ALAI
El enfrentamiento original en la Amazonia tenía dos contrincantes. En un rincón el gobierno aprista, cuya secretaria de Comercio Exterior había confesado que los diez decretos legislativos eran necesarios para poder implementar el Tratado de Libre Comercio con Washington.
El enfrentamiento original en la Amazonia tenía dos contrincantes. En un rincón el gobierno aprista, cuya secretaria de Comercio Exterior había confesado que los diez decretos legislativos eran necesarios para poder implementar el Tratado de Libre Comercio con Washington.
Queda claro que esos tratados, continuidad del fracasado ALCA, empobrecen a las naciones que los firman y también hacen correr abundante sangre. En el rincón opuesto, las comunidades aborígenes que, con buena pluma, puntualizaron su postura: “para nosotros los Pueblos Awajun Wampis, el bosque amazónico es parte de nuestra existencia y desarrollo, ahí construimos nuestro Buen Vivir: es nuestra despensa, nuestro campo productivo, nuestra biblioteca, nuestra farmacia, nuestro banco de semillas y de crianzas, nuestra escuela. En resumen es nuestro sentido y cosmovisión como Pueblo Indígena.
Y ahora está amenazada porque los decretos que demandamos su derogatoria están hechos de tal modo que asegurarán que las concesiones mineras y petroleras sigan adelante, destruyan parte del bosque y contaminen las fuentes de agua”.
Luego de producidas las muertes, con el previo establecimiento del Estado de Emergencia militar desde el 8 de mayo y ampliado tras la masacre, numerosas organizaciones sindicales y políticas salieron a dar apoyo a los originarios. Así se formó el “Frente Nacional por la Vida y la Soberanía”, que integran:
AIDESEP, CGTP, CUT PERÚ, CONACAMI, CAOI, UFREP, CCP, CNA, Coordinadora Política y Social, CONAFREP, SUTEP, SITENTEL, FEP, UNCA, CONQA, CONAEM, Rondas Campesinas, Movimiento Cumbre de los Pueblos y partidos políticos de izquierda y el Nacionalista de Ollanta Humala.
Este espectro ha convocado para el 11 de Junio a una marcha al Palacio de Gobierno de Lima y a una concentración en la Plaza Dos de Mayo, como parte de una jornada nacional de repudio. Este frente reclama las renuncias del presidente, el jefe de ministros, Yehude Simon; la ministra del Interior, Mercedes Cabanillas, y el ministro de Defensa, Antero Flores-Aráoz, los principales responsables de la represión.
Lejos de una autocrítica, éstos se vanagloriaron de haber reestablecido el orden en Bagua. Insistieron en que “400.000 indios no pueden decidir en la Amazonia por 24 millones de peruanos”. El gobierno no está defendiendo a millones de peruanos sino a unas pocas multinacionales con capitales de millones de dólares. En aras de esos intereses el jefe de Estado preparó la masacre, como en su mandato anterior ordenó al Ejército asesinar a 300 presos políticos senderistas en las prisiones de Lurigancho y El Frontón, y a numerosos indígenas en Cayara y Chumbivilcas. García lo hizo de nuevo.
¿Podrá volver a hacerlo o esta vez los amazónicos awajún, wampis, shawis, chayawita, candoshi, cocama-cocamilla y shibilo le pondrán fin a su carrera política socialdemócrata-neoliberal?http://www.laarena.com.ar/
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