Tito Pulsinelli
Bajo el signo de la energía o el prepotente encanto geopolítico del petróleo y del gas. Ésta es la característica fundamental de las extensas relaciones entre Venezuela y Rusia. Un evento que sanciona el acrecentado poder de Gazprom y de PDVSA, ya insidiadas en los primeros lugares de las mayores transnacionales de la energía.
El encuentro entre Chávez y Medvedev es una suerte de prueba del nueve de la geopolítica de los años venideros, en los que el gas y el petróleo tendrán una importancia aún más determinante que hoy día.
La geopolítica rijosa de Estados Unidos, empapada del acre sabor a petróleo debido a los intereses también personales y familiares del actual gobierno, reacciona moviendo en el tablero la torre militar.
Posiciona el escudo anti-misiles en la tierra de Kafka, pero no puede impedir que la Exxon Mobil sea casi una ex de la hit-parade de la energía. Sus reservas naturales al activo han disminuido, y por consecuencia también el valor bursátil de sus acciones, pese a la desquiciada especulación en los futures. Wall Street y Londres manejan el “petróleo de papel” pero los hilos del verdadero se mueven en otro lado.
En la última semana hemos asistido al giro repentino de la Casa Blanca con respecto a Irán y al veto impuesto por Rusia a la sed “occidental” de sanciones contra Mugabe. Es una respuesta dura y simétrica al escudo anti-misiles en el corazón de Europa, y a las escaramuzas de la OTAN en Ucrania y Georgia. Incontenible, Bush hasta intimó que Kosovo debería entrar en una Unión Europea a puerta giratoria.
La Unión Europea no sale da la pasividad y subordinación, imita la danza de guerra del patán texano, pero Gazprom –es decir, la transnacional estatal del Kremlin- ha firmado acuerdos estratégicos tanto con la Libia de Kaddafi como con Argelia, mientras que Irán está bajo el cobijo de Rusia y de China. Moscú aumentará al 30% el volumen de hidrocarburos que enviará a Asia.
Los euro-enanos de la Comisión ejecutiva de Bruselas saben que Irán puede tranquilamente dirigir hacia la India y China todo el gas que ellas subordinan (a palabras) a los “derechos humanos”, en realidad a las órdenes perentorias de Washington. Para tal fin, está en gestación la construcción de un gigantesco poliducto que unirá Irán con la India y China, haciendo el “milagro” de involucrar también a Pakistán.
Por otra parte, Alemania y Suiza –mucho más concretas que los leguleyos de Bruselas- proceden autónomamente con gasoductos que garantizarán sus abastecimientos futuros, con oportunos acuerdos dirigidos con los Países productores, o sea Rusia e Irán.
En Moscú, Chávez ha afianzado relaciones de importancia que van más allá de los intereses binacionales. Medvedev ha afirmado que “Nuestras relaciones son uno de los factores clave para la seguridad de las regiones”. Mucho más, entonces, que tecnología petrolera y política de precios; participación de Gazprom y Lukoil a la extracción petrolera en la Faja del Orinoco; rublo como moneda internacional emergente; un instituto financiero binacional e investigación científica y espacial. Tal vez dio un paso hacia delante también la propuesta de Teherán de creación de una OPEP del gas.
Por doquier se ha hecho hincapié en la cuestión militar y las fantasmales “bases” rusas. Venezuela posee la mayor reserva de hidrocarburos del planeta, y una población de 27 millones de habitantes. Tiene una frontera común con Colombia, que asigna casi el 6% del presupuesto a los gastos militares y dispone de un ejército que cuenta con casi medio millón de soldados. ¿Medio millón contra 15 mil guerrilleros de las FARC? Vaya, un poco de seriedad. Por último: el Pentágono ha regresado la IV Flota al mar.
¿Qué debería hacer Caracas? ¿Conformarse con los aplausos “occidentales” y recibir elogios platónicos mientras que… intentan saquear sus recursos? El Brasil de Lula anunció que Francia participará a la construcción de un submarino nuclear: sus mares y sus reservas de petróleo tienen que seguir siendo inviolables.
Venezuela continuará a potenciar su aviación con los Suhkoys, y en el futuro podrá dotar de submarinos a su marina militar, sobre todo si Estados Unidos traslada a Colombia la base militar que Correa ha desalojado de Manta.
La casta petrolera, que se ha adueñado del poder público en Estados Unidos, sigue reaccionando agitando el hacha de guerra y agarrando el cuero cabelludo a enemigos excelentes, pero todos los demás vecinos del difunto "orden unipolar" responden con una gama de iniciativas, capaz de combinar múltiples factores, de orden diferente, que pesan cada vez más en el tablero internacional.
Traducción de Clara Ferri
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