Roberto Bardini
La increíble PC del comandante Raúl Reyes, número dos de las FARC asesinado el 1 de marzo pasado en Ecuador por tropas colombianas, resultó ser una voluminosa caja de caudales binarios, repleta de correspondencia, documentos comprometedores, planes desestabilizadores y financiamientos secretos que, en manos de expertos en inteligencia contrainsurgente, parecen multiplicarse como los cinco panes y dos peces bíblicos con los que Jesús alimentó a cinco mil seguidores a orillas del Mar de Galilea.
El pequeño computador bolivariano es, como se sabe, una súper máquina blindada a prueba de ataques aéreos, ya que resistió exitosamente las diez bombas GBU 12 Paveway II guiadas por laser o GPS y más de 200 kilos cada una con que la Fuerza Aérea de
Colombia arrasó el precario campamento guerrillero en pocos minutos.
Estos proyectiles, diseñados por las compañías Raytheon y Lockheed Martin para destruir edificios, hangares, pistas aéreas, puentes, embarcaciones artilladas y rampas de lanzamiento de misiles, pueden atravesar casi dos metros de hormigón armado.
Observadores del ejército ecuatoriano comprobaron que en el reducto de las FARC los explosivos dejaron cráteres de 2.40 metros de diámetro por 1.80 metros de profundidad… pero la locuaz laptop salió ilesa.
Aunque la inteligencia militar colombiana continúa extrayendo un documento tras otro en esa especie Caja de Pandora portátil e invulnerable, queda la sensación de que cada hallazgo es más de lo mismo, con la obvia finalidad de comprometer al presidente Hugo Chávez en el financiamiento a la cincuentenaria organización insurgente y al gobierno de Rafael Correa como un cómplice que aporta territorio.
El mandatario venezolano, en honor a la verdad, está más interesado en liderar la integración económica de América del Sur que en una poco conveniente guerra con el país vecino, que seguramente serviría de excusa para la intervención militar de Estados Unidos. “Presidente Uribe, piense muy bien hasta dónde es capaz de llegar, le hago un llamado a la reflexión públicamente”, exhortó Chávez en su programa dominical Aló Presidente.
A mediados de abril pasado, un grupo de 21 expertos estadounidenses en asuntos internacionales –entre los que se encuentran académicos de las universidades de Harvard, Washington y Nueva York y del Consejo de Asuntos Hemisféricos– advirtió en una carta abierta que el informe que dará a conocer la Interpol sobre el contenido de la computadora de Reyes se basa en “exageraciones sustanciales con propósitos políticos”.
“Incluso si llegara a corroborarse que los computadores personales en efecto pertenecían a miembros de las FARC, no existe evidencia que indique que los documentos disponibles para el público pudieran servir de base para ninguna de las afirmaciones extremistas hechas por el gobierno colombiano en cuanto a que Ecuador y Venezuela tuvieran algún tipo de relación financiera con los rebeldes”, sostiene la carta divulgada en Washington.
“De hecho, análisis independientes de los documentos indican que el gobierno colombiano ha exagerado de manera sustancial el contenido de estos documentos, quizás con fines políticos. Cualquier cobertura mediática de los hallazgos de la Interpol deberá dejar en claro que muchas de las acusaciones colombianas ya han sido ampliamente desacreditadas”.
Firman la declaración
Charles Bergquist (University of Washington, Seattle),
Larry Birns (Council on Hemispheric Affairs),
Amy Chazkel (Queens College, City University of New York),
Avi Chomsky (Salem State College),
Luis Duno Gottberg (Florida Atlantic University),
James Early (TransAfrica Forum Board of Directors and Institute for Policy Studies Board), Samuel Farber (Brooklyn College, City University of New York),
Sujatha Fernandes (Queens College, City University of New York),
Lesley Gill (American University),
Greg Grandin (New York University),
Daniel Hellinger (Webster University),
Forrest Hylton (New York University),
Diane Nelson (Duke University),
Jocelyn Olcott (Duke University),
Diana Paton (University of Newcastle, Reino Unido),
Fred Rosen (North American Congress on Latin America),
T. M Scruggs (University of Iowa),
Sinclair Thomson (New York University),
Miguel Tinker Salas (Pomona College),
Mark Weisbrot (Center for Economic and Policy Research)
John Womack (Harvard University).
Desde luego que para el gobierno de Uribe y la administración de George W. Bush las firmas de esta constelación académica tienen el mismo peso que la rúbrica del cacique Toro Sentado o un autógrafo de Chespirito.
Por la mismas fechas, el Pentágono anunció que el 1 de julio restablecerá su Cuarta Flota naval –creada en 1943 con la misión enfrentar submarinos alemanes y disuelta en 1950– para navegar por aguas latinoamericanas y combatir el terrorismo “junto a sus socios comerciales”, con Colombia a la cabeza.
Se trata de diez buques, un portaviones y un submarino nuclear que dependen del Comando Sur con sede en Miami. La formación marítima seguramente tiene la capacidad de presentar combate en condiciones de igualdad a toda una red de laptops narcoterroristas.
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