martes, 14 de julio de 2009

Halcones y "neocons" a la caza de Obama (parte 1)

Carta a Obama, con ocasión del golpe en Honduras

Fernando Dorado
Usted, Señor Presidente de los Estados Unidos de América, en este momento está bajo fuego enemigo. El golpe de Honduras tiene como principal objetivo su política interna y externa. Fuerzas muy poderosas, que Usted y el pueblo norteamericano derrotaron recientemente en el campo electoral, apuntan y apuestan a debilitarlo como gobernante ante su pueblo y como dirigente fundamental ante el mundo.

Los sueños que usted ha desatado, de más y mejor democracia, de verdadero respeto de la Constitución de su país, de no intervención y respeto del derecho a la autodeterminación de los pueblos, no sólo preocupan sino que estremecen a los verdaderos dueños y beneficiarios del poder acumulado por el imperio norteamericano.

Usted representa lo mejor de las comunidades y nuevas generaciones de estadounidenses. A los afrodescendientes que lucharon pacíficamente por sus derechos civiles pero que todavía no disfrutan de efectivos derechos económicos y sociales;

a los inmigrantes que han aportado su trabajo y sus vidas a esa economía y que aspiran a ser reconocidos como verdaderos ciudadanos;
a los ambientalistas que saben que los EE.UU. son el principal contaminante del mundo y que si no asumen su responsabilidad en forma integral, la tierra y toda la humanidad estarán condenados a desaparecer;
a los pacifistas que exigieron la terminación de la invasión en Irak pero que están inconformes con la continuación de la política guerrerista en Afganistán, Pakistán y Colombia;

a los jóvenes, mujeres, luchadores de género, nativos originarios, desempleados, pequeños y medianos empresarios, trabajadores, y en general, a millones de norteamericanos que saben o se imaginan, que la vida no puede reducirse al consumo irracional de bienes superfluos y que, por tanto, aspiran a que usted les ayude a encontrar una salida real y creativa a la trampa en que los metió el capitalismo y la concepción occidental de desarrollo.

Trampa en la que está involucrada la población de todo el planeta.

Los enemigos suyos son los mismos enemigos de los pueblos del mundo entero. Son los que convirtieron los ideales de libertad y democracia de los fundadores de la Unión como Madison, Hamilton, Washington, Jefferson, entre otros, en herramientas de explotación y opresión de millones de seres humanos del mundo entero.

Son los que han disfrutado de los privilegios que les otorga la apropiación ilegal de los recursos naturales de las diferentes regiones de la tierra que han sido expropiados por medios violentos y presiones de toda clase.

Son los que temen que usted acabe con el injusto bloqueo que ha sufrido Cuba, que la ha mantenido aislada de una parte de la comunidad internacional, y les aterroriza que el pueblo norteamericano por fin conozca la verdad de sus crímenes.

Sus enemigos son los que intentan incentivar un falso patriotismo no sólo en Norteamérica sino en muchos de nuestros países, alentando la confrontación y el odio entre hermanos porque necesitan de un supuesto enemigo externo para fortalecer su poder antidemocrático y seguir enriqueciéndose con el ejercicio de la guerra.

Esos atroces e insaciables enemigos de los pueblos quieren presentarlo ante su pueblo como un gobernante débil e incapaz de defender los intereses de los estadounidenses, pero ocultan ante su pueblo que lo que ellos defienden son sus egoístas intereses y un modelo de vida que está haciendo crisis a nivel orbital.

La plutocracia corporativista de su país, que lidera las transnacionales capitalistas que no tienen patria, aspiran a mantener su poder hegemónico en el aparato estatal de los EE.UU. para continuar defendiendo en forma omnímoda sus exclusivos privilegios presentándolos como los intereses de su nación. Y por ello, usted es un estorbo para ellos; les produce incomodidad ejecutiva. Y por la misma razón, montan ardides para enfrentarnos y dividirnos.

Eso lo entendemos o empezamos a entenderlo los pueblos de los países al sur del Río Bravo. Sabemos también, que para muchos de nosotros – incluyendo muchos de nuestros gobernantes -, nos es difícil comprender la naturaleza de las contradicciones que existen al interior de la sociedad norteamericana que se expresan al interior de su gobierno.

Muchos creen que conscientemente usted se deja utilizar por ese poder hegemónico para presentar la cara amable del imperio, mientras nos preparan la celada y nos meten la “puñalada trapera”, como está ocurriendo en el caso de Honduras.

Otros no entienden por qué usted tuvo que negociar el nombramiento como Secretaria de Estado de Hilary Clinton o del secretario de Defensa Robert Gates, cuando usted los venció limpiamente; a la primera, al interior de su partido, y al segundo, derrotando a los republicanos.
Sospechamos que esas cesiones son fruto de las presiones que responden a contradicciones reales, a la magnitud de las fuerzas e intereses encontrados, y a la lucha por la hegemonía política. Créanos, Señor Presidente, que intentamos comprender.

La desconfianza acumulada durante más de 150 años de invasiones, guerras de rapiña, intervenciones violentas, presiones diplomáticas y económicas, desconocimiento de nuestros derechos, asesinato sistemático de dirigentes, pueblos autóctonos y población en general, imposición de políticas y violaciones a nuestra soberanía, explican la incredulidad sobre la seriedad de su compromiso con la verdad y la democracia.

Usted dijo en Trinidad y Tobago: “Olvidemos la historia”. Las víctimas perdonan pero no olvidan.
(continará)

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