martes, 21 de julio de 2009

Revolucionar la democracia (parte 1)

Los trascendentes eventos que están rediseñando Honduras ponen en el centro de gravedad la cuestión de la ampliación de la democracia, la participación ciudadana y la configuración de instituciones substraídas al control integral de las elites históricas.

En Honduras, estas han declarado una guerra preventiva al referendo y a todo aquello que huele a reforma constitucional, poder ciudadano o democracia participativa.
Sobre estos temas cruciales que han modificado el mapa político y social a lo largo de lo Andes, presentamos parte de un trabajo todavía inédito de Miguel Ángel Sandoval que –desde Guatemala- los analiza valorando las peculiaridades centroamericanas.


Guatemala, revolucionar la democracia

Miguel Ángel Sandoval
En los últimos años desde el sur del continente nos llegan vientos de cambio que no tienen solo que ver con la elección de nuevos gobiernos sino, y de manera principal, con una especie de reformulación de la democracia, o si se prefiere, con una desacralización de la misma mediante su ejercicio.

Puede parecer una exageración esta afirmación o un juego de palabras, pero si algo hemos observado en estos últimos años, es un conjunto de consultas democráticas y de prácticas democráticas con participación ciudadana, que la alejan del ritual tal como lo conocemos en nuestro país. Me refiero claro esta, al ritual de ir cada cuatro años a las urnas para repetir el expediente de frustración y de nueva cuota de expectativas en el siguiente turno pasados otros cuatro años.

Es la experiencia reciente de la elaboración de las constituciones políticas en Venezuela, Bolivia y Ecuador. Se trata de tres experiencias en donde de diversas formas se supera la típica y clásica democracia representativa, o los rituales de participación sin mayor proyección. Como ocurre en algunos países europeos en donde los referendos son habituales pero no se altera en casi nada la normalidad democrática que esta constituida por un conjunto de factores más.

Pero, en el caso de Latinoamérica, de lejos el tema más llamativo es la apuesta que hizo el presidente Evo Morales de Bolivia al plantear un referendo revocatorio, con lo cual se tenía la conciencia de que se podría abrir una caja de Pandora, y en ese sentido se manifestaron los observadores parciales, no tan parciales y los desinformados. Se estaba por la vía de los hechos abriendo una brecha nueva y peligrosa en el continente, como lo es la consulta revocatoria.

En otras palabras, se estaba en la práctica introduciendo un elemento más en el debate sobre la reforma y la revolución. Ello porque los procesos que se desarrollan en la actualidad, si bien se mantienen en el marco del estado burgués como se suele decir, buscan su transformación, gradual si se quiere, aunque por medio de rupturas políticas de gran calado, construyendo una nueva correlación de fuerzas y fijando nuevos objetivos que rebasan la democracia liberal, sin llegar a constituir revoluciones en el sentido clásico ni a constituir un cambio de las relacione de producción en sentido estricto.

Es por ello que señalo que el debate de la reforma y la revolución tienen que ser manejado con pinzas, aunque por supuesto, sin dejar el rigor. En el caso salvadoreño se habla con bastante énfasis de democratizar la democracia, con lo cual se hace referencia a planteamientos como el que se presenta en este ensayo.

En esta línea hago una cita extensa de un conocido columnista del diario mexicano la Jornada, que con evidente entusiasmo se refiere a las nuevas experiencias en el ámbito constitucional en sur del continente.

“La aplastante victoria de Rafael Correa y de las fuerzas populares de su país en las elecciones generales del domingo pasado proporciona un enorme estímulo al ascenso y consolidación de los procesos revolucionarios constituyentes en Venezuela, Bolivia y Ecuador.

Estos pueblos de vigorosas raíces indígenas o africanas, liberados por la espada de Bolívar, cuyo legado veneran, son hoy, en América austral, las tres principales fuentes inspiradoras del cambio social, el rescate de la soberanía y la autodeterminación de los pueblos y la unidad e integración regional.

Venezuela, Bolivia y Ecuador realizan una valiosísima contribución teórica y práctica a la transformación radical de las repúblicas oligárquicas enseñoreadas en el siglo XIX en América Latina, criticadas a fondo por José Martí, quien advirtiera tempranamente su incidencia en la división de los pueblos de nuestra América y como facilitadoras del expansionismo del naciente imperialismo estadunidense.

En trance de profundos cambios desde abajo por la rica diversidad cultural y popular de sus sociedades, estos tres procesos revolucionarios han surgido de grandes movilizaciones de masas, legales o extralegales, que operando dentro, o en los márgenes, de la legalidad liberal oligárquica, lograron hacerse gobierno y desde allí iniciar radicales procesos constituyentes.

Esto les permitió elaborar y aprobar, con gran participación popular, nuevas y avanzadas Constituciones con postulados auténticamente revolucionarios, que constituyen la base de una nueva legalidad antioligárquica, antimperialista, anticapitalista y de orientación socialista, que les franquea el paso hacia sus objetivos liberadores.

En Venezuela (caracazo), Bolivia (guerras del agua y del gas) y Ecuador (derrocamiento insurreccional de presidentes neoliberales) se gestó el “parlamentarismo de calle” en la misma lucha por desalojar a la oligarquía del gobierno y se ha continuado desarrollando desde aquel, que, llegado el caso, logra el cambio en la correlación a favor de las fuerzas populares.”17

Y las razones de estas lecturas son muy claras. Apenas hace unos meses que se aprobó por la vía de un referendo la constitución política ecuatoriana, y en uno de sus artículos se establece que no se puede dar en concesión ninguna de las riquezas naturales no renovables que se encuentran en el suelo o subsuelo ecuatoriano.

Y en otro articulo se señala que no se podrá bajo ningún pretexto, aceptar bases militares extranjeras en el territorio ecuatoriano. Como se puede ver, hay un giro de 180 grados en los parámetros de la constitución política ecuatoriana, vis a vis de una como la guatemalteca.

En la constitución boliviana hay igualmente la defensa de los recursos naturales de ese país y sobre todo, los derechos indígenas en primer plano como corresponde a un país con mayoría indígena. De nuevo, lejos de los parámetros de una constitución como la guatemalteca, que en todo caso llega a unas pocas y vagas formulaciones asimilacionistas con relación a los indígenas.

Pero me interesa destacar un concepto que en las notas de Ángel Guerra solo se enuncia, y es el referido al parlamentarismo de la calle, que hace referencia a la manera en que los diferentes sectores sociales dejan por un momento, las formas institucionalizadas de los procesos democráticos en estos países, y toman en sus manos las decisiones.

Y a continuación, con nuevas reglas del juego, vuelven a formas institucionalizadas que en ocasiones son a su turno modificadas, profundizadas, o simplemente dejadas de lado.

Solo que en el caso de estos países, con un protagonismo popular sin duda, y además, con comportamientos beligerantes que nos alejan de los modelos gastados de democracias representativas que conocemos en nuestros países.

Hay igualmente, la emergencia de sectores sociales que normalmente han estado lejos de la actividad política, lejos de los procesos en donde se deciden cosas por la vía electoral tradicional. Es entonces la presencia de sectores sociales pobres, de los olvidados de siempre.

Habría que señalar en estos procesos, particularmente en Venezuela, Ecuador y Bolivia, una especie de muerte natural de los viejos partidos políticos, o si se prefiere, el fracaso estrepitoso de la vieja política. En Venezuela los tradicionales Acción Democrática y el COPEI de orientación socialcristiana, dejaron el paso a un pujante movimiento de masas que se reivindica chapista.

En Bolivia, la emergencia es de los pueblos indígenas, y por supuesto asistimos en este caso al desfase de los viejos partidos políticos y sus mecanismos. La multiplicidad de partidos políticos de izquierda cede el paso a una nueva organización política que se aglutinan en torno a Evo Morales, y esto le confiere un sesgo a este proceso.
(continuará)
http://letraconfiloymas.blogspot.com/

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