lunes, 27 de julio de 2009

Guatemala: Revolucionar la democracia (parte 2)

En Honduras han declarado una guerra preventiva al referendo y a todo aquello que huele a reforma constitucional, poder ciudadano o democracia participativa.
Sobre estos temas cruciales que han modificado el mapa político y social a lo largo de lo Andes, presentamos parte de un trabajo todavía inédito de Miguel Ángel Sandoval que –desde Guatemala- los analiza valorando las peculiaridades centroamericanas.

MIEDO A LA DEMOCRÁCIA
Miguel Ángel Sandoval
- Mientras que en el Ecuador, la idea de una revolución ciudadana, abre paso a nuevas forma de movilización y organización, donde los viejos partidos políticos crujen ante el embate de la movilización social y los nuevos paradigmas, crecen las expectativas sobre esta vía particularmente novedosa en el continente. Es claro que todo ello deberá sedimentarse, crear sus propios códigos, sus propias interpretaciones, pero no es menos cierto que hoy por hoy, es la tónica que dirige estos procesos.
Sin embargo uno de los temas que presentan mayor dificultad en las elites conservadoras del continente (hablo de elites económicas, sociales, políticas e incluso académicas) es la idea de consultas populares revocatorias de mandatos, pues con ello se estaría poniendo en entredicho todo el andamiaje construido con tanto esfuerzo durante muchos años.
Mientras la constitución venezolana, con las ideas del bolivarianismo, y de un socialismo del siglo xxi, se colocan de manera abierta mucho mas allá de las constituciones liberales del continente latinoamericano. Es preciso subrayar que en los casos señalados se ha conseguido los cambios luego de amplias e informadas consultas populares, en donde los márgenes a la manipulación o engaño han sido realmente mínimos.
De ejemplar puede ser calificada la actitud de los tres gobernantes citados pues en medio de todo han dado muestra de un sólido nacionalismo, de interés por los problemas nacionales de sus respectivos países y lo han hecho utilizando las herramientas de la democracia liberal, en la construcción de modelos que no son necesariamente de corte liberal. Sin duda alguna se puede ver en esto una especie de contradicción pero no es menos cierto que los resultados de procesos electorales van en contra del sistema establecido por décadas. Esto es precisamente lo apasionante de lo que ocurre en el sur de América.
En dos platos, con la practica de estos tres países, de plantear recambios en las constituciones para dotarlas de un espíritu mucho más democrático con mecanismos abiertos a la participación, en lo que constituye una oleada de reformulación democrática, que por aproximarse al fenómeno de una revolución, sin violentar este orden democrático realmente existente, es que me parece adecuado el concepto de revolucionar la democracia.
Pero hay más. La idea de desarrollar mecanismo de planificación participativa como en Brasil, y hacerlo en el presupuesto municipal como punto de partida de una nueva practica, ya nos dice que se esta produciendo una época de reformulación democrática en el continente. Y por supuesto, esto no se ha quedado en el estrecho marco de nuestras fronteras continentales, ni el estrecho ámbito de la elaboración teórico-académica.
A manera de conclusión se podría decir que en la actualidad en Guatemala existe un amplio debate al cual les hacen falta algunos ingredientes de seriedad y de alguna visita a los teóricos de la democracia, a efecto de poder sustentar con profundidad y seriedad el alcance del mismo. De la misma manera existe una especie de déficit en la compresión de los alcances de la ciudadanía entendida de manera moderna y alejada de lo formal en que la misma ha sido vista en Guatemala.
Y en otra perspectiva habría que señalar que hay un proceso en el cual afloran expresiones de ciudadanía que habría que tener presentes. Hay una especie de concreción de años de señalar que la democracia se fortalece con participación y ello no es algo menor. Constituye la mayor aspiración de quienes consideran que el sistema democrático debe tener en su base la participación informada y ciudadana.
Por ultimo habría que insistir en el hecho que la democracia representativa que vivimos en nuestro país, necesita, debe, le urge ampliarse y para ello la única vía reside, al menos por ahora, en ampliar los espacios para el ejercicio de la democracia directa que sea el impulso de esta ampliación. Por ello no se considera en estas notas que la democracia directa deba sustituir a la representativa, pero ésta si debe atender las demandas que de manera explicita se hacen por la vía de la consulta directa y democrática.
Por ello no es casual que un político conservador como Mario Fuentes Destarac, directivo de elPeriodico, señale que resulta imperativa e impostergable una reforma política mediante la que se profundice la democracia representativa. Pero además, "La falta de una representación política legitima y efectiva en los distintos niveles del Estado es, indudablemente, la causa principal de que la población se sienta que vive en un país en el cual no se le escucha ni se le toma en cuenta a la hora de tomar decisiones en su nombre."
En esta perspectiva, el Estado no debería situarse como defensor de una legalidad pétrea y antes bien, debería asimilar los nuevos vientos democráticos que soplan desde las comunidades con la forma de consultas populares. La mejor escuela es como siempre la praxis que nos dice que los nuevos vientos soplan por caminos insospechados, y por ello el análisis micro de una experiencia guatemalteca bien puede servir para documentar un debate mayor.
Es por ello que parece adecuado señalar que existe entre demócratas guatemaltecos, sin distinción de genero, y con pocas excepciones, miedo a la democracia y pánico a las consultas comunitarias populares, en gran medida por el desconocimiento de las consultas realizadas. Es un temor para el cual los revolucionarios tendremos que encontrar la formula o la medicina para poder avanzar en el proceso de construcción de una nueva sociedad.
De la misma manera, el miedo a la democracia se expresa y existe en el horror a los referendos y sobre todo sin son revocatorios porque no forman parte de sus limitados horizontes democráticos. De una parte porque no los entienden, de otra porque afecta sus intereses, y finalmente porque es algo que no han trabajado con profundidad los teóricos de la democracia mas visitados.
De particular relevancia, porque van a contramano de los demócratas timoratos, son las consultas comunitarias pues en su realización resuelven por lo menos dos o tres problemas insolubles a la fecha por la institucionalidad democrática guatemalteca. Uno es la participación organizada, otro, acaso más relevante, invocar el ordenamiento legal internacional al cual esta adscrito el Estado guatemalteco. Un tercero es demostrar que aún en la democracia formalmente existente, hay espacios para plantear avances de contenido revolucionario, aún sean parciales. Y en estas tres dimensiones, es obvio que no interviene para nada la legalidad democrática realmente existente.
De nuevo aparece una ruptura conceptual. Las consultas comunitarias que a veces son llamadas de manera indistinta de consultas populares, logran la participación ciudadana y ello, muchas veces, con poblaciones que de otra manera no tienen participación política, si con ello entendemos la lucha y defensa de sus derechos e intereses. Y esto es lo relevante pues nos remite a un tema que se olvida muchas veces: los partidos políticos, que son considerados piedra angular del proceso democrático, no logran despertar las simpatías de las comunidades que participan en las consultas.
Las razones se encuentran en el hecho de que estos son generalmente de vida electoral, que no consideran entre sus prioridades demandas como las que expresan las comunidades en las consultas comunitarias. Esa es la razón por la cual hablo de la democracia en nivel micro y macro. Se trata de replantear las formas de participación política democrática, en donde junto a lo electoral exista de manera clara, el compromiso por una nueva mirada y de respeto al ámbito comunitario.
Hay que superar la idea de que los partidos políticos en nuestros países son proyectos electorales, o como decía un politólogo colombiano, microempresas que funcionan para las elecciones y nada mas.
Hace falta un proceso profundo de reformulación de la función de los partidos políticos y su rol en los procesos democráticos, pues si somos medianamente sinceros, los partidos hoy, están lejos de ser los que una democracia necesita, o si se prefiere, lejos de ser los portadores de las demandas de la gente. Hace falta una aproximación distinta a estos mecanismos de la democracia realmente existente como se señala. Y una vía, al menos en Guatemala, se encuentra en la articulación de los niveles macro y micro, que nos enseñan las consultas comunitarias populares.
En la articulación de lo macro y lo micro, o lo que es lo mismo, las elecciones generales cada cuatro o cinco años, dependiendo del país que sea, y los procesos que atienden a las demandas de las comunidades, lo cual se puede expresar en torno a la justicia, la minería, lo agrario o las vías de comunicación, o de plano en torno a determinadas políticas publicas o de su ausencia, en esa articulación decía, esta la clave de construcción de una nueva democracia, o como se dice en el titulo de estas notas, es la vía para revolucionar la democracia, que supone, es bueno decirlo, una ruptura con los viejos moldes de la democracia realmente existente.

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