El
Ejercito de Liberaciòn Nacional (ELN) ha firmado con el gobierno de Santos un cese
bilateral y temporal del fuego
Una mirada y
una alerta sobre esa caliente frontera
Carlos Gonzàlez (ELN revista Insurreciòn 601) ¿A qué fue a Arauca el embajador
de EEUU en Bogotá, el pasado lunes
25 de septiembre? A declarar que
“Venezuela no ha tenido voluntad
frente a la crisis humanitaria”;
lo que equivale a decir que el
embajador colombiano en
Washington, hubiera podido viajar
a la frontera entre EEUU y México,
a declarar que “México no tiene
voluntad para resolver los
problemas fronterizos”. Al
comparar estas dos declaraciones
se
encuentra la diferencia, entre
ser un Estado soberano y ser una
neocolonia.
¿Qué incidencia tiene la situación
fronteriza colombo-venezolana en
la actual coyuntura que vive la
república Bolivariana? Tiene casi
todo que ver, pues desde hace años
la frontera está agrietada por el
contrabando de todo tipo de
productos alimenticios,
industriales y combustibles que
pasan “clandestinamente” desde
Venezuela y llega al comercio
colombiano, favorecido por una
distorsión cambiaria de la moneda
venezolana, lo que sostiene este
tipo de economía ilegal.
Armas
ilícitas
Este comercio ilegal es
patrocinado y realizado en grandes
volúmenes por el
narcoparamilitarismo colombiano,
que a su vez tiene nexos directos
con la derecha venezolana,
comprometida a fondo en los
intentos de desestabilización
interna de su país, a través de la
generación de ataques y sabotajes
conocidos como “guarimbas”, contra
el gobierno del presidente Maduro
y contra el pueblo chavista.
Colombia viene asumiendo como en
los años del gobierno de Uribe
Vélez, un rol preponderante en la
estrategia intervencionista
diseñada por el Pentágono y
retomada este año por el
presidente Donald Trump, para
derrocar el proceso revolucionario
en Venezuela.
Las decisiones políticas se
coordinan desde Bogotá, pero es
Cúcuta el principal centro
fronterizo desde donde se mueve y
se operativiza todo el andamiaje
criminal del narcotráfico y el
paramilitarismo, que afecta y
penetra al hermano país, como
parte de esta campaña de
intervención imperialista que
integra múltiples componentes,
como el militar, el
comunicacional, el diplomático y
el económico.
En lo económico se destaca una red
de todo tipo de actividades
ilegales como el contrabando, el
cambio de divisas y el tráfico de
personas, que funciona gracias a
la complicidad y la anuencia de
las instituciones encargadas del
control, la seguridad y la
inteligencia tales como la
policía, el ejército, Migración
Colombia, la Aduana, la
gobernación y las alcaldías de los
municipios fronterizos pues se
desarrollan a plena vista de todas
las autoridades del Estado
colombiano, sin que ninguna tome
medidas para atenuarlas, dado que
hacen parte de una misma madeja de
corrupción.
La
especulación monetaria
El cambio de moneda se ampara en
la Resolución 8 del año 2000 del
Banco de la República de Colombia,
por medio de la cual a las Casas
de cambio en la frontera en su
mayoría propiedad de personajes
ligados al paramilitarismo, se les
permite manipular a su antojo,
coordinando previamente con
agencias ubicadas en Estados
Unidos, el precio del cambio para
la moneda venezolana en
comparación con el dólar, sin usar
como referencia el valor real que
coloca el Banco de la República
desde Bogotá, quién es el ente
facultado constitucionalmente para
establecerlo.
De esta manera se le hace un grave
daño a la economía venezolana,
pues al distorsionar el real valor
de la moneda se alteran los
precios a la venta al público de
los productos de necesidad básica
que en su mayoría son importados,
y se encuentran acaparados, se
dispara la inflación de forma
artificial, se generan mercados
paralelos de productos a
sobreprecio y se fomenta el
fenómeno del contrabando y reventa
de productos conocido vulgarmente
como “bachaqueo”.
El
imperio escala la
intervención
Igualmente la población de la
frontera en Norte de Santander
viene siendo sometida por una
campaña de ablandamiento y
sugestión a través de los medios
de comunicación y de las iglesias
para servir de apoyo y aceptar la
ubicación de campamentos para
refugiados, que supuestamente se
acumularán por la crisis económica
del hermano país y por el
pronosticado incremento de la
violencia al desatarse una guerra
civil, que derivará en una
necesaria intervención
“humanitarias” internacional en
Venezuela al estilo de Siria,
Libia o Irak.
En este escenario se ha
desarrollado la coyuntura de
ataques derechistas violentos
aunada a la deliberada campaña de
desprestigio a nivel internacional
lanzada por organismos
diplomáticos como la OEA y las
redes sociales que busca
únicamente el derrocamiento del
presidente constitucional de
Venezuela, Nicolás Maduro y la
quiebra política del proyecto
revolucionario bolivariano que
impulsó y sembró el comandante
Hugo Chávez.
A raíz de la convocatoria por
parte del gobierno venezolano de
la Asamblea constituyente y con la
ratificación del proceso en las
elecciones del 30 de julio, se
logra derrotar temporalmente el
plan violento de la derecha, pero
a un costo de más de 120 muertos y
cantidad de destrozos materiales
en 4 meses, causados por los
desmanes y actos de terror de una
oposición que viene siendo
financiada, apoyada y entrenada
desde el exterior, en especial
desde territorio colombiano, de
una forma cada vez más descarada.
Debido a este fracaso es que el
imperialismo norteamericano,
retoma la fase del plan que
intenta utilizar al renovado
Ejército colombiano bajo los
estándares de la OTAN junto a los
ejércitos de Brasil y Perú como
una fuerza disponible de choque de
una posible intervención militar,
como con la que el
empresario-presidente Trump ha
vuelto amenazar de forma directa
a Venezuela.
No debe quedar duda que la
geoestrategia yanqui sigue en pie,
incentivando el reacomodo de las
oligarquías locales, y que
Colombia se presta a los intereses
imperiales de vulnerar la
soberanía del pueblo venezolano,
moviendo tropas sobre la frontera,
presionando desde la Alianza del
Pacifico, la OEA y declarando
ilegitima la victoria democrática
del chavismo.
Respeto
a la autodeterminación
Como organización revolucionaria y
antiimperialista rechazamos
cualquier invasión o intervención
en el territorio de Nuestra
América y debemos estar prestos a
apoyar el proceso bolivariano y
cualquier otro que busque la
justicia social y el
empoderamiento de la soberanía
popular y que sea amenazado por el
fascismo internacional.
En la frontera nuestra tarea debe
ser crear vínculos solidarios de
hermandad entre las dos naciones
para romper con la xenofobia y el
temor que se pretende imponer a la
población colombiana, en donde se
quiere presentar al venezolano
como el enemigo a odiar y el
modelo político del gobierno
venezolano como una “dictadura”,
cuando la realidad muestra que lo
que ha hecho es fortalecer la
democracia garantizando la
realización de sucesivas
elecciones y el empoderamiento del
pueblo, con su participación en la
construcción de su propio modelo
de sociedad.
Seguimos la denuncia permanente de
los intereses que hacen de la
frontera con Venezuela una bomba
de tiempo en lo social, económico
político y militar, por la
ausencia del Estado colombiano,
por las carencias que sufre la
población autóctona, por la
militarización constante y
creciente, por el poder que maneja
el paramilitarismo y por la
sistemática violación de los
derechos humanos a las comunidades
y a sus líderes.
Son 2.219 kilómetros de frontera
que compartimos con la hermana
Venezuela, pero tenemos la misión
de aportar en la integración de
los pueblos, el compromiso de
sostener el ideario de Bolívar,
tenemos una experiencia de 53 años
de lucha para enfrentar al enemigo
imperial, tenemos una vocación y
ejemplo internacionalista y una
convicción clara de defender la
Patria Grande, con el ejemplo de
los comandantes Ernesto Guevara y
Manuel Pérez.
Nuestro llamado es a defender el
proceso Bolivariano, a crear bases
políticas revolucionaria en el
cordón fronterizo, a estudiar y
conocer las dinámicas de la
frontera, para seguir construyendo
propuestas que beneficien a las
mayorías, para lograr unas
fronteras sin violencia, con
integración y justicia social.
No hay comentarios:
Publicar un comentario