viernes, 1 de agosto de 2008

El horizonte de Cuba y la Integración Latinoamericana

EL HORIZONTE de CUBA y la Integración Latinoamericana
Tito Pulsinelli

Las manifestaciones de júbilo de los cubanos de Miami cuando se enteraron de la enfermedad de Fidel Castro son un recuerdo diáfano y cómico: pueden guardar en caja fuerte las “actas catastrales” y los títulos de propiedad anteriores al 1959. El tirano no se cae porque la película que tienen en la cabeza –y que han transmitido al mundo- es simplemente una ficción. Es irreal. Cuba no es una tiranía, no tiene gulags tropicales, es un País soberano que sólo a principios del siglo XX ha corrido el decaído imperio español, para luego vivir inmediatamente la invasión de los buques de guerra con banderas a barras y estrellas.

La independencia real, la soberanía efectiva. llegó sólo con la entrada en la Habana de los barbudos, y la defendió con mucho coraje en el transcurso de medio siglo, edificando un Estado fuerte y una economía centralizada y planeada. Los gringos no dejaron otra opción, porque en el ADN de su geopolítica expansionista, el Caribe era y es un mare nostrum.
Y el destino de Cuba debía ser similar al de Porto Rico, Haití o la República Dominicana. No lo lograron.

Fidel hoy es un ilustre jubilado, ha habido una transición de poder, y los Estados Unidos se quedaron impotentes, mirando cómo se esfumaba la famosa “hora X” que tanto habían soñado y anhelado. Tras el cambio al vértice, Cuba da los primeros pasos hacia la evolución del sistema económico y mira hacia delante, con los ojos clavados en la integración regional sudamericana.
Los gringos siguen con el bloqueo y el embargo, como los tres changuitos que no ven, no oyen y no hablan, pero no pueden hacer nada para impedir que las cosas tomen un curso diferente de sus petrificados deseos. Este dato refleja fielmente la real relación de fuerzas existente –hoy- entre la América latina y la anglosajona.

Cuba es menos aislada hoy, y los intercambios comerciales son más floridos y diversificados que en el resto de su historia. Pueden contar con considerables yacimientos de hidrocarburos que garantizarán su autonomía energética futura.
El horizonte de la nueva Cuba es el bloque regional sudamericano, ya forma parte de la Alternativa Bolivariana de las Américas (ALBA) y pertenece a Petrocaribe como todos los países caribeños. Superados los problemas con Europa, tiene buenas relaciones con todos (excepto con Estados Unidos).

Afirmar que “…Raúl Castro ve a Chávez como un dolor de cabeza, debido a su retórica y su actitud dura hacia diversos países. Chávez no es la persona idónea para ayudar a Cuba en el proceso de normalización de las relaciones internacionales” (1) es cosa bastante discutible. Es la opinión muy personal de Luiz Alberto Moniz Bandeira.
Cuba ya tiene excelentes relaciones internacionales; además, la colaboración con Venezuela le ha garantizado la resolución del problema energético: se acabaron las interrupciones del servicio eléctrico, y esto se refleja positivamente también en la producción.
Venezuela ya ha reactivado una refinería “soviética” abandonada desde hace veinte años, y casi está lista la segunda.
PDVSA se empeña en activar la extracción y los nuevos pozos, porque es una transnacional 100% estatal, mientras que Petrobras (2) tiene una participación minoritaria del Estado brasileño. Por eso la primera ya está trabajando. Asimismo, Venezuela se ha garantizado un servicio nacional de asistencia médica gracias al trueque (cambalache) petróleo/médicos-y-medicamentos vigente con Cuba.

La visión del Sudamérica de Luiz Alberto Moniz Bandeira es muy carioca, es comprensible, pero también es aproximativa e inexacta cuando dice “…Venezuela tiene sus problemas económicos, pese a sus enormes reservas en dólares. Debido a la política de precios fijos y a la creciente inflación, hay desabasto de medicamentos y de alimentos básicos, como la leche, el azúcar, los huevos, la carne roja y blanca”.

Venezuela es así desde comienzos del siglo XX, cuando el descubrimiento del petróleo en una nación de 3 millones de habitantes, distorsiona y bloquea definitivamente la transformación en el mundo rural.
No ha habido una revolución industrial porque nunca ha existido una burguesía rural capaz de emprender algo en serio. Siempre ha importado el 70% de sus necesidades alimenticias, pero hoy esta dependencia ha bajado al 50%.
Por tanto, es reductivo y despistante afirmar que “…todo esto recuerda a Raúl Castro las distorsiones económicas que obligaron a la Unión Soviética a recortar las ayudas a Cuba”.

Venezuela –así como Brasil- está en el quinto año consecutivo de crecimiento económico sostenido, y la escasez que menciona se refiere a la explosión mundial del problema agro-alimenticio, que se remonta al año anterior. Y además coincide con el pacto sobre el etanol suscrito por Bush y Lula.
Moniz Bandeira ignora que el Estado venezolano moderno siempre se ha basado en la renta procedente de sus recursos naturales, que siempre ha sido un gran actor económico, que ha financiado la iniciativa privada, los privilegios y el nivel de vida de la elite. Puede permitirse nacionalizar todo –hasta los bancos- y no sería expropiación porque cuenta con la capacidad de indemnizar y ser solvente.

Venezuela es el fruto del colonialismo de las transnacionales petroleras del siglo XX, que es capaz de planear economías totalmente dependientes, orientadas a reexportar inmediatamente todos los dólares del petróleo para luego importar todo lo demás. La revolución bolivariana será tal si invierte esta dependencia.
Cuba necesita a Venezuela, Brasil, Argentina y Ecuador –y viceversa- porque la superación de los límites de cada nación latinoamericana será posible sólo con la colaboración de todos los demás Países.
El bloque regional no podrá alimentarse sólo con la soya producida por Monsanto y Cargill en Argentina y Brasil; ni la poderosa zona industrial de San Paulo puede prescindir de la electricidad producida por las mega-centrales de Paraguay.
Y nadie puede funcionar sin el gas de Bolivia y de Venezuela. La diversificación productiva y el fin del latifundismo de la soya, será una meta realista sólo con el bloque regional sudamericano.

O habrá integración o seguirá la dependencia y la vulnerabilidad –obviamente relativas y variables- a las que nadie podrá sustraerse: del Río Bravo hasta la Tierra del Fuego. Incluyendo a Brasil.

(1)http://www.eurasiarivista.org/cogit_content/articoli/EkEZuEuuFpYdHhJbce.shtml

(2) Multinaciónal petrolera brasileña



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