Los tres cerditos y el lobo Crisis
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Marieta: - Julia, ¿me cuentas un cuento?
Julia: - Sí, claro. Marco, ¿tú también lo quieres escuchar?
Marco: - Sí, ¡con mucho gusto!
Julia: - Pues, érase una vez, tres hermanos cerditos que vivían en tres viviendas distintas. El primer cerdito, el hermano pequeño, vivía muy felizmente en un piso de alquiler, hasta que un día, el lobo Crisis, con su amigo Especulación, lo fueron a visitar y le dijeron que le subían el alquiler el doble de lo que pagaba hasta entonces...
El pobre cerdito pequeño no podía pagar tanto dinero, ya que tenía un trabajo temporal, muy mal pagado, y tuvo que irse corriendo a casa de su hermano mediano. El hermano mediano vivía en una casa que se había comprado hacía un par de años. Para comprarla, había pedido una hipoteca a 40 años y cada mes pagaba la mitad de su sueldo al banco... ¡tan sólo en intereses!
El lobo Crisis, que había podido seguir al cerdito pequeño, junto con sus amigos Paro y Banco fueron a ver el hermano mediano de los cerditos. Le comunicaron que se había quedado sin trabajo y que el lobo Banco se quedaría con su casa. De nuevo, el hermano pequeño, esta vez acompañado del hermano mediano, huyeron corriendo y se dirigieron desesperados a casa de su hermano mayor.
El hermano mayor ya hacía un tiempo que se había juntado con otro grupo de cerditos y habían desarrollado una muy buena idea. ¡Vivía en una cooperativa de vivienda de cesión de uso!
Marieta: - ¿Una queeeeé?
Julia: - Ahora te lo explico... Todos los cerditos eran miembros y a la vez propietarios de la cooperativa. Cada cerdito tenía derecho a un voto y el funcionamiento era totalmente democrático. Los cerditos no eran propietarios directos del edificio donde vivían, sino que tenían un derecho de uso indefinido de su piso, y el propietario era la cooperativa de la cual formaban parte.
Cada mes pagaban un alquiler blando, para cubrir todos los gastos del edificio (incluyendo agua, calefacción, mantenimiento, basura, etc.), siendo todos los movimientos monetarios dentro de la cooperativa totalmente transparentes. ¡Qué buena idea tuvieron!
El derecho de uso indefinido implica poder vivir toda una vida, incluso poderlo dejar en herencia, y es posible también alquilarlo de segunda mano a alguien por un período corto de tiempo, o más largo si son causas justificadas.
Del alquiler blando de cada mes, una parte va para mantenimiento, tanto del edificio como del piso. Se va ahorrando y cuando hay suficiente se puede utilizar, por ejemplo, para reparar el parqué, comprar una nevera nueva o arreglar el baño. Los cambios que afectan al edificio se deciden de manera democrática; los que afectan al piso, el miembro que lo ocupa es libre de decidir.
En el edificio también hay zonas públicas. Por ejemplo, una lavandería con lavadoras y secadoras que todo el mundo puede utilizar, una casita con mil y un contenedores para diferentes tipos de reciclaje, trasteros, compostadores, locales para hacer fiestas o reuniones, etc. Cada cooperativa decide lo que le parece mejor. El cerdito pequeño y el mediano quedaron entusiasmados con la vivienda de su hermano mayor y allí fueron muy bien acogidos.
El lobo Crisis también los fue a visitar, pero por mucho que sopló y sopló, y por muchos amigos que trajo, no consiguió nunca echarlos y los tres cerditos, en la cooperativa, vivieron felices y comieron muuuuuchas perdices.
Marieta: - ¡Me ha gustado mucho el cuento! ¡Que guay!
Marco: - Sí, mmm, qué cuento más bonito... Lástima que no sea verdad...
Julia: - ¡Eh! ¿Quién te ha dicho que no es verdad?
Marco: - Bueno, ¡no hace falta ser muy inteligente para verlo! A todos nos toca pagar un salario entero en alquiler o en una hipoteca de 30 años, o más... No ver eso es ser un iluso que vive en las nubes. Va, no me intentes tomar el pelo.
Julia: - Pues mira, Marc, tal vez que nos planteemos qué es esto que "nos toca". Resulta que sí que hay otros lugares donde esto no es así, simplemente porque buscaron alternativas a lo que tocaba y ahora viven con una calidad de vida mucho más alta.
Marco: - ¿Ah sí? ¿Y dónde están estos lugares que dices? Jeje... Va, ya te he dicho que no me tomes el pelo. ¿A lo mejor son las casitas de los árboles de los jardines de estos personajes de cuento?
Julia: - Pues no, son bien reales y hay en Europa mismo. En Suecia, por ejemplo, la gran mayoría de pisos funcionan con este sistema de "bostadsrätt", o modelo cooperativo de vivienda de cesión de uso.
Marco: - Guau... ¡no había oído hablar nunca de ello! Y eso... ¿sería posible en nuestro país?
Julia: - ¡Pues claro que sí! ¡Sólo hace falta que nos pongamos manos a la obra! De hecho, tengo unos amigos que hace un tiempo empezaron una cooperativa. Se llaman Sostre Cívic (NdR en Italia hay http://www.jakbankitalia.it/) y seguro que estarán muy contentos si nos unimos a ellos.
Marco: - ¡Anda! ¿Pues qué hacemos perdiendo el tiempo? ¡Vamos, vamos a verlos ahora mismo!
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