Miguel Ángel Sandoval
Sipakapa es un municipio de Guatemala. Desconocido por todos en nuestro pequeño país, y por supuesto en el mundo, hasta que una empresa extractora de oro, la Glamis Gold , que en Guatemala se llama Montana, se instaló en sus alrededores y dio inicio la violación de los derechos de las comunidades indígenas, la depredación del medio ambiente y la burla a la soberanía nacional.
A partir de entonces, supimos que en esa comunidad de San Marcos se hablaba junto con el castellano, el sipakapense y que existía una cultura indígena digna de todo el respeto posible. Pero lo que importa en este artículo, no es que se haya instalado esa empresa, pues finalmente lo hacen en cualquier lugar del mundo y no-pasa nada.
Pero en Sipakapa, se realizó la primer consulta popular directa y dio inició lo que se puede considerar la mayor y mejor expresión de democracia directa en el continente y creo que más allá. Veamos.
En el 18 de junio de 2005 tuvo lugar en Sipakapa una consulta popular que dijo con claridad que no quería explotación de minas a cielo abierto. Y se lo dijo a un país que no quería saber nada de movimientos desestabilizadores, ni nada que oliera a problemas con el gobierno. Pero sentó un precedente de suma importancia.
A partir de entonces se han desarrollado unas 25 consultas populares en igual cantidad de municipios. En unos casos, la mayoría, para oponerse de manera clara a la minería. En otros, para decir no a proyectos hidroeléctricos, y en uno muy especial, a una cementera.
En todos los casos las comunidades han invocado, como en Sipakapa, el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo –OIT-, que constituye el primer instrumento legal que en términos jurídicos avala derechos indígenas, entre los cuales el derecho a las consultas informadas. Y en el ámbito interno, se ha utilizado el derecho de las municipalidades a realizar Cabildos Abiertos y otras formas de consulta con la ciudadanía.
Es decir, que se trata de procesos populares y democráticos, absolutamente legales, y en ello reside su originalidad y su fuerza. No se trata de movimientos ilegales, subversivos, menos terroristas, sino que se trata de consultas democráticas, absolutamente legales, inscritos en la legislación nacional e internacional.
En lo que el Estado y la constitución política del país acepta y dice respetar, pero que dos gobiernos no respetan porque anteponen los sacrosantos derechos de las multinacionales y señalan que un municipio y una consulta, no sustituyen los derechos de la mayoría de intereses del Estado. Pero ocurre que son 25 consultas en municipios y la ola de democracia directa continúa. Por ello Sipakapa es un paradigma, no solo guatemalteco sino a nivel mundial. Es la práctica de la democracia directa. Nada más que eso. Pero, nada menos.
En síntesis lo que Sipakapa, en una consulta democrática decidió fue que no querían minería de cielo abierto para la explotación del oro, porque contaminaba el agua, afectaba la salud de la comunidad y otros pueblos vecinos y constituía un mal negocio para el país.
De acuerdo con actual código de minas, el país tiene derecho a una regalía de uno por ciento, dividido en 50% para la comunidad y 50% para el gobierno. Por ello en Sipakapa se dice habría que cambiar la ley por medio de la cual esta compañía opera en Guatemala.
Hace apenas dos días, una campaña de radio de la empresa minera convoca a los viejos demonios represivos y ello tiene eco en medios de comunicación en donde columnistas conservadores hacen llamados a los cuarteles del ejército y la policía para que eviten las demostraciones populares de pueblos como Sikapaka que se opongan a la minería de cielo abierto o a hidroeléctricas que ponen en riesgo de miles de familias por las inundaciones que las mismas generarían.
No esta demás recordar que en Guatemala en 1980, la hidroeléctrica más emblemática, fue construida luego de la masacre de unas 250 personas que se oponía a la pérdida de sus tierras y viviendas como finalmente ocurrió. Es la historia que se puede ver en el rechazo de las gentes.
Finalmente, en Sipakapa, San Marcos, la empresa Montana esta en pie de guerra y con la utilización de los viejos temores, convoca por medio de la radio a los soldados y policías a la defensa de sus intereses, para lo cual tienen eco como se señala, en los neoliberales de toda la vida. Es lo que no se atreven a decir cuando acuden a llamados vacíos al estado de derecho.
En el fondo de sus renovadas amenazas se encuentra el reinventado argumento que intenta descalificar y criminalizar al obispo de San Marcos, Álvaro Ramazzini, quien desde el pulpito y el trabajo pastoral ha dicho que en Guatemala hace falta un nuevo código de minas para que el país no siga siendo expoliado, saqueado, que se acepte y respete el resultado de las consultas populares, y que se pronuncie en contra de los supuestos beneficios de la globalización. En ello reside el interés social, político y global de lo que ocurre en Sipakapa.
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