Fernando Dorado
El bloque de poder en Colombia tiene un grave problema. El proyecto político al que le metieron todos sus fierros está en decadencia. No ha podido cumplir la misión. Esa tarea era consolidar un régimen absolutamente garantista de la inversión privada y acabar con los más mínimos atisbos de participación democrática y de control social.
La lucha contra el terrorismo y demás consignas sólo eran fachada. Avanzó en grado sumo, sí…, pero no ha podido terminar. Impuso parte de la "legislación del despojo"[1] pero para su disgusto, la sociedad nacional, los pobres, los indios, los trabajadores, los intelectuales y profesionales dignos, siguen resistiendo. El régimen tiene todavía algunas talanqueras que estorban.
Las clases dominantes, últimamente, han tenido que medirse y hasta recular, pero claro, muy poco. Siguen recurriendo en forma descarada a la violencia. La existencia de una oposición democrática que utiliza formas pacíficas de resistencia, es un factor muy importante.
Dicha oposición va más allá de los partidos políticos que han enfrentado Uribe: está representada en este momento por los movimientos sociales que resisten activamente.
Hay que resaltar los movimientos de las víctimas y los defensores de los DD.HH., La Minga indígena, y algunos sectores campesinos, trabajadores, barriales, estudiantes, ambientalistas, de género, culturales, que valientemente se mantienen en la lucha por democracia y soberanía. Claro, en medio de debilidades y dificultades. No es fácil.
Esas fuerzas que resisten pacíficamente han sido fundamentales. Su presencia y su accionar han evitado que el régimen pudiera imponer su carácter autoritario. Esa labor permanente de denuncia, ese no bajar los brazos, ese replicar y replicar, es lo que ha permitido presionar a la comunidad internacional, y mínimamente hacerla actuar, o por lo menos, lograr que se pronunciara.
Los antecedentes de Uribe y todo lo que ha pasado en el país no les permiten ignorar los crímenes, como si pasó en Bosnia-Herzegovina, o como está ocurriendo en Irak, Afganistán y tantos países del mundo. Uribe ha tratado de identificar a toda la oposición con el accionar de las FARC.
Nos ha acosado y provocado con agresividad y sevicia. Busca desesperarnos, cerrarnos cualquier opción y que optemos infantilmente por la vía armada. Esa sería su única salvación. Así podría justificar la "hecatombe" y acabar de terminar su obra. Pero ello no va a suceder.
El entorno latinoamericano está a favor de los pueblos, está por la Paz, y por las vías pacíficas para avanzar hacia transformaciones estructurales. La crisis económica global desnuda la debilidad de la fórmula de la "confianza inversionista". El panorama es favorable a las fuerzas democráticas. Ya empezamos a cruzar la esquina.
[1] Así ha denominado La Minga a las leyes aprobadas por el gobierno de Uribe. Estatuto de Desarrollo Agrario, Ley Forestal, Código Minero, y tantas más. Ver propuestas y trabajos de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca ACIN. www.nasaacin.org
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