El pasado 28 de mayo, el Presidente Lula visitó Haití por segunda vez.
La primera se llevó a cabo en 2004, junto con la selección brasileño.
En
esa ocasión, desfiló por las calles de Puerto Príncipe en coche (de
guerra) abierto. En esta vez, llegaron en la comitiva la Odebrecht,
Andrade Gutiérrez y Camargo Corrêa, entre otras empresas invitadas. Una
de ellas, cuyo nombre se mantiene en reserva, ya recibió US$ 80
millones
del Banco de Desarrollo Europeo para la primera fase de las obras de
reconstrucción de las carreteras haitianas. Al mismo tiempo, el
movimiento social haitiano Batalla Operaria solicitó autorización a la
Policía para hacer un acto en la puerta del Palacio Nacional, en Puerto
Príncipe, para protestar contra la presencia de las tropas militares en
el país. La Policía Nacional haitiana negó el pedido.
Mientras tanto en Rio de Janeiro, la tropa de elite – el Bope – entrenó
en la favela Tavares Bastos, que ocupa, desde el 2000, parte de las
tropas brasileñas que componen el cuerpo de 1.213 hombres de las
Fuerzas
Armadas que están en Haití desde el 2004.
Allá, la población que ya no aguanta tanta hambre, sale a las calles a
protestar contra el alza abusiva de los precios de los alimentos.
Aquí,
la población sale a las calles en las favelas a protestar también de
forma espontánea contra los abusos policiales que matan diariamente 7,
8, 9 personas en cada incursión supuestamente buscando traficantes.
Aquí como allá, la estructura de la desigualdad es llamativa. En
Brasil,
según recientes estadísticas dadas a conocer por el IPEA (Instituto de
Políticas Económicas Aplicadas), el 10% de los más ricos detenta 75% de
la riqueza. Allá, el profundo deterioro de la economía haitiana ha
llevado al 76% de la población a vivir en situación de pobreza.
La situación socio-política de Haití se agudiza. Las tropas de la
Misión
de Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (MINUSTAH) cumplen,
cada vez más con el papel de policía, empleando todas las tácticas de
represión a las poblaciones empobrecidas utilizadas por la policía de
Rio de Janeiro.
La lógica es la misma. Cada vez más los enemigos del sistema son las
poblaciones empobrecidas. Haití y Río están sirviendo muy bien como
campo de experimentación de esas nuevas estrategias del sistema
capitalista.
Aquí y allá, hay una proximidad de criterios del gobierno Lula con
gobiernos que ponen en práctica esa estrategia. Las visitas de Lula y
sus ministros a Río son frecuentes. Las matanzas también. La del
Complexo do Alemão, ocurrida el 27 de junio de 2007, dejó 19 muertos y
10 personas gravemente heridas. El Ministro Tarso Genro, en reunión con
los secretarios de seguridad de todo el país para discutir el llamado
PAC de la Seguridad (Pronascin - Programa Nacional de Seguridad Pública
con Ciudadanía), un día después de dicha matanza, consideró que la
operación en Río era un ejemplo de cooperación, señalando: “Es una
acción de las policías militar y civil, comandada por el gobernador del
estado y por el secretario de seguridad, que tienen la retaguardia de
la
Fuerza Nacional”. (1)
También Itamaraty considera un ejemplo de cooperación lo que Brasil
está
haciendo en Haití. En una reunión del pasado 26 de mayo, los
integrantes
de la Red Jubileo Sur llevaron un manifiesto firmado por 73
organizaciones sociales brasileñas. Un funcionario de la División de
Naciones Unidas de aquel ministerio afirmó: “Haití también es prioridad
para el gobierno brasileño, es la misión más importante por ser un país
de la región. Es también la única donde Brasil tiene tropas, con apoyo
del Congreso”.
El pasado 7 de abril, en Puerto Príncipe, 7 personas fueron asesinadas
por protestar, junto a 3 manifestantes más, contra la subida
generalizada de los precios de los alimentos. El 1º de mayo, en las
manifestaciones por el Día Internacional del Trabajo, los nombres de
todas las personas que hicieron uso del micrófono durante la marcha
fueron apuntados por parte de la MINUSTAH y de la Policía Nacional.
El pueblo haitiano también está saliendo a las calles para protestar
por
la presencia de tropas extranjeras en el país. Crece el clamor por la
retirada de las tropas compuestas en gran parte por soldados de los
países del sur. La evaluación negativa de la efectividad de misiones
como la MINUSTAH también se incrementa. Recientemente, activistas,
ganadores del Premio Nobel e intelectuales también firmaron un
documento
afirmando que esas tropas “violan los derechos humanos con total y
escandalosa impunidad, de modo flagrante y en contradicción con el
mandato definido por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que les
atribuyen la tarea de impulsar el respeto a los derechos humanos y
reforzar el sistema judicial”.
La MINUSTAH fue establecida el 30 de abril de 2004, según resolución
1542 del Consejo de Seguridad, y tiene mandato hasta 15 de octubre de
2008 (S/RES/1780). Es urgente y necesario que se haga un esfuerzo en
Brasil en el sentido de presionar/solicitar a los gobiernos nacionales
a
que retiren sus tropas a partir de un plan discutido con sectores
representativos del pueblo haitiano.
A la vez, es urgente el debate alrededor de la militarización de las
periferias urbanas como estrategia de apropiación de territorios donde
viven los más pobres. Lula lleva en su comitiva a Haití a las mismas
empresas que harán gran parte de las obras del Plan de Aceleración del
Crecimiento. El Complexo do Alemão es el escenario de una de las obras
del PAC. Fue necesario que entre la policía para limpiar el territorio
y
garantizar la obra. ¿No sería justo cuestionar que el mismo papel esté
haciendo también la MINUSTAH para garantizar que esas mismas empresas
realicen sus trabajos en Haití?
Limpiar territorio de negros, mujeres, viejos y niños pobres; ¿será que
esto mismo es lo está detrás de esas políticas tanto aquí como en
Haití? (Traducción ALAI)
- Sandra Quintela es miembro del Pacs y de Jubileo Sur.
------
(1) Correo Brasiliense, 29 de junio de 2007
sábado, 31 de mayo de 2008
Lula en Haiti: subimperialismo brasileño en acción
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario