y directo. Es decir, siempre se le ha criticado al chavismo que hablaba del pasado, de la Cuarta, etc. Y por lo demás, entre las ofertas del oposicionismo, está principalmente la de mejorar, progresar, etc., lo cual significa no solo no hacer colas sino que la gente tenga empleos estables, salarios dignos, precios accesibles, pueda ejercer sus derechos socio económicos, etc.

Lo cierto sin embargo es que todo esto es incompatible con cuestiones como la eliminación de las garantías al trabajador y la trabajadora existentes en la ley del trabajo que quieren eliminar, con la eliminación de los precios justos y pare usted de contar. De tal suerte, como acaba de pasar con el tema de la inamovilidad, tendremos el debate de los modelos económicos y de sociedad en tiempo real, siendo que la gente tendrá que elegir entre los que le garantizan sus empleos, sus salarios dignos y sus derechos, y quienes plantean que deben suprimirse. Ya no tenemos una disputa con el pasado sino con el presente y el futuro. Ahora nos tienen que explicar con qué y cómo es que se come el cambio.

fuente aqui

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