A pesar de la solicitud del Gobierno, no levantan el paro
Condiciones para cancelar la medida de fuerza
Jornada latinoamericana del 24 de noviembre: educación como derecho
Sergio Ferrari
Bogotá.- Casi un mes después de su inicio, la protesta social promovida por los estudiantes colombianos duplica su capacidad de convocatoria y se fortalece sintetizando contenidos claros y métodos novedosos. Luego de una Asamblea de dos días la noche del domingo 13, los estudiantes anticiparon sus condiciones para levantar la medida de fuerza. El pasado 10 de noviembre varias centenas de miles de personas se movilizaron en las principales ciudades del país. Alrededor de 80 mil,
protagonizaron “la toma de Bogotá”, que consistió en marchas simultáneas que confluyeron luego en la céntrica Plaza Bolívar, frente a la casa presidencial.
Según dirigentes sociales colombianos se trató de la principal concentración que ha presenciado la capital en la última década. La hasta ahora más concurrida había sido la de noviembre del 2007, “Contra la guerra”, convocada por la Ruta Pacífica de Mujeres y en la que participaron unas 50 mil personas.
En un comunicado público horas antes de la convocatoria del jueves 10, los organizadores reiteraron sus exigencias a favor de una “educación alternativa, democrática, con gratuidad y al servicio de la inmensa mayoría”.
Desde el 12 de octubre, más de medio millón de estudiantes universitarios mantienen una huelga general en 32 universidades públicas del país. Exigen el retiro del proyecto de ley de Ley de Educación Superior presentado por el presidente Juan Manuel Santos en el Congreso al que consideraron de claro tinte privatizador.
“Una nueva cultura política”
Esta protesta estudiantil “des-construye toda la lógica tradicional de movilizaciones violentas imperantes desde décadas en Colombia” evaluó Diana Sánchez, dirigente de la Asociación MINGA, una de las organizaciones más importantes en el acompañamiento de los movimientos sociales a nivel de los derechos humanos.
“Es un movimiento novedoso, creativo, nunca antes visto. Que trae aire renovador en el escenario de las luchas sociales colombianas” e incorpora la creatividad de los indignados. Según la defensora de derechos humanos, “cuenta con un claro contenido, mensajes directos, metodología no-violenta, un gran pluralismo y enorme diversidad de sus participantes”. La protesta a la que adhieren maestros y educandos de otros niveles educativos ha recibido el apoyo también de numerosos sindicatos; asociaciones urbanas; organismos no gubernamentales, grupos indígenas y algunas organizaciones campesinas.
La masividad de la propuesta y su creatividad, “expresan una clara condena a todo tipo de violencia” enfatiza Sánchez y, al mismo tiempo, “lanza una señal clara a los otros movimientos sociales y de derechos humanos del país”, muchos más tradicionales en su concepción de movilización y actualmente sin demasiada iniciativa de protesta.
Condiciones al Gobierno
La Mesa Amplia Nacional de Estudiantes (MANE), órgano coordinador de la protesta desde su origen, luego de una reunión ampliada realizada el sábado 12 y domingo 13 de noviembre hizo públicas sus exigencias para levantar el paro nacional.
Que se haga efectivo el pedido de retiro de la Ley ante el parlamento. Que el Gobierno asegure a través de una declaración pública su voluntad de promover una reforma consensuada. Y que se despenalice la protesta estudiantil. Además, exigen el retiro de la policía y los escuadrones antimotines de las universidades y sus alrededores.
La MANE invitó a la sociedad civil colombiana “a participar el día 24 de noviembre en la jornada continental de movilización en defensa de la educación como un derecho, la que se constituye en jornada de preparación del paro cívico nacional”.
Elaborar propuesta alternativa
Los estudiantes ratificaron también la decisión de avanzar en la elaboración de una propuesta alternativa de Ley Educativa. Ésta retomará los principios básicos de su “Programa Mínimo”, anunciado en setiembre último.
Exige “que se asegure a la Educación como un derecho y una condición para el desarrollo nacional, dejando de lado su connotación de mercancía…” Por tanto, los estudiantes rechazan “de manera íntegra y categórica” la propuesta de nueva Ley de Educación Superior y toda medida que tienda abrirle paso al lucro y a las trasnacionales de la Educación Superior, incluyendo aquéllas que hacen parte de los Tratados de Libre Comercio y demás acuerdos comerciales que Colombia adopte sobre esta materia”.
El movimiento estudiantil aboga también a favor del “fortalecimiento de la autonomía universitaria”; y por el reforzamiento de la Universidad Pública en detrimento de la visión gubernamental de favorecer la privatización del nivel terciario. Defiende la calidad académica; la plena vigencia de las libertades democráticas en los ámbitos educativos, subrayando la estrecha relación entre educación y sociedad. En esa óptica, convoca a todos los sectores de la sociedad civil a sostener esta lucha que le corresponde “a conjunto de la sociedad colombiana”.
“La universidad pública debe discutir y adoptar un nuevo modelo pedagógico”, exige el MANE. El mismo debe “generar alternativas con respecto a las problemáticas sociales, económicas, y medio ambientales del país”, vinculando los “grupos étnicos y cultuales que componen la nación colombiana”, enfatiza.
“Esta movilización se sustenta en contenidos esenciales”, subraya Diana Sánchez de la asociación MINGA. Y de ahí la “gran creatividad de este proceso, que no renuncia a reivindicaciones muy de fondo pero las expresa con un método de convocatoria y de movilización absolutamente diferente a lo que conocemos tradicionalmente. Sin buscar la confrontación con las fuerzas policiales y tratando en permanencia de ampliar sus sectores adherentes y la comprensión de la ciudadanía”.
“Pedagogía, sin violencia”, fue una de las consignas más cantadas durante las manifestaciones callejeras del pasado 10 de noviembre. Grupos de estudiantes muy bien organizados con afiches pacíficos, se interponían cuando grupos de manifestantes más radicales intentaban provocar los cordones policiales instalados al costado de las principales arterias bogotanas repletas de manifestantes pacíficos.
Pedagogía, educación, lucha estudiantil que integran en sus propias acciones una nueva forma de comprender la política. Que incorpora el “besotón” – acción masiva de besar los escudos de los policías para distenderlos-; las expresiones culturales; los disfraces y colores; la marcha multitudinaria pacífica. Una concepción más fresca y renovada, propia del protagonismo juvenil, sin negociar contenidos claros y apostando a la defensa de la educación como bien público y no como mercancía.
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