Ignacio Ramonet ¿Es pertinente plantearse ‘qué es el chavismo ’ cuando, desde hace varios lustros, se practica cada día en Venezuela… ? La respuesta es : sí. Porque aunque es cierto que el chavismo se practica desde hace más
de quince años y que se hace con plena naturalidad, llega un momento en que, de la praxis debemos necesariamente pasar a la teoría. Y pasar a la teoría –en ciencia política- supone que, a partir de una experiencia concreta, mediante el análisis, seamos capaces de deducir la ecuación objetiva que podrá volver universal esa práctica.
Para extraerla del ‘aquí y ahora’ y hacer que esa experiencia sea posible ‘en cualquier lugar y en cualquier momento’. Sin teoría, toda práctica -en particular en el campo político-, acaba folklorizándose… antes de desaparecer. Además, tengamos en cuenta que el chavismo que no estudiemos nosotros será estudiado contra nosotros. ¿Qué es pues el chavismo ?
El chavismo es el encuentro de varios caminos abiertos por los Libertadores y el encuentro de varias búsquedas iniciadas por muchos soñadores sociales que convergen en un punto nodal : el pensamiento de Hugo Chávez.
Como todas las revoluciones, la Revolución Bolivariana es una arquitectura donde se conjugan una serie de fuerzas diversas importantes que, reunidas y fusionadas, conforman una dinamica política radicalmente innovadora.
Cuando Hugo Chávez llega al poder -en 1999- no tiene un gran partido; llega a la cabeza de un movimiento popular muy diverso que incluye a militares, a ex-guerrilleros y a unas izquierdas muy variopintas. Y consigue ganar el apoyo popular con un discurso de refundación: la refundación de Venezuela, que es la base misma del chavismo. Porque en el núcleo duro de la filosofía chavista nos encontramos con la recuperación del concepto de nación, y la restauración y la defensa del orgullo nacional.
Chávez inventa para Venezuela y América Latina lo que podríamos llamar una « política de la liberación », como decimos que existe una « teología de la liberación ». Con una opción preferencial por el pueblo, los pobres y los humildes. Con su excepcional capacidad de pedagogía política, Chávez impulsa una politización popular masiva y conceptualiza una política de la liberación del pueblo en la que el pueblo, dotado de conciencia política, es autor de su propio destino.
Haciendo prueba de un inaudito discernimiento y guiado por un sentido político muy agudo, Chávez intuye que la época permite estrenar nuevos caminos nunca antes surcados. Y logra elaborar de ese modo y transmitir al pueblo venezolano desmoralizado, un nuevo relato de esperanza.
En ese sentido, el chavismo es una narrativa que explica a los venezolanos quiénes son, a qué pueden aspirar y cuáles son sus derechos. Es una explicación nueva que da respuesta a viejas preguntas : ¿qué es la sociedad venezolana ? ¿cuáles son sus problemas? ¿quiénes son las víctimas ? ¿quiénes los culpables ? ¿qué soluciones ? Y ese nuevo relato fue narrado, día tras día, discurso tras discurso, con enorme eficacia comunicacional, por Hugo Chávez que se convirtió en referente intelectual y carismático.
De tal modo que el chavismo constituye una vía política latinoamericana innovadora que se libera y se emancipa de la eterna tutela conceptual europea. Una política que, por primera vez, es original, fuente, manantial, y no espejo o copia de lo que se ha hecho en otros continentes, en otras culturas.
En ese sentido, también el chavismo es una opción revolucionaria. Es el proyecto más innovador y más atrevido que ha tenido Venezuela desde Bolívar. Es el único proyecto de paz, desarrollo, justicia y prosperidad para el pueblo venezolano desde 1810.
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«Primero está la raíz bolivariana por el planteamiento que hace Simón Bolívar de igualdad y libertad, y por su visión geopolítica de la integración de América Latina; luego la raíz zamorana, por Ezequiel Zamora, el general del pueblo soberano y de la unidad cívico-militar ; y finalmente la raíz robinsoniana, por Simón Rodríguez, el maestro de Bolívar, el ‘Robinson’, el sabio de la educación popular, y de nuevo la libertad y la igualdad.» Aunque a esas tres raíces, Chávez le añade otras: por ejemplo, Miranda y Sucre. Y más tarde otras más como José Martí, Che Guevara y Fidel Castro…
Pero ser chavista es también ser profundamente cristiano. El Comandante Chávez nos dejó el cristianismo verdadero como parte de nuestra vida, de nuestra esencia y de nuestros valores. Sumando todo eso, uno pudiera decir: yo soy chavista porque soy independentista, porque soy demócrata, patriota, cristiano, revolucionario, antioligárquico, anticapitalista y antiimperialista. Todo eso es cierto, todo eso es verdad, pero ninguna de esas partes tiene sentido si no recordamos quién le dio coherencia ideológica y política al conjunto de esos conceptos: Hugo Chávez es el autor de esa síntesis revolucionaria.
Por eso, cuando decimos “Yo soy chavista” estamos dándole coherencia absoluta a todo un proyecto, a todo un sistema de ideas, a todo un programa político que es la biblia del futuro para Venezuela, un porvenir de prosperidad, de paz, de justicia social, de ética. Y sobre todo de socialismo como forma de vida.
Ser chavista significa también asumir nuestra condición de bolivariano, de latinoamericano y de revolucionario que es la condición más digna y más elevada en la escala humana. Asumirse como chavista es asumirse como un ‘socialista del siglo XXI’, o sea un socialista cristiano, un socialista humanista y un socialista democrático. Es tener los pies en Venezuela y proyectarse, como internacionalista auténtico, en lo universal.
Ser un verdadero chavista es ser un bolivariano integral, radical y desear que las ideas de Simón Bolívar trasciendan en los siglos futuros. Y la única forma de asumirse como militante chavista es asumir el proyecto revolucionario que nos legó el Comandante Chávez.
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En consecuencia, para poder dar lo mejor de ella misma y ponerse al frente de las naciones latinoamericanas, Venezuela debe estar unificada por un líder histórico y un proyecto grandioso, y articulada (en un eficaz equilibrio de los poderes) por instituciones políticas, militares, económicas y sociales decididas a evitar las luchas intestinas.
Hay que insistir en el hecho de que en el seno del chavismo, existe una filosofía patriótica del humanismo, heredera del cristianismo y de la teología de la liberación. El humanismo chavista es, a la vez, una finalidad de la grandeza de Venezuela, porque el mensaje que Venezuela dirige al mundo es profundamente humanista. Y una consecuencia de la política social cuyo primer objetivo es cohesionar a la nación.
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Como acción política, el chavismo se caracteriza por los siguientes grandes lineamientos:
— soberanía e independencia nacional ; rechazo de la dominación de cualquier super-potencia imperialista, en particular Estados Unidos. Chávez decía: “No puede entender la Patria ni defenderla, quien no sabe que su principal enemigo es el imperialismo norteamericano” ;
– rechazo de cualquier pretendido super-poder éconómico y financiero (FMI, Banco Mundial, OMC). La independencia se defiende, no sólo en el campo político, sino también en los sectores económicos, geopolíticos, culturales, diplomáticos e incluso militares.
– instituciones estatales sólidas, como las de la Va Republica instituidas por la Constitución de 1999;
– un ejecutivo fuerte y cierta personalización de la política para oponerse a la impotencia del régimen de los partidos;
– un poder ejecutivo fuerte y estable que confiere al presidente de la república un rol primordial;
– una relación directa entre el líder-presidente y el pueblo que pasa por encima de los cuerpos intermediarios, gracias a una concepción ‘participativa’ de la democracia, con recurso frecuente al referendo y a las elecciones, y al dialogo interactivo líder-pueblo mediante un uso singular de los medios de comunicación de masas;
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– una articulación cívico-militar cuyo engranaje lo constituye el propio Presidente que coordina lo mejor de los movimientos progresistas civiles y la inteligencia patriótica de los aparatos militares; las Fuerzas Armadas están íntimamente asociadas al proyecto de desarrollo nacional en el marco de la unidad cívico-militar ;
– la independencia nacional y la grandeza de Venezuela;
– la unión nacional de todos los venezolanos -más allá de las diferencias políticas o regionales tradicionales que fueron antaño causa de división y de decadencia-, en una relación directa entre el líder y el pueblo, cohesionada por las políticas sociales de inclusión y de justicia social;
– la prioridad de la política sobre otras consideraciones (económicas, administrativas, técnicas, burocráticas, etc.);
– respeto de la autoridad del Estado;
– voluntad profunda de justicia social;
– intervención del Estado en la economía;
– el anticolonialismo y el derecho a la autodeterminación de los pueblos;
– la reactivación de la OPEP y una coordinación de las políticas petroleras de los países productores y exportadores;
– la integración latinoamericana como horizonte constante e imperativo ideológico dictado por el propio Simón Bolívar; y creación de entidades concretas para la integración (ALBA, Unasur, Celac, Petrocaribe, TeleSUR);
– la concepción de un mundo multipolar sin hegemonías; lo cual exige derrotar el proyecto de hegemonía imperial unipolar para garantizar la paz planetaria y el “equilibrio del universo”. Hay que impulsar un mundo multicéntrico y pluripolar. Chávez lo señaló como el cuarto gran objetivo histórico del ‘Plan de la Patria’, su programa de gobierno para el período 2013-2019;
– una diplomacia Sur-Sur con multiplicación de los lazos con los países del Sur a través del Movimiento de los no-alineados y de alianzas horizontales : América del Sur / Africa (ASA) y América del Sur Países árabes (ASPA). Chávez apoyó también al grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y se planteó una alianza de Venezuela con ese grupo para consolidar un mundo multipolar;
– la solidaridad nacional entre los ciudadanos y los territorios; y solidaridad latinoamericana;
– respeto de las naciones, que son entidades culturales esculpidas por la historia y baluartes de los pueblos contra los impérialismos;
– el rechazo de la doctrina del neoliberalismo económico, y la preferencia por una economía orientada por el Estado con vistas a un desarrollo voluntarista y estructurante (con ambiciosos proyectos públicos, nacionalización de los sectores estratégicos, soberanía alimentaria, etc.);
– construir un ‘Estado de las misiones’ para responder más directamente a las diversas demandas sociales del pueblo;
– avanzar hacia el arrinconamiento del capitalismo (la explotación de una clase por otra) y la definición de un socialismo bolivariano y humanista, en democracia y en libertad, que además de otorgar a los trabajadores una protección social avanzada, los empodere dándoles acceso tanto a las decisiones de la empresa como a los beneficios de la misma.
Uno de los objetivos primordiales del chavismo es reconciliar a los venezolanos con la patria, hermanarlos y conseguir edificar un Estado con mayor soberanía, mayor eficacia administrativa, mayor justicia y mayor igualdad.
El chavismo reúne a hombres y mujeres de todos los orígenes políticos en torno a un gran proyecto de ‘país potencia’ y a la acción voluntarista de un líder. Para alcanzar los objetivos previstos, el método del chavismo es el pragmatismo y el rechazo de los corsés ideológicos. Sus dos principales ejes: unidad interna al servicio de un ambicioso proyecto patriótico y social; e independencia y proyección de una ‘Venezuela potencia’ en Latinoamérica y en el mundo.
El chavismo es por consiguiente un sistema de pensamiento, de voluntad y de acción. Parte de los hechos y de las circunstancias; no actúa predeterminado por una doctrina o una ideología. Voluntarismo contra el fatalismo; acción contra la pasividad, contra el abandono y la renuncia.
Para Chávez, lo primero es Venezuela. Su actuar político consiste en crear las condiciones para que la patria pueda dar lo mejor de sí misma. Y esto sólo se consigue si el pueblo venezolano está unido en torno a un proyecto de progreso social definido por un líder carismático que lo propulsa hacia su gran ideal histórico.
El chavismo no sólo es una doctrina política original sino que es la historia vivida y el pensamiento de un hombre excepcional que ha marcado la sociedad venezolana hasta sus más profundas estructuras.
El pensamiento chavista tiene como bases ideológicas varias raíces que se entremezclan entre sí para formar una nueva ideología progresista venezolana. La cual se caracteriza por la ausencia de dogmatismos, para diferenciarse de los experimentos socialistas fracasados en la Europa del siglo XX. Por eso, para distinguirlo del que fue rechazado por la clase obrera en Polonia en 1980, o del que se derrumbó con el muro de Berlín en 1989, o del que implosionó en 1991 con la caída de la Unión Soviética, Chávez hablaba de «socialismo del siglo XXI ». Se trata de un socialismo surgido en América Latina, que debe ajustarse a nuestro tiempo, y por eso Chávez le añadió fundamentalmente: la democracia participativa, el feminismo y el sentimiento ecologista.
Ese « socialismo del siglo XXI » se considera compatible con la propiedad privada, aunque alienta otras formas socialistas y solidarias de propiedad como la cooperativa y la cogestión. También se declara compatible con el patriotismo y el nacionalismo económico.
Chávez no dudó en nacionalizar las grandes empresas de sectores estratégicos en manos de capitales extranjeros, y colocó en el puesto de mando de esas empresas desprivatizadas a venezolanos patriotas y competentes.
El « socialismo del siglo XXI » es asimismo compatible con el cristianismo social. Chávez hace suya la consigna de los sandinistas: «Cristianismo y revolución, no hay contradicción ». Partiendo del postulado que la verdadera identidad del cristianismo es la que le confiere la teología de la liberación. No en vano, Chávez afirmaba que Jesucristo fue el primer socialista de la era moderna y que el ‘reino de Dios’» había que construirlo aquí en la Tierra.
De todo esto se deduce que el chavismo tiene vocación a ejercer naturalmente en Venezuela, una hegemonía. Por su capacidad a llevar la dirección intelectual y moral de la sociedad. Y porque ha permitido la recuperación política de una democracia en la que ahora participan gobierno, Fuerza Armada y pueblo unidos en la expansión de los derechos sociales y en la redistribución justa de las riquezas del país.
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