miércoles, 29 de septiembre de 2010

COLOMBIA: LAS LÍNEAS OCULTAS de su MANO CORRUPTORA

Ningún cambio será posible sin desmantelar la economía narcomafiosa y la telaraña de complicidades – Los efectos en las zonas de cultivo– Entrevista a Fernando Dorado

Tito Pulsinelli

El tráfico internacional de la heroína y de la cocaína no es otra cosa que un flujo de capitales sin control por parte del poder global oculto y paralelo que maneja este campo de la economía capitalista. Puede compararse con la antigua piratería en la fase de despeje de la revolución industrial. Ahora, en el momento de su abierto declive, en plena crisis sistémica global, las narco-mafias de varios continentes tienen la capacidad de generar cuantiosos recursos financieros cuya terminal es el sistema bancario y financiero de los Estados Unidos.

Esta narco-potencia, desde los tiempos en que los sandinistas entraron triunfalmente en Managua, traficaba directamente la heroína asiática para financiar clandestinamente a los mercenarios de la contra anti-sandinista. Era la operación “Irán-contras” en la que estuvieron implicados oficiales y CIA, que hizo parte del escándalo del Watergate.

Víctor Ivanov, director del Servicio Federal ruso para el Control de las Drogas (FSKN), alerta que el narcotráfico con base en Afganistán alimenta el terrorismo que desestabiliza el Asia central y que – entre otras cosas – ataca también a los militares de Estados Unidos y de la OTAN. Sin embargo, el oficial británico Richard Connelly inexplicablemente declaró que “(…) la eliminación de los cultivos para las drogas empujaría a los pobres en los brazos de los talibanes”. Al contrario, es notorio que el gobierno talibán del mullah Omar, poco antes de la invasión, había prohibido la siembra de la amapola.

El otro brazo de la economía narco esta en Colombia donde – a pesar de las cuantiosas inversiones militares y la presencia militar de los EEUU – la producción de clorhidrato de cocaína está en constante ascenso. Conversamos con Fernando Dorado, dirigente social del sur de Colombia, para examinar las aristas de este fenómeno. Sus consecuencias en la vida de las comunidades de su región, donde en ese momento se concentra el cultivo de la hoja de coca. Allí la economía mafiosa logra involucrar a miles de campesinos y braceros indígenas, afrodescendientes y mestizos.

TP: Los espectáculos televisivos populares (novelas o “culebrones”) muestran como pertenecer a las redes de la narco-economía es considerado una vía segura para el ascenso social. Las telenovelas reflejan –o promueven- este atajo sin mucha inhibición. ¿Es ficción o reflejan la realidad? ¿Hasta que punto estos modelos han realmente moldeado la sociedad colombiana?

FD: Hay dos aspectos a tratar en esa pregunta. Uno, las novelas reflejan la realidad que vive nuestra gente, que tiene causas reales en nuestra situación económica y social. Bien tratado el tema podría aportar a construir una visión crítica que muestre la realidad en toda su dimensión. Que muestre lo que ese ascenso social significa en costos sociales y culturales para nuestra sociedad, que no es más que criminalidad, muerte, corrupción, degeneración y descomposición social. Sin embargo, el tratamiento que muchas de esas novelas o programas de televisión le dan al tema, estimulan una cierta permisividad frente al problema que se corresponde con el comportamiento de la clase dominante colombiana que se ha lucrado económica, hipócrita y amoralmente de ese negocio ilegal.

El problema en Colombia es que – por condiciones históricas – esa economía ilegal se ha podido consolidar aprovechando la necesidad de sobrevivencia de la gente y cierta disposición de la cultura popular colombiana que se caracteriza por la creatividad para el “rebusque”, la tendencia a violar las leyes como forma de resistencia histórica al poder, primero colonial español y después, oligárquico criollo.

* El ciclo productivo de la cocaína – desde la siembra, refinación, exportación - se cristaliza en un fenómeno macro-financiero donde la economía ilegal y criminal alcanza a ponerse en pie de igualdad con la producción lícita. ¿Es una exageración?

FD: No, no es una exageración. En Colombia desde los años 70, primero con la marihuana, después con la cocaína y en los años 90 con la amapola, se construyó una economía paralela. Esta incluye una amplia red de tráfico de insumos, armas, lavado de activos. Últimamente, también involucra el tráfico de personas migrantes asociado con la “trata de blancas” y otros mercados ilegales. En los años 80 y 90 esa economía estaba monopolizada por los grandes carteles de Medellín y de Cali, pero a nivel global más del 90% de los recursos que mueve esa economía alimenta el sistema financiero internacional.

Esto ya está comprobado y estudiado por economistas colombianos como Salomón Kalmanovitz y a nivel mundial por importantes centros de estudios. Esa economía ilegal no es que se ponga en pie de igualdad con la economía lícita – porque en términos formales es “prohibida” e ilegal -, pero en la práctica la oligarquía sabe que ese movimiento económico y los recursos que irriga alimentan y son un soporte importante de la economía lícita. De no existir ese flujo de dinero se haría más evidente la crisis del sector agropecuario y en general, se profundizaría la crisis del modelo basado en la gran propiedad terrateniente y en el monopolio absoluto de la economía colombiana por parte de unos cuantos grupos económicos vinculados al poderío capitalista imperial.



* Se dice que las mafias italianas participan a la creación del 25% de la economía ¿Cuál es la cuota del PIB correspondiente a los narco-carteles?

FD: En el caso colombiano la cifra puede ser similar, aunque los datos son ocultados por el Banco de la República y el establecimiento. En este momento no existen serios estudios que tengan en cuenta el conjunto de operaciones productivas, económicas y financieras que se mueven a partir de esa economía “ilegal y paralela”, dado que no les interesa reconocer la verdad. Tanto en Colombia como a nivel mundial, de acabarse ese negocio, los grandes carteles financieros verían afectadas sus ganancias y, en este momento de crisis económica y recesión sería un problema de muy difícil resolución para la plutocracia capitalista. ¡La droga y el tráfico ilegal son una fuente inagotable de rendimientos financieros a los cuales no van a renunciar fácilmente!

*¿Cuáles son sus efectos en las zonas rurales, o sea donde se siembra y cosecha? ¿Como logran involucrar los campesinos?

FD: Los efectos de la existencia de esa economía entre las comunidades campesinas, sean éstas indígenas, afrodescendientes o mestizas, son graves y variadas. En una primera fase, la gente tumbaba sus cultivos tradicionales para reemplazarlos por cultivos de coca. Ello arrasaba con economías tradicionales que eran portadoras y resultado de importantes conocimientos culturales, además que eran el soporte alimentario de la población. Además, al llegar sumas de dinero exorbitantes se generaba toda clase de descomposición social, alcoholismo, prostitución, crimen y muerte.

En algunas regiones de Colombia, donde las comunidades eran frágiles por efectos de la violencia y otras causas, la gran consecuencia del narcotráfico fue la concentración de la tierra en manos de narcos y terratenientes aliados. Utilizaron a los grupos armados ilegales para desalojar a los campesinos mediante el desplazamiento forzado, que fue la base social y económica sobre la cual se consolidó el paramilitarismo hacendatario. Hoy el problema principal es que la expansión de los cultivos hacia zonas como la Costa Pacífica es utilizada calculadamente por intereses imperiales. Para arrasar con el control territorial que tienen comunidades afrodescendientes e indígenas, apropiarse de amplias zonas estratégicas y de sus riquezas incluidas.

*La economía ilegal no puede subsistir sin los campesinos, ¿Cómo logra involucrarlos?

FD: Las necesidades materiales, la pobreza, los conflictos intrafamiliares, la falta de educación, y muchas causas similares llevan a los campesinos – e incluso a jóvenes de centros urbanos – a involucrarse en esa economía. Se vinculan de varias maneras. Sus hijos empiezan siendo jornaleros (“raspachines” les llaman porque la acción de cosechar la hoja de coca es denominada “raspar”). El campesino de zonas marginales, colono, de lo único que vive en esas regiones es de la siembra y procesamiento de la “base de coca” (etapa básica de la transformación en clorhidrato de cocaína). Dado que la economía campesina es esas regiones es absolutamente insostenible.

Hoy en día los grandes carteles no existen, se ha “democratizado” el tráfico de los insumos y de la droga misma, en pequeñas y numerosas redes que son financiadas por traficantes colombianos y mexicanos que manejan el negocio desde el exterior. Últimamente se han vuelto a activar cultivos en el Perú y Bolivia que es canalizada a través de la cuenca del Amazonas, es procesada en la selva, refinada y transportada en Colombia y sale por la Costa Pacífica hacia Centro y Norteamérica.

* La propaganda oficial acusa las guerrillas de complicidad con las mafias, tildándolas de narcoterrorismo. En el sur colombiano, donde tu actúas a estrecho contacto con las organizaciones sociales, campesinas e indígenas… ¿Que has podido observar?

FD: A partir de 1989, una vez se acaba el apoyo económico a la guerrilla colombiana, que de alguna manera llegaba del bloque socialista, ésta se ve empujada a recurrir al secuestro, la extorsión o cobro de impuestos para sostener la guerra. Esto era aplicado a todos los actores económicos de las zonas donde ellos tenían presencia y control. El impuesto a los productores directos de la hoja de coca y de la base de cocaína se denomino “gramaje” (de gramo).

* Impuesto a los “raspachines”?

FD: Dicho impuesto se le aplica al campesino productor de hoja de coca y procesador de “base”. A los raspachines no los gravan pero sí los tienen en cuenta para muchas labores y actividades que le sirven a la guerrilla en determinadas circunstancias. El principal impuesto se lo cobran al narcotraficante, por garantizarle protección y permitirle su actividad.

Es evidente que en algunas épocas y regiones la insurgencia fue connivente con las mafias, las dejó “engordar” y apropiarse de tierras, y después pudieron convertirse en uno de los factores anti-insurgentes más agresivos.

Debido a la degradación de la guerra, la lucha por el control territorial frente a grupos paramilitares y el mismo ejército oficial, la guerrilla ha tenido que involucrarse en el manejo de algunas áreas de la producción y procesamiento a fin de obtener mayores recursos de financiación. En el tráfico hacia el exterior no. Es muy difícil que se involucre, dado los riesgos que ello implica desde el punto de vista político pero también por las consecuencias prácticas de controlar una actividad criminal a nivel internacional.

Eso requiere una estructura de redes y de negocios que sólo se pueden construir con base en “lealtades mafiosas”, aceptando reglas que requieren una alta sofisticación criminal, y una gran connivencia y compromisos corruptos con autoridades de alto nivel nacional e internacional.

Para la guerrilla es innecesario involucrarse en ese terreno, aunque lo han intentado y no les ha traído buenos resultados. Esa realidad colombiana ha hecho que cierta mentalidad “mercenaria” haya perneado algunos sectores de la insurgencia, lo cual ha tenido graves consecuencias en costos políticos. Algunos frentes del ELN han sido radicales al oponerse a ese tipo de financiación, pero la realidad de nuestro país es que la economía del narcotráfico hace parte de nuestra vida, y ningún sector legal o ilegal, armado o no, se pueden escapar de sus implicaciones.


* El despojo de las tierras ancestrales rica en biodiversidad e minerales se logra con la represión, tierra arrasada, despoblación y fuga hacia las ciudades o afuera del país. Es obra de la fuerza armada y los paramilitares, pero ¿quién se queda con eso territorios? ¿Con cuales capitales se impulsa la minería?

FD: La dinámica en Colombia, si uno hace una reconstrucción histórica, consiste en que la economía del narcotráfico ha ido de un lado a otro, de acuerdo al grado de represión y agudización del conflicto. Si se profundiza más, se ve claramente como en determinadas zonas, se ha promovido deliberadamente la economía ilegal para desarticular la resistencia campesina.

Quebrar lazos comunitarios y economías tradicionales es una manera de integrar amplios sectores de la población al mercado capitalista: esto comienza siempre desde la ilegalidad. Allí donde los campesinos (indígenas, afros y mestizos) viven, hay una rica biodiversidad y recursos naturales inexplotados.

La ley colombiana e internacional exige el cumplimiento de pasos previos para asignar en concesión la explotación de esos territorios (consulta previa a comunidades nativas), por lo tanto la estrategia de las grandes transnacionales aliadas a monopolios colombianos y mafias es utilizar la economía del narcotráfico –asociado a toda clase violencias- para expulsar y desplazar a las comunidades.

Este proceso ya se ha dado tanto para apropiarse de minas de oro, áreas estratégicas mineras, energéticos, siembras de agro-combustibles o cultivos forestales. Son financiados por grandes empresas transnacionales como la Anglo Gold Ashanti, Smurfit Kappa, la Exxon, y muchas más.

El Estado permite esas prácticas, las promueve en muchas partes, y las elites políticas regionales son los agentes intermediarios. Mucha gente es sobornada y comprada para ponerse a la cabeza de la población de las regiones y localidades afectadas con el fin de convencer a las comunidades de los beneficios de atraer la inversión extranjera mediante el otorgamiento de grandes exenciones de impuestos, establecimiento de “zonas francas” y otras modalidades de gabelas.

* Uribe ha logrado la plena institucionalización de las fuerzas activas de la economía criminal. Ha entregado elevadas cuotas de poder –en todos sus niveles- a las mafias y los paramilitares. Este tipo de “gobernabilidad” es todavía funcional ahora? ¿Hay contradicciones con otros sectores de la sociedad colombiana?

FD: Uribe fue una herramienta de la oligarquía colombiana y Estados Unidos para movilizar a las mayorías nacionales contra la insurgencia y contra la resistencia popular a este modelo depredador. Hoy ya no lo necesitan porque llegó a promover y cometer graves crímenes que son inocultables y que les ha generado rechazo internacional. Por ello han hecho un viraje con Santos, más que todo cosmético, pero es indudable que pueden presentarse algunas contradicciones frente al manejo de ciertas áreas de la política interna, como en el caso de la devolución de tierras a campesinos desplazados que puede convertirse en un aspecto de distanciamiento entre la oligarquía y algunos sectores de la mafia terrateniente que se va a sentir afectada.

Sin embargo, en lo fundamental las condiciones de la ofensiva del gran capital internacional para profundizar lo que hemos denominado como “re-primarización” de la economía, se mantienen con el nuevo gobierno. Lo único que ha cambiado es el discurso, las figuras en el gobierno y – por conveniencia económica – han tenido que replantear sus relaciones con los gobiernos de Venezuela y Ecuador.

* Recién el presidente mexicano Calderón y su predecesor Fox han manifestado que la estrategia militar de lucha a las mafia es un fracaso. En el último trienio suman 28mil las víctimas civiles, a pesar que el ejército mexicano esté desplegado contra los narcos. Por primera vez, unos gobernantes se pronuncian a favor de la legalización de las drogas. ¿Cómo percibes esa proposición?

FD: Me parece que es positivo que se empiece a re-pensar la estrategia frente a la economía del narcotráfico. No va a ser fácil posicionar una política de “regulación”, “normatización” y “legalización” de la producción, procesamiento, comercio y consumo de drogas como la cocaína y heroína. Principalmente por los intereses financieros que existen detrás del negocio. El gobierno de los EE.UU., especialmente la CIA – y está suficientemente comprobado – ha utilizado muchos de esos recursos para financiar guerras clandestinas y operaciones encubiertas. Hay muchos sectores interesados en que esa economía ilegal se mantenga. Sólo un gran movimiento internacional, ojalá encabezado por gobiernos progresistas y democráticos, podrá colocar este tema en la agenda mundial. Esto develaría y sacaría a flote todos estos intereses camuflados.

* En la izquierda latinoamericana hay rechazo hacia la “legalización”, tal vez porqué lo interpretan como una rendición o una concesión a los carteles para que puedan producir, refinar y comercializar en santa paz. Es una evidencia que sin una funciones otorgada con toda claridad a los gobiernos, hay ese riesgo. ¿Cuál es el punto de vista de los movimientos sociales en las zonas cocaleras?

FD: Aquí en Colombia no se trata ese tema. Está criminalizada formalmente la producción, pero – paralelamente – hay cierta permisividad. Entre las comunidades indígenas se lucha contra la criminalización de los cultivos de coca. Luchamos por la aceptación legal e institucional de la utilización de esa planta como parte de la vida ancestral de los pueblos originarios en los rituales y en su subsistencia.

A nivel personal, creo que la legalización y regulación de la producción de la hoja de coca, la normatización y control de la producción de cocaína, su distribución organizada y controlada en los países consumidores, llevaría a la quiebra de la lógica económica del negocio, que se sostiene precisamente por la prohibición.

Legalizando las drogas, los carteles mafiosos rápidamente desaparecerían, y los recursos que hoy se invierten en la falsa “guerra contra las drogas” se podrían utilizar para restablecer economías agrarias productivas y para recuperar ambientes naturales fuertemente afectados por los impactos de deforestación de bosques y selvas. También se podrían utilizar parte de esos recursos para tratar científicamente a los enfermos adictos y realizar campañas de prevención entre la juventud.

Es evidente que el negocio y mercado de las drogas es el reflejo de una crisis profunda de la humanidad, esto tiene que ver con el modelo de alienación consumista en que nos hemos dejado meter por el sistema capitalista. Es una crisis de valores y espiritual que hace que la adicción a las drogas, al trabajo, como a la misma comida (obesidad, etc.) sea una manifestación de la sin salida en que los humanos estamos metidos. Por ello la lucha contra esta economía ilegal sólo es una parte de la lucha contra el capitalismo.

Esta lucha sería una importante barrera contra las fuerzas imperiales que han puesto esa herramienta criminal de la producción y consumo de narcóticos y estupefacientes al servicio de su economía. También utilizan las drogas como instrumento de control, penetración ideológica, somníferos de amplios sectores de la sociedad que de no tener ese desfogue narcótico, buscarían caminos revolucionarios para resolver sus problemas.

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